En las últimas semanas, la actualidad informativa se viene centrando en el cada vez más evidente deterioro cognoscitivo del presidente Biden, hasta el punto que algunos analistas reflexionan sobre si su propio partido podría buscarle un sustituto como candidato.
Por el momento, Biden no ha tenido rival real en las primarias, algo habitual, dado que los presidentes en campaña de reelección raramente son desafiados en su propio partido y se ha impuesto cómodamente en las tres primeras elecciones internas. Por el momento, tiene la totalidad de los 91 delegados que hasta la fecha se han elegido. Con esas cifras, difícilmente podría ser superado Biden en las urnas, con lo que es improbable que a estas alturas surja un candidato que le haga frente.
Pero si queremos elecubrar, podemos analizar el devenir de los acontecimientos en el caso que Biden renunciara o fuera forzado a renunciar. ¿Qué ocurriría en tal escenario?
El primer supuesto, sería el caso en que Biden decidiera renunciar antes de la Convención Nacional de su partido, que tendrá lugar en el mes de agosto en la ciudad de Chicago y que supone la proclamación del candidato. Si Biden se retirara en el transcurso de estos meses, lo más probable es que la decisión final recayese en los delegados de la Convención que estaban comprometidos con él, que tendrían que votar por otro candidato, ya que no daría tiempo a celebrar otras primarias.
El siguiente contexto sería plantear si el propio partido podría reemplazar a Biden contra la voluntad de este, antes de esa Convención. En este caso, la respuesta es más clara y es negativa. Por más que el cine y las series planteen escenarios así, no existe ningún mecanismo por el cual el partido pueda reemplazar a un candidato antes de la Convención y tampoco se prevé la posibilidad de designar un sucesor bendecido por el partido.
¿Y en la propia Convención? Aquí sí podemos tirar de imaginación, y efectivamente existe la posibilidad que los delegados pudieran desertar en masa y desechar a Biden, a pesar de que se comprometieron a votarle tras ser elegidos precisamente por los electores demócratas. Un caso muy cinematográfico y ciertamente poco probable, dado que los estatutos del partido preven escenarios para reemplazar al candidato en caso de una vacante, pero supeditado a casos de fallecimiento, dimisión o incapacitación… no para cambiar a un alguien que no quiere dimitir. En este punto, tendría que jugar un papel relevante el presidente del Comité Nacional Demócrata, Jaime Harrison, quien es un estrecho aliado de Biden y que no ha mostrado señal alguna de que no quiera apoyar la candidatura de reelección de Biden.
También se puede considerar el escenario en que Biden renunciara después de ser proclamado candidato en la Convención, en este caso, el presidente del Comité Nacional Demócrata tendría que convocar una “reunión especial” del Comité Nacional Demócrata en pleno, que consta de quinientos vocales, que deberían elegir por voto mayoritario un nuevo candidato presidencial y vicepresidencial.
Por último, podríamos reflexionar sobre el aún más improbable escenario en que Biden renunciara tanto a la presidencia como a la candidatura a la reelección. En este caso, la vicepresidenta Kamala Harris automáticamente pasaría a ser presidenta, pero ojo, no asumiría directamente la candidatura presidencial, sino que necesitaría la mayoría de los delegados en la Convención.
En todo caso, Biden no ha mostrado señal de que vaya a retirarse y lo cierto es que probablemente es la mejor opción para los demócratas, dado que la falta de banquillo del partido es palmaria.
En una entrevista, la vicepresidenta Kamala Harris ha asegurado que “estoy preparada para ser presidenta, de eso no hay duda”. En condiciones normales, Kamala, en su condición de vicepresidenta, sería la sucesora natural de Biden. Sin embargo, su popularidad es muy baja y es inferior a la de su jefe de filas, con lo que el cambio de Biden por Kamala sería una opción poco recomendable.
Otro nombre que siempre suena en los mentideros demócratas es el de Gavin Newsom, el telegénico gobernador de California, Estado más poblado del país y gran feudo progresista. Pero su nombre genera dudas, dado que es un gran desconocido a nivel nacional.
Descartados los anteriores, la omnipresente Michelle Obama parecería a priori la opción perfecta para sustituir a Biden. La popular primera dama de Estados Unidos, durante la presidencia de su marido Barack Obama, es un icono progresista y goza de gran imagen entre los afroamericanos y los jóvenes, los dos grandes baluartes de la formación demócrata. Sin embargo, y a pesar de que Michelle ejerció una gran influencia durante su etapa en la Casa Blanca, lo cierto es que el destino de su eventual salto a la política institucional es un misterio, dado que nunca ha ocupado un cargo electo. Algunos analistas ven en este escenario el fantasma de Hillary Clinton, quien, aparentemente, era la candidata presidencial perfecta y un icono progresista, pero perdió las elecciones presidenciales . Y, ojo, además de haber sido primera dama, Clinton sí tenía experiencia política como senadora por Nueva York, algo de lo que Michelle adolece.