En Sudáfrica se han conocido los resultados de las elecciones generales celebradas el pasado 29 de mayo.
El actual presidente Cyril Ramaphosa, del partido Congreso Nacional Africano (CNA, el partido fundado por Nelson Mandela), que volvía a presentarse a la reelección, logró 159 de los 400 escaños de la Asamblea Nacional (Cámara Baja del Parlamento). Este resultado coloca al CNA en la tesitura de tener que pactar con otros partidos por primera vez desde el fin del régimen segregacionista del apartheid (1994).
El segundo puesto ha sido para Alianza Democrática (AD, centroderecha liberal) del blanco John Steenhuisen, con 87 diputados.
En tercer lugar ha quedado Mkhonto weSizwe (Partido MK), el nuevo partido del expresidente Jacob Zuma (2009-2018), con 58 escaños.
Mientras que la cuarta posición ha sido para los Luchadores por la Libertad Económica (EFF, en inglés) de Julius Malema, de extrema izquierda, con 39 diputados.
En cuanto a los principios no negociables para una acción política basada en el humanismo cristiano, establecidos por el Papa Benedicto XVI -respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas- en la exhortación apostólica Sacramentum caritatis, en Sudáfrica, el aborto es libre dentro del primer trimestre de embarazo desde el año 1996, aprobada por el Congreso Nacional Africano (CNA), que tenía mayoría absoluta. También es legal el matrimonio homosexual desde 2006, aprobado por el mismo partido CNA.
Y además de todo esto conviene recordar el importante papel que está desarrollando Sudáfrica como uno de los países emergentes que forma parte de los BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Sudáfrica se ha caracterizado últimamente, por ejemplo, por denunciar -el pasado mes de diciembre- por "genocidio" a Israel ante la Corte Penal internacional por sus matanzas en Gaza.