Al parecer, el terrorista -¿qué otro nombre podemos darle?- que atentó contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, era una escritor que decidió influir, no mediante la pluma, sino a tiro limpio. Esto de que el universo de la cultura se dedique ahora a vaciar los cargadores tiene un punto tragicómico, que describe bien a la actual Europa.
Tirotean al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico. Está en estado grave ahora mismo en el hospital. pic.twitter.com/Bxx2eG2dlp
— Wall Street Wolverine (@wallstwolverine) May 15, 2024
Fico ha salvado la vida, pero mucho me temo que, en plena campaña electoral, para el Europarlamento (9-12 de julio) el atentado no va a servir para reducir la crispación -que ya se ve que no sólo es cosa de Europa- sino para lo contrario: ahora hay que castigar la violencia y el odio crecientes... con violencia democrática -que no por democrática deja de ser violenta- y reduciendo la libertad de expresión para conjurar el odio.
Recuerden: con el odio ocurre lo mismo que con el bulo. Para evitar el odio melodramático de los delitos de odio, se dispara el odio real por todo lo que huela a cristiano. Para luchar contra los bulos de Internet, el poder, en nombre de la democracia, decide qué es verdad y qué es mentira y, de paso, quién está capacitado para decir lo que es verdad y lo que es mentira.
El lío conceptual europeo se dispara desde el momento en el que el progresismo considera que todo lo cristiano es ultra y que el liberalismo es malo pero el globalismo capitalista es bueno, moderno y democrático y hasta izquierdista
Volviendo a Fico y al miserable que ha atentado contra él en plena calle, a disparo limpio. En Bruselas se han escandalizado y enseguida, por ese patio de monipodio en que se ha convertido la capital de la UE, ha empezado a cundir la sospecha acusadora: la culpa es de Moscú, el atentado es cosa de Vladimir Putin. Ahora bien, ¿está Moscú detrás de este atentado? Eso sólo podría interpretarse como la ejecución de un disidente. Porque Fico se ha distanciado de la política bruselina y norteamericana de armar a Ucrania para que sean los ucranianos quienes se enfrenten al enemigo ruso. Ya saben: Occidente pone la armas y Ucrania pone los muertos. Pues bien, Fico no participa de ese esquema, por lo que ha sido catalogado en el pasado como el amigo de Putin y de Orban. Fico es partidario de enviar ayuda humanitaria a Ucrania, pero no armas. No creo que Robert Fico sea el hombre al que el Kremlin quiera eliminar.
Eso sí: lo que está claro es que el atentado contra el primer ministro de Eslovaquia ha disparado el lío ideológico en una Europa descristianizada.
Así, alguien ha definido al gobierno de Bratislava como una alianza entre populistas de izquierda y ultranacionalistas. ¿Y eso qué significa? Pedro Sánchez, por ejemplo, no acepta que exista populismo de izquierdas o al que existe -Podemos y Sumar- le califica como demócrata progresistas. Además, para el progresismo, verdadero cáncer intelectual de Europa, sólo existe progres y ultras. La gente que manda en Europa ha conseguido, de hecho, que todo lo cristiano, precisamente el sustrato fundador de la Unión Europea, pueda ser calificado de ultra.
Para entendernos, el lío conceptual europeo se dispara desde el momento en el que el progresismo considera que todo lo cristiano es ultra y que el liberalismo es malo pero el globalismo capitalista es bueno, progresista y democrático. Es más, el capitalismo globalista, se ha convertido en el nuevo sueño de la izquierda, que ya sueña con una eurocracia dominante desde Bruselas e incluso con un gobierno mundial en el que la discrepancia se reduzca al "está conmigo o contra mí".
¿Está Moscú detrás de este atentado? Eso sólo podría interpretarse como la ejecución de un disidente. Asesino de extrema derecha pro-Putin... ¿Seguro que Putin es de extrema derecha y no de extrema izquierda?
Desde luego, en ese mundo no tiene cabida ni su principal adversario -el cristianismo ni los Estados-Nación, cuna del patriotismo que indefectiblemente, pasan a ser cosa de la ultraderecha y la fachosfera. Lo cachondeable de este pensamiento, es que concluye que Fico sería algo próximo a un ultraderechista, amigo de Putin y de Orban... convertido en víctima Putin y Orban... y átenme esa mosca por el rabo.
Lo único claro es que la violencia crece en Europa y, al mismo tiempo, se dramatiza el odio para reducir la libertad. En nombre del progreso y la democracia, naturalmente. Buena prueba de ello es que el atentado de Fico no ha servido para unir al crispado parlamento eslovaco, sino todo lo contrario. El gobierno eslovaco ya le ha echado la culpa a la oposición eslovaca por -¿a que no lo adivinan?- propagar el odio. Es la dramatización del odio para justificar la venganza o la lucha contra el bulo para convertir la mentira oficial en verdad popular.
Y por cierto, no es la vioenca policial lo más preocupante en la Europa de hoy, sino la violencia que genera la multiculturalidad por un lado y la pornografia (que conduce la violencia sexual), por el otro. Ambas violencias causa o efecto de un continente que no ha sabido mantener sus principios cristianos, los principios fundadores de Europa.
En resumen, la pregunta que define a la actual Europa es la misma, con distinto objetivo, que aún se puede escuchar en los pueblos del norte de España cuando llega un forastero: ¿Y tú de quién eres? Sólo que en el mundo rural se refiere al parentesco del nuevo vecino mientras que en la Europa descristianizada la pregunta se refiere a tu ideología. Ya saben, para saber si eres de los nuestros o de los otros, aunque cada día la auto-identificación resulte más compleja. Es decir, cada día es más difícil saber quiénes son los nuestros.
¿La solución? La de siempre: recristianizar Europa y, con ella, el mundo.