"La respuesta político-sanitaria a la pandemia constituye el mayor escándalo de salud pública de la historia. Se basó en un engaño descomunal, pero la verdad se va abriendo paso", lo dice Fernando del Pino, el hermano pródigo de Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, que abandonó la empresa familiar y se ha convertido en uno de los azotes de lo políticamente correcto, en un artículo que merece la pena leer.

Las consecuencias de las vacunas empiezan a conocerse pero aún queda mucho por saber. En una de esas pocas investigaciones dedicadas a esclarecer cuestiones completamente opacas de la pandemia ha declarado el doctor Anthony Fauci, quien fuera el principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos. 

Testificó este lunes en una audiencia de la subcomisión de la Cámara de Representantes sobre la respuesta de Estados Unidos a la pandemia del Covid-19 y los orígenes del virus. Recordarán al famoso doctor Fauci porque en su día fue el gran alabado y protegido científico por toda la progresía mundial, se convirtió en el oráculo del Covid, era la viva imagen de la evidencia científica, no podía equivocarse por lo que su palabra marcaba toda decisión de Estados Unidos en materia de pandemia. Decisiones que el resto del mundo copiaban, claro está. 

Se interrogó a Fauci por muchas cuestiones: entre otras por la base de las recomendaciones de salud pública durante la pandemia, es decir, qué base había para obligar a la población a llevar mascarillas y qué motivó la distancia social. Todos esperaríamos largas y sesudas explicaciones basadas en sendos artículos científicos avalados por grandes y pretigiosos investigadores, pero no. 

Fauci aclaró que la directriz de 1,80 metros de distancia física que se dio durante el inicio de la pandemia no procedía de él, tampoco de ningún experto, sino de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés): "En realidad procedía de los CDC. Los CDC eran los responsables de dar ese tipo de directrices a las escuelas, no yo".

"No, no estaba al tanto de ningún estudio que respaldara esa propuesta. Incluso, sería un estudio muy difícil de hacer, no creo que exista".

Pero por si fuera poco asegura que no hubo ciencia detrás, ni ensayos clínicos, ni nada de nada: "Tenía poco que ver conmigo, ya que yo no hice la recomendación y mi afirmación de que 'no había ciencia detrás' significaba que no había ensayos clínicos que la respaldaran". 

Para entendernos, podrían haber dicho metro ochenta como metro cincuenta como dos metros, el caso era separar a la población y meter miedo, reducir aforos. Sólo existía una base: las gotas de saliva, que a ojo de buen cubero podía llegar hasta los 1,8 metros. Pero, ¿qué pasó? que descubrieron que el coronavirus se podía transmitir por el aire, por lo que también podía contagiarse por aerosoles, pequeñas partículas que pueden recorrer mucho más que el metro ochenta. 

Y de ahí, surgen las mascarillas: es la mejor idea que tuvieron, claro, ya poner distancias de 5 metros lo veían inviable, ironizó en su respuesta, afirmando que "quizás me basé en un estudio, o quizás no". ¿No es maravilloso?