El Partido Popular Europeo, la antigua democracia cristiana, no deja de ser una broma: ya no le queda nada de cristiana y cada día resulta menos demócrata, una vez que ha aceptado los postulados de los delitos de odio y de los Objetivos de Desarrollos Sostenible (ODS).

La vieja Democracia Cristiana Europea no sólo ha renunciado a su fe cristiana que le dio nombre sino a un mínimo liberalismo que garantice la libertad, la propiedad privada y un pizca de centrismo que posibilite una convivencia no regida por la coña de los delitos de odio, una coña marinera penada en España con hasta cuatro años de prisión. Vamos, que con los delitos de odio, tan queridos por Von der Leyen, la libertad de expresión, sencillamente, deja de existir.

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Por resumir: con estas derechas no necesitamos izquierdas en Europa. La política germana es el arquetipo de la progre de derechas: abortista, feminista, defensora de la ideología de género y de la homosexualidad, feminista y, encima, pelín belicista. Sí, porque ha prometido crear el ministerio (comisaría) europeo de Defensa. A ver cómo lo hace, porque el ejército siempre ha sido una cuestión nacional, al menos para el único ejercito nuclear de la Unión: Francia. 

En cualquier caso, llama la atención que Ursula von der Leyen, ¡ya antes de las europeas!, se postula como candidata de la Comisión Europea para un segundo mandato. Máxime para una candidatura en la que deben ponerse de acuerdo 27 partidos de derechas y de otros tantos países. Oiga, y que esos partidos ganen las elecciones.