Primero Vladimir Putin, luego el presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko: ambos han amenazado a Polonia. Y lo curioso es que esta vez estamos hablando, no de Ucrania sino de un país miembro de la OTAN... ¡desde 1999!
Putin ya está en el panteísmo de la Madre Rusia, perfectamente compatible como la Rusia soviética que Vladimir empieza a añorar.
Polonia, por contra, es uno de los pocos países cristianos que quedan en Europa, tanto es así, que en Bruselas le persiguen, porque hace tiempo que la Unión dejó de ser cristiana. Pero lo que es concebible es que la OTAN no responda a las amenazas de Rusia como debería hacerlo. Así: Moscú, un ataque contra Polonia significará la respuesta inmediata de la OTAN, de toda la OTAN.
Putin ha caído en el panteísmo nacionalista, de suyo homicida. En Moscú, Cristo está siendo sustituido por la Madre Rusia
Recuerden que Rusia tiene al menos dos cuentas históricas pendientes:
- El Ejército Rojo de Tolstoi, que pretendía llegar a Gibraltar fue detenido y derrotado en Varsovia por el mariscal polaco Józef Piłsudski. El internacionalismo proletario murió en Varsovia.
- En Polonia y con San Juan Pablo II, se hundió el imperio soviético.
Y ahora, como un tercer insulto al nacionalismo ruso, Polonia ha abierto sus puertas a 2 millones de ucranianos, más de la mitad del total de refugiados provocados por la invasión de Putin.
Rusia no ha olvidado que Polonia detuvo al comunismo y setenta años después lo destrozó. Como no ha olvidado que ahora ha sido el generoso refugio para el pueblo de Ucrania
Y mientras la OTAN mira hacia otro lado porque son ucranianos, Bruselas cerca a Polonia, como ejemplo de país antidemocrático de la UE, junto a Hungría. Sencillamente, porque la cristiana Polonia no acepta la estupidez.
Mientras, Occidente está perdiendo, definitivamente, a Rusia, cada día más nacionalista, cada día más panteísta y, por tanto, cada día más homicida.