Miles de personas han salido a la calle en Francia para protestar contra la reforma de las pensiones que el presidente del Gobierno, Emmanuel Macron, ha aprobado por decreto y sin voto en la Asamblea Nacional, ante la falta de una mayoría clara. Ya son más de 300 personas detenidas, y es que Francia sigue en pie de guerra. Es más, el Gobierno ha tenido que intervenir y obligar a algunos huelguistas a trabajar y desbloquear centros petroleros ante el inminente desabastecimiento en gasolineras, que ya han denunciado la falta de algún carburante.
El ambiente se ha caldeado, aún más, después de que Macron se librara por la mínima de dos monciones de censura. La Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento francés, rechazó el lunes las dos mociones de censura presentadas contra Macron, la primera presentada por La Francia Insumisa (LFI), extrema izquierda, el PS, el PCF y los Ecologistas, que se unieron a la presentada por el grupo LIOT (Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios), que obtuvo 278 votos a favor, sólo 9 menos de los necesarios para tumbar al presidente. La segunda fue presentada por Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen, qye consiguió 94 votos favorables, 193 menos de los necesarios.
Ante esta situación, Macron se reunirá hoy martes con los principales líderes parlamentarios de los partidos que le apoyan, con la jefa del Ejecutivo, Élisabeth Borne, y con los presidentes de las dos cámaras legislativas para buscar una salida a la situación.
La reforma de las pensiones puede costarle la legislatura a Macron, algo que en España ni se plantea con la reforma de Sánchez y Escivá, y eso que en Francia, a pesar de tener una población más joven, se ha endurecido el sistema de pensiones, mientras en España lo han hablandado, o dicho en otras palabras, un recientemente elegido Macron ha tomado medidas nada populares para garantizar el sistema, mientras aquí, con las elecciones a la vuelta de la esquina, nadie se atreve a dar el paso.
El país galo ha tomado medidas preventivas, puesto que cuenta con un superávit de 4.000 millones de euros en el sistema en los últimos dos años. Pese a ello, y a la vista de las proyecciones, Francia necesitaba tomar decisiones: en 2002 había dos personas trabajando por cada pensionista, dato que en la actualidad se ha visto reducido a 1,7 trabajadores por pensionista. El país galo reacciona para evitar un escenario de déficit, que ya tiene España, y eso que su índice de natalidad está en 1,83 hijos por mujer y el indicador español está en 1,23 hijos por mujer, dato vital para la supervivencia del sistema.
La medida más polémica de la reforma francesa es el aumento de 42 a 43 años del periodo de cotización necesario para cobrar la pensión completa, ya no es solo el aumento, que ya estaba previsto en la reforma anterior del presidente socialista François Hollande, sino que se aplicará antes, estaba previsto en 2035 y Macron lo adelanta a 2027. La reforma española no ha tocado ese punto y aquí con 38 años y medio cotizados es suficiente para llegar a cobrar la jubilación plena.
Otro de los temas más polémicos en Francia, que aquí los medios obvian, es que se prevé la extinción de la mayor parte de los regímenes especiales. Es decir, se acaba con los privilegios de jubilación de los que disfrutan algunos empleados del sector público, del sector de la energía, del transporte metropolitano de París o del Banco de Francia. Medida que ya adoptó España hace muchos años.
Siguiente diferencia, la revalorización de las pensiones, en Francia todas las pensiones se han revalorizado este año cerca de un 4%, pero la reforma establece que en un futuro sólo se revaloricen las pensiones más bajas. En España todas las pensiones se suben según el IPC, medida muy popular, pero que hace que el gasto en pensiones se dispare más y más cada año, y que el agujero siga aumentando. "El déficit va a crecer año tras año, dejarlo crecer sería irresponsable, como también dejarse llevar por medidas demagógicas lo sería aún más (irresponsable)", explicó la francesa Borne, algo que Escrivá prefiere ni pensar.
Otro punto son las cotizaciones máximas, es decir, lo que paga la empresa al Estado y lo que el empleado paga también de su nómina. "Hace falta que las cotizaciones de los activos financien las pensiones de los jubilados", aseguró Borne cuando en Francia se presentó la reforma, y es que en sus medidas este punto no se toca. Dicho de otra forma, el Gobierno francés evitaba de todas las formas posibles subir los impuestos para pagar las pensiones, ya que sabe que eso causaría paro y pérdida de competitividad de las empresas. Aquí Escrivá ha tomado el camino contrario: subir cotizaciones, la mayor lacra a la hora de crear empleo.
En resumen, una Francia más joven y con más natalidad que España, toma medidas como rebajar el gasto del sistema y endurecer el acceso a la pensión, mientras Escrvá ablanda el sistema, sube los impuestos y pretende aumentar los ingresos, sin que esto signifique que las pensiones vayan a subir.