Ahora se entiende todo. Recuerden a Mel Gibson en 'Apocalypto'. Los aztecas sacrificaban a sus bonancibles dioses a sus enemigos y luego se los comían, práctica que, al parecer, siempre ha sosegado mucho a los espíritus, principalmente a los demoniacos. 

La nueva presidenta no ha llegado a sacar el corazón a ningún invasor español ni a comerse sus vísceras pero se ha dejado limpiar y purificar por una bruja indígena, al menos eso parecía, durante su toma de posesión como mandamás de un país de 120 millones de habitantes.    

Me temo lo peor, pero Felipe VI no se ha perdido nada por no acudir a tan maravillosa ceremonia. 

Y, además, estaba Irene Montero.