El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no gusta en Europa, es descrito como una fiera salvaje que busca perseguir a la comunidad LGTBI, negacionista, ultra y que va en contra del progreso. Sobra decir que lo único que hace Orbán es defender su Constitución sobre la europea y su soberanía, no estar dispuesto a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados, defender la vida y la familia y ser fiel a sus principios cristianos.

Pero lo mejor de todo es que a Orbán le da igual no despertar simpatías entre los líderes europeístas y lo demuestra en cada declaración que hace de cara a las elecciones del próximo domingo.

La última ocasión ha sido frente a 10.000 personas, según los medios locales, en la céntrica isla Margarita, situada en el río Danubio, en una marcha por la paz convocada por su partido, favorito en los comicios con entre el 39 y el 46% de los votos. Orbán acusó a Europa: "El frenesí bélico es como una droga, los adictos no sienten responsabilidad."

Hay que ganar las próximas elecciones europeas para que “los burócratas de Bruselas salgan de sus despachos a toda prisa”.

“Somos el único Gobierno pro-paz de la UE”, reiteró. “Europa se prepara para la guerra y cada día se anuncia otra etapa en el camino al infierno: más dinero para Ucrania, más unidades europeas para Ucrania”.

"Hay que impedir que Europa se lance a la guerra, a su propia destrucción". "Hoy Europa se prepara para la guerra, con anuncios diarios de la entrega de un nuevo tramo del camino al infierno", ha añadido.

“O ganamos nosotros o ganan ellos, no hay una tercera vía, sólo una tercera guerra mundial. Mostremos a Soros dónde vive el dios de los húngaros”, acusando al magnate de buscar a Occidente a una guerra contra Rusia, con la que buscar sustituir con migrantes extracomunitarios a los europeos que mueran en el frente.

“¿Queremos dar sangre húngara por Ucrania? No queremos. No iremos a la guerra y no moriremos por otros en suelo extranjero. Esta es la justicia de los húngaros y ahora nos toca a nosotros (...) convertir la justicia de los húngaros en la justicia de Europa”.

“Ha llegado la hora del exorcismo”, sentenció Orbán.