El martes 2 de enero, en plena Guerra de Gaza, Israel reivindica la muerte, en Beirut, del 'número dos' de Hamás, Saleh al Arouri. El miércoles 3, lejos de allí, en la ciudad iraní de Kermán, una bomba colocada situada cerca de la Jardín de los Mártires, estaban matando a más un centenar de personas.
Allí está enterrado el general más famoso del Ejército iraní, Kasem Soleimani. Recuerden, Soleimani era el hombre fuerte en la vecina Irak y el enlace con la siria de Nashar Al Asad, que se ha echado en manos de los chiítas iraníes para lograr demoler al Estado Islámico (ISIS) y salvarse de Occidente quien, bajo la égida del desastroso Barack Obama acabó alentando el terrorismo islámico en África y Oriente Medio, con aquella memez que el primer presidente afroamericano calificó como "primavera árabe".
Mientras, Rusia y Ucrania comienzan a bombardear civiles
Pues bien, si de Arouri, el autor intelectual de los atentados terroristas de Hamas, sabemos quiénes les han matado, lo del atentado masivo contra víctimas civiles en Irán parece harina de otro costal, Primero porque es en Irán y aunque, en un primer momento, los iraníes acusaron a Estados Unidos, no es propio de Washington ni de Jerusalén este tipo de matanzas indiscriminadas.
Sobre Soleimani: Donald Trump decidió matarle con un dron, desde el aire, y luego aseguró que era "una mala persona". Lo era, ciertamente, porque en el ejército iraní nunca se sabe dónde acaba el soldado y dónde empieza el terrorista. Pero, insito, no es propio ni de Estados Unidos ni de Israel matar indiscriminadamente a civiles y menos en este polvorín que ahora es Teherán. Israel ha enviado comandos a Irán para matar a químicos atómicos con el objetivo de que Teherán no consiga armamento atómico. Pero esto, no parece obra israelí.
En cualquier caso, un atentado de esta magnitud en Irán potencia emergente chiita y, en cualquier caso, un atentado terrorista de esta proporciones, en el seno de Irán, puede radicalizar aún más a los ayatolás. Sólo faltaba que Hezbolá, milicia proiraní, entrara en la guerra desde le norte y que Irán hiciera lo propio desde el este, utilizando a sus títeres Irak y Siria.
En ese caso, Estados Unidos se vería forzado a apoyar a Israel, sin olvidar que el gran aliado económico de Rusia es Irán y que las relaciones entre Teherán y Beijing son cada vez más estrechas.
Al tiempo, volvemos a Rusia, Kiev y Moscú apuntan ahora de forma descarada a la población civil. La guerra de Ucrania se ha encanallado. Mientras, en el Pacífico, el apuñalamiento del líder opositor surcoreano, y las baladronadas crecientes de Kim Jong-un, así como la eterna cuestión de Taiwan, tampoco presagian nada bueno.
El año 2024 empieza con tambores de guerra y traspasos de líneas rojas, cuando menos curiosas. Es la III Guerra Mundial por trozos, que dijo Francisco.