En plena II Guerra Mundial, Pío XII, el Papa calumniado, realizó una consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María. Desconozco, aunque supongo que sí, que esta consagración pedía lo mismo que venía reclamando la vidente de Fátima, Sor Lucía, quien, sin embargo no obtendría la consagración solicitada hasta 1984.
Estamos en plena Guerra Mundial cuando Pío XII realiza la siguiente súplica a la Madre de Dios: “Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por la que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.”
¿Cómo vamos a conseguir la paz en Ucrania si ni tan siquiera sabemos en qué consiste la paz? Como mucho, podremos lograr un armisticio
La tranquilidad la otorga el orden, ciertamente, pero de nada vale el orden impuesto, porque la coletilla de la consagración papal al Inmaculado Corazón de María también tiene su interés: “Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte.”
Sí, Pedro Sánchez: ¡Pío XII rezaría hasta por el malvado Putin! Esto es otro algo que no entienden los progres: hay que rezar por los pobres pero aún más por los ricos que están en peligro más próximo de condenación. No hay que rezar por Zelensky (en mi opinión, también) sino por el agresor, Vladimir.
No olvidemos que Rusia es cristiana, ergo, es Occidente. Y que Putin todavía distingue entre verdad y mentira. Occidente, por contra, se ha bestializado: ya sólo cree en la ideología de género
Pero lo más relevante de la consagración de la humanidad al Inmaculado Corazón de María, obra de Pío XII, es su referencia a los dos tipos de paz: la paz de las armas y la paz de las almas. Lo que siempre se ha calificado como paz externa y paz interior. Esto es lo que no entra en la cabeza de nuestros estadistas en plena guerra de Ucrania: de poco vale la paz de las armas si no hay paz en las almas, es decir, si no hay paz interior, la paz de Cristo, más pronto que tarde volverán a tronar las armas.
Además, recuerden que no hay paz sin justicia, ni hay justicia sin perdón... y el perdón es para el que lo pide, es decir, para el arrepentido. Y claro está: ¿cómo vamos a conseguir la paz en Ucrania si ni tan siquiera sabemos en qué consiste la paz? Como mucho, podremos lograr un armisticio.
Chesterton:,una vez más: el peligro no viene de Moscú, sino de Washington, con la bandera arco iris izada en la Casa Blanca por el muy católico Biden
Otrosí: no olvidemos que Rusia es cristiana, ergo, es Occidente. Y que Putin todavía distingue entre verdad y mentira. Occidente no: cree en la ideología de género. Occidente se ha bestializado. Por tanto, ahora mismo, intelectualmente, Putin está más cerca de la civilización cristiana, aunque sea un señor bastante bestia, que Europa o Estados Unidos. Por tanto, lo que debería intentar Europa y, sobre todo, Estados Unidos, es atraerse a Putin, no echarle en manos de China e India.
En cualqueir caso, la guerra de Ucrania está empezando a convertirse en la guerra de la degradación de Putin. Ahora se le rebelan lso mercenarios de Wagner. ¿Qué esperaba? En la lógica del que mata por dinero está el abandonar cuando se acaba el dinero o bien cambiar a otro bando que pague más. Además, una de las leyes de la guerra es que, si dejas al enemigo sin nada que ganar, lo natural es que te haga pagar cara la victoria.
Pero volvamos a Chesterton: una vez más, el peligro no viene de Moscú, sino de Washington, con la bandera arco iris izada en la Casa Blanca por el católico Biden.