Ángel Víctor Torres, ministro de Memoria Democrática es un masoncete frivolón. Ejemplo, el último numerito sobre memoria democrática, al que se ha sumado esa derecha acomplejada que es el PP, en la persona de la presidenta balear, Marga Prohens, asegura que el presidente del Parlamento balear ha roto la foto de una "asesinada por el régimen franquista en 1939". Y esto es bello e instructivo porque el Régimen Franquista comenzó a existir en 1939.

En cualquier caso, a Torres le han dicho que tiene que expulsar a los monjes benedictinos del Valle de los Caídos y se empeña en culparles de todos los males de España durante los últimos 80 años.

Enfrente, don Ángel tiene al prior de los monjes, el historiador Santiago Cantera, a quien el Gobierno presenta como un camisa negra, cuando lo cierto es que, además de un gran teólogo, es un historiador como la copa de un pino. Y así, mientras oigo la bobada del masoncete Torres, empeñado en destruir la cruz más grande del mundo, he releído Luces de la Hispanidad, obra de Santiago Cantera, una de las obras más lúcidas sobre la historia del mundo hispano, a la altura de los clásicos sobre la materia y no dudo en citar a Defensa de la Hispanidad, de Ramiro de Maeztu, y, atención, uno de los mejores estudios sobre el populismo hispanoamericano, que lo hay de izquierdas y de derechas.

Hoy es populismo de izquierdas, de origen comunista. No recuerdo una etapa como la actual en la que tantos populista hayan alcanzado el poder.  

"Chávez nuestro que estás en el cielo”… no te fastidia. Las luces de la Hispanidad brillarán de nuevo, pero no sé cuándo

Todo empezó en enero de 2007, durante su investidura presidencial, el peligroso homicida, muy majadero, Hugo Chávez, aseguró que "Cristo fue el más grande socialista de la historia". Cuando el entierro (2013) del pajarito que luego se le aparece, no se sabe si en carne mortal, al majadero de su sucesor, Nicolás Maduro, los 'bolivarianos' chillaban así: "Chávez nuestro que estás en el Cielo".

En seis meses, al golpista chalado le habían elevado a la categoría de dios, final lógico para quien ha blasfemado llamando marxista, es decir, ateo, al Hijo de Dios. Las palabras tienen su importancia.

Por cierto, fue el mismo personaje, siniestro y ladrón, al que se dedicaron larguísimos funerales en los que los chicos de Podemos rindieron reverencia al tirano y ante cuyos restos derramaron lágrimas de cocodrilo Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón, ante la tumba de aquel grandísimo miserable, de nombre Chávez que ha hundido en la miseria económica y social, a los venezolanos. En Madrid, hoy repleto de conductores venezolanos que nos advierten, cada vez que coges un VTC o un taxi, que la España de Sánchez lleva el mismo camino que la Venezuela de Chávez.

Pero es que no sólo es Venezuela, México, Colombia, Brasil, Perú, Chile... nunca como ahora Iberoamérica se vio inmersa en un comunismo indigenista donde, encima, se pretende convertir a Cristo en un revolucionario. 

La Hispanidad renacerá algún día, pero mucho me temo que la España de hoy no está preparada para esa tarea, como sí lo estaban  nuestros ancestros. En el siglo XXI, el problema no sólo es que España no sea hispana: es que no se aguanta ni a sí misma.

Las luces de la Hispanidad brillarán de nuevo, pero no sé cuándo. Lo que sí sé es que la regeneración de Hispanoamérica sólo puede afrontarla España, creadora de la Hispanidad.