El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha puesto sobre la mesa los polémicos proyectos de ley HB-435 y SB-586, con los que pretende prohibir la producción y venta de carne cultivada en laboratorio en el estado.

Lo anunció duranto un acto en el condado de Hardee: DeSantis criticó el cultivo de carne y aseguró que se prohibirá en el estado por la falta de investigación que existe: "Necesitamos carne", no "carne falsa" y mostró su apoyo a la industria 'convencional'. 

Este anuncio forma parte de su plan contra la filosofía empresarial de ESG (ambiental, social y de gobernanza). Según DeSantis, los defensores de esta corriente están intentando imponer su agenda a través de la economía y, concretamente, apuntó a la industria agrícola a la cual están acusando de ser responsable del cambio climático. 

Decisión que no gustará nada a Bill Gates, pieza clave del Nuevo Orden Mundial (NOM), que nos ha recomendado a todos y todas el consumo de carne sintética, instando a las naciones ricas a completar una transición alimentaria que las lleve a consumir “carne 100% sintética”. No piensen mal, no es porque Gates tenga varias de esas fábricas, es porque está preocupado por las flatulencias de las vacas.

Relacionado

La guerra declarada contra el ESG es una antigua batalla que emprendieron DeSantis y el gobernador de Texas, Greg Abbott. Ambos anunciaron la retirada de millones de dólares de diversos fondos ESG que maneja la gestora BlackRock, el gran fondo de inversión que dirige Larry Fink y es el colonizador del IBEX.

Relacionado

Abbottt firmó una ley en 2021 para prohibir las empresas financieras que tienen políticas ESG que discriminan al sector del petróleo y el gas. Algo que está cundiendo a lo largo del país, puesto que los Republicanos lo ven una forma de forzar las políticas identitarias y de género y todo lo referido a la agenda climática. Por ejemplo, en Louisiana y en Missouri.

La inversión con criterio ESG, es aquella que obecede a criterios de sostenibilidad medioambiental, social y de gobierno corporativo, y vigila hasta qué punto una compañía trabaja en nombre de objetivos sociales para lograr una serie de objetivos ambientales como el punto 17 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Dicho en otras palabras, es la excusa en la que las empresas progres se escudan para imponer sus fines ideológicos y medioambientales.