En Canadá está ocurriendo lo que en otros países que legalizaron la eutanasia antes y lo que ocurrirá también en España: que se empieza aprobando sólo para casos muy excepcionales y en teoría sólo para aquellas personas que la soliciten, pero se termina aplicando a pacientes que no la han solicitado. Es por todos sabido que el Gobierno canadiense da todo tipo de facilidades a las personas que quieren acabar con su vida por el solo hecho de no encontrar salida a su situación económica.

Lo denuncia un periodista que ha entrevistado a varias personas que han solicitado ayudas al Gobierno: "Canadienses discapacitados denuncian la presión para optar por el suicidio asistido". ¿Ayudarte a vivir? Justin Triudaeu sólo ayuda a morir.

Jonathan Van Maren entrevistó a Roger Foley, un canadiense con discapacidades, en su podcast LifeSiteNews sobre "su fea experiencia con el régimen de eutanasia de Canadá". "Una y otra vez, me dijo, se le ha ofrecido proactivamente la eutanasia, incluso después de confesar haber tenido ideas suicidas. En su momento más vulnerable, no le ofrecieron la ayuda que había estado pidiendo (y por la que está luchando en los tribunales), sino más bien una inyección letal".  

También recoge el caso la historia de Tracy Polewczuk, una mujer que sufre de espina bífida, a la que también se le ofreció “MAiD”, o “ayuda médica para morir”, dos veces. Su historia es casi idéntica a la de Foley en todos los detalles. 

“No se molestan en preguntar, saben tu nombre, pero no se dirigen a ti”. “Es tan impersonal y no les importa. Te levantas cuando te lo dicen. Te acuestas cuando te lo dicen. Haces lo que te dicen. Eso es todo. No tienes control sobre tu vida. Y me he lastimado varias veces porque la gente no me escucha. El dolor apesta. Todos estamos de acuerdo. Es terrible. Tengo dolor las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Nunca se detiene. Puedo sobrevivir a eso. No puedo sobrevivir a que me traten como a un saco de carne”. 

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Y no es la primera vez que el Gobierno canadiense se lo pone difícil a un ciudadano para conseguir ayuda y le ofrece la eutanasia como alternativa. Hispanidad recogió el caso de una mujer de 51 años, víctima de una sensibilidad severa a los productos químicos, llevaba años pidiendo sin éxito una vivienda asequible libre de humos y limpiadores industriales. Tras su enésimo fracaso, esta persona acabó pidiendo la eutanasia, algo que el gobierno aceptó sin titubear.

También en Canadá, una joven en situación de discapacidad y en condiciones económicas vulnerables -otra mujer de 31 años y con una patología parecida-, acaba de obtener la aprobación final para recibir la eutanasia después de no encontrar una vivienda adaptada a sus necesidades. Más: "Tengo una carta que dice: 'Si está tan desesperada, señora, podemos ofrecerle ayuda médica para morir'", denunció Christine Gauthier, exmilitar y exatleta paralímpica canadiense. Al parecer Gauthier se lesionó la espalda en un accidente durante un entrenamiento militar en 1989, desesperada pedía una rampa para hacer accesible su casa, pero el Gobierno de Trudeau le dirigió una carta ofreciéndole la eutanasia. 

O a Samia Saikali, de 67 años, que le diagnosticaron un cáncer de estómago inoperable. Su médico le dijo que sólo había dos opciones. Si decidía no tratarse, le quedaban de tres a seis meses de vida, si por el contrario recibía quimioterapia, llegaría al año de vida. La canadiense optó por tratarse. Cuando la cita llegó sólo quedaban unas semanas de vida, por lo que la mujer tuvo que recurrir a la eutanasia, tras no poder conseguir un oncólogo que tratara su enfermedad. 

Y estos son sólo algunos de los casos que se dan día a día. A pesar de los intentos del gobierno canadiense en justificar la eutanasia como una cuestión de autonomía personal, lo cierto es que no ha disimulado las "ventajas económicas" de esta medida. 

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