Las cosas se ponen cada vez más complicadas para Sánchez. Él quiere aguantar en el poder, sobre todo porque a España le corresponde la presidencia de la Unión Europea a partir del 1 de julio de 2023, y no hay cosa que más le guste a su sanchidad que estar presente en el exterior. Ya lo dijimos, entre sus opciones, no presentarse a las próximas elecciones y optar a presidir la Comisión Europea en mayo de 2024.
Ahora bien, para eso resulta imprescindible mantenerse en Moncloa hasta final de legislatura, algo que se torna cada vez más complicado para don Pedro: tendría que aguantar hasta 2024, y tras el resultado de las elecciones andaluzas, sumado a que cada día le es más difícil llegar acuerdos con Podemos, y a los constantes rumores de un cambio en su gobierno, hacen que la idea de que "el Gobierno está fuerte y sólido", suene a broma. Los enfrentamientos de la coalición son constantes, numerosos y, últimamente, radiados públicamente. Si bien es cierto que los morados necesitan a los socialistas porque no tienen a dónde ir si no es como parásitos en la Ejecutiva, los del PSOE poco pueden hacer sin el apoyo de Podemos, además, necesitan de la Memoria Histórica de los podemitas, de las ideas de Garzón, de las ocurrencias de Echenique y de las Irenes y Iones para lanzar sus cortinas de humo que enmascaren lo evidente: la economía no es que no marche, es que es un desastre.
Nos creamos o no la situación 'idílica' del Gobierno de coalición, la realidad es que Pedro tendría que aguantar tanto como le fuera posible, y convocar elecciones en el momento más favorable. Por ahora, todas las encuestas, menos el CIS, le otorgan la victoria a Feijóo. En las filas socialistas se habla de un 'superdomingo', y hacer coincidir las elecciones municipales, que suelen ser favorables para la izquierda, con las generales, algo que no gusta a los barones y alcaldes del PSOE, que ven que pueden ser arrastrados por la mala tendencia de Sánchez y, al igual que pasó en Andalucía, que un Pedro en campaña genere un efecto negativo en los votantes.
Por lo que parece que solo queda una salida para Sánchez, resistir, sea como sea y al precio que sea, y convocar elecciones solo en el caso en el que Europa le diga que la situación es insostenible. Hasta hace pocos días, sólo algunos, por ejemplo Hispanidad, se atrevían a hablar de recesión en España, pero la inflación disparada, que dificulta llegar a fin de mes, y el derrumbe de algunos sectores han popularizado la palabra, y ahora pueden leer que el otoño se avecina duro y que la inflación nos espera a la vuelta de la esquina en todas las portadas.
En las filas socialistas se habla de un 'superdomingo', y hacer coincidir las elecciones municipales, que suelen ser favorables para la izquierda, con las generales, algo que no gusta a los barones y alcaldes del PSOE, que ven que pueden ser arrastrados por la mala tendencia de Sánchez
Pues bien, al igual que hizo su predecesor socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, Sánchez sabe que Bruselas es perfectamente consciente de la quiebra que va a sufrir España, y que le va a obligar a cambiar cosas de manera drástica y urgente, medidas que, como es el caso de las pensiones, no son nada populares, y que pueden costarle la presidencia, porque la recesión que viene supone el fin del Estado del Bienestar, base del programa socialista.
¿Solución? En cuanto Bruselas le diga 'hasta aquí hemos llegado', antes de tener que tomar medidas: convocar elecciones.