¿Qué pasa si un submarino ruso emerge y lanza 60 artefactos nucleares contra Europa o Estados Unidos? ¿Podríamos detenerlos a todos antes de que estalle en nuestras narices?
¿Quién manda en Washington? El embajador ruso Anatoli Antonov advierte que “Washington se involucra cada vez más en el conflicto de Ucrania", convirtiendo a este país en un campo de batalla con Rusia
Es es la pregunta que se hace el interesante artículo de Armstrong Economics, que lleva por título el sugerente: "La Guerra del Cambio Climático". Sí, habla de la guerra de Ucrania y recuerda que "la Administración Biden está dirigida por fanáticos del clima que nos dicen que nuestras mascotas tienen que comer insectos junto con nosotros... Estos fanáticos quieren acabar con Rusia porque produce energía y eso representa el 50% del PIB. Que los ucranianos mueran por el cambio climático no les parece un problema. De todos modos, hay demasiada gente".
¿Qué pasa si un submarino ruso emerge y lanza 60 artefactos nucleares contra Europa o Estados Unidos? ¿Podríamos detenerlos a todos antes de que estalle en nuestras narices?
Vamos, que para estos sesudos asesores de Biden, la guerra de Ucrania está sirviendo para estudiar el armamento ruso así como para los militares norteamericanos, se trata de una guerra muy aprovechable donde, además, resulta que los muertos los ponen los ucranianos.
Todo esto ocurre cuando el hombre deja de ser importante y su prevalencia la ocupa el planeta, un sujeto al que hay que preservar a cualquier coste, aunque se convierta en un planeta vacío o poblado por trashumanos.
El enemigo de Occidente no es Moscú, es Pekín. De entrada, urge una fuerza de interposición de cascos azules en el Este de Ucrania
Y así, llegamos a la conclusión de que quien habla de religión climática no es un negacionista sino un hombre sensato, porque se trata de una religión extremadamente cruel.
La solución, naturalmente, consiste en no repetir el error de 1989, cuando la caída del muro, e integrar a Rusia en Occidente... porque Rusia es cristiana y occidental. El enemigo de Occidente no es Moscú, es Pekín.
No sólo eso: el autor del brillante artículo se hace otra pregunta, que recoge de labios de un diplomático ruso: ¿Quién manda en Washington? Y más: "El embajador ruso Anatoli Antonov advierte que 'Washington se involucra cada vez más en el conflicto de Ucrania', convirtiendo a este país en un campo de batalla con Rusia".
Tras la guerra de Ucrania, volvamos a la ecuación vital adecuada: el planeta está hecho para el hombre y no el hombre para el planeta
Y por todo lo anterior, la cantinela de Pedro Sánchez y otros líderes europeos sobre la guerra de Putin resulta demasiado simple, demasiado pueril. Lo que está en juego es mucho más importante: se trata de evitar una guerra nuclear.
Ahora mismo, frente a un líder de Occidente verdaderamente senil y frente a una Europa encabezada por personajes como Sánchez, Scholz o Macron, que no ven más allá de sus tópicos, algunos nos aferramos a la posibilidad de un acuerdo de paz sensato, comentado en ambientes diplomáticos, que tendría lugar con el envío de cascos azules para crear una zona desmilitarizada en la frontera este de Ucrania con Rusia. Pero, una vez detenido el conflicto, lo que urge es atraer a Moscú hacia Occidente, con Putin o sin él, pero dejando de hablar de la tontuna de la "guerra de Putin"... y abandonando la religión climática para volver a la ecuación vital adecuada: el planeta está hecho para el hombre y no el hombre para el planeta.