El Día Internacional de la Mujer se celebra el 8 de marzo (más conocido como 8-M) tras ser declarado por Naciones Unidas en 1975 y como saben, se acaba de conmemorar recientemente. Sin embargo, el verdadero 8-M, la lucha por la igualdad femenina no se juega en Occidente, sino en África, Hispanoamérica, Asia y Oriente Medio, donde la mujer se enfrenta a desigualdad con mayúsculas y a falta de derechos humanos.
Precisamente, en estos lugares han surgido iniciativas interesantes para ayudar a que las niñas y las mujeres tengan una mejor vida, aunque no copan tantos minutos en los informativos como las manifestaciones del pasado 8-M. Entre ellas, está el programa ‘La Luz de las Niñas’, puesto en marcha por la asociación sin ánimo de lucro jesuita Entreculturas: hasta la fecha ha atendido a 32.000 niñas con proyectos en 15 países.
La asociación sin ánimo de lucro jesuita Entreculturas ha atendido a 32.000 niñas en 15 países
Este año, la cantante Rozalén ha querido acercarse de nuevo a ‘La luz de las Niñas’, para mostrarles su apoyo, pero en esta ocasión ha viajado a Chad, uno de los países más difíciles para combatir las desigualdades que sufren las niñas, donde dos de cada cinco mujeres han sido víctimas de alguna forma de mutilación genital femenina siendo niñas. El viaje se hizo lugar entre el 24 de febrero y el 5 de marzo, al que también asistió Beatriz Romero, la intérprete de lengua de signos que acompaña a Rozalén en sus actuaciones.
En Chad, Entreculturas trabaja con sus socios en el terreno (el Servicio Jesuita a Refugiados, y Fe y Alegría). En este país africano, las niñas enfrentan muchas trabas para acceder a la educación, que están relacionadas con algunas prácticas culturales muy arraigadas y discriminatorias -por ejemplo, la mutilación genital femenina-. “Queremos que brille su luz. Las niñas tienen derecho a una infancia en igualdad de oportunidades, libre de miedos, de amenazas y agresiones”, según explica Raquel Martín, directora de Comunicación y Desarrollo Institucional de Entreculturas.
“Es un privilegio volver a viajar con Entreculturas esta vez a un país de África”, dijeron Rozalén y Beatriz Romero antes de embarcarse, pues el año pasado conocieron de primera mano el trabajo de ‘La Luz de las Niñas’ realiza en Guatemala. “Viajamos con los sentidos abiertos y con muchas ganas de conocer cómo es el día a día de los campos de refugiados y poder dar voz. Se crea algo muy potente con la música, un vínculo muy especial, las personas somos mucho más parecidas de los que pensamos y a todas las personas nos preocupa nuestro futuro”.
Se crea algo muy potente con la música, las personas somos mucho más parecidas de los que pensamos y a todas nos preocupa nuestro futuro, afirma Rozalén
En Chad, Entreculturas apoya a 13.107 niñas y adolescentes a través del reparto de material para la higiene personal, la construcción de letrinas y espacios seguros (en los ‘clubes de niñas’ pueden expresar sus preocupaciones sobre temas como la menstruación, los cambios físicos y emocionales de la pubertad o la violencia sexual, entre otros). También se apuesta por la formación y se intenta prevenir el abandono escolar, también se forma en salud, y un fin de semana se cita a la comunidad y a las familias para concienciarles sobre la importancia de la educación de las niñas y para prevenir el matrimonio infantil.
En su viaje, Rozalén y Beatriz Romero visitaron los campos de refugiados (en Chad hay 400.000 personas en esta situación) de Goz Beida y participaron en un evento a favor de las niñas en Ndjamena junto a Yasmine Abdallah, artista y activista chadiana por los derechos de las niñas, y Sima Isaak, una joven refugiada de Goz Beida y referente del programa ‘La Luz de las Niñas’ en Chad. Además, pudieron conocer testimonios como los de Sima y su madre Aisha, sobre distintos tipos de violencia y discriminación que enfrentan las niñas, jóvenes y mujeres y que vulneran sus derechos fundamentales, sobre todo, el de la educación: la tasa de alfabetización se sitúa en el 31,8% de la población adulta (la femenina es de sólo el 12,8%).
Paralelamente, Entreculturas participa en la 64ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CCJSM) de Naciones Unidas que tiene lugar en Nueva York, donde se revisa y evalúa la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, así como la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995). Cita que debido al coronavirus se ha limitado, por ahora, a una reunión y se ha suspendido hasta nuevo aviso. La ONG jesuita busca apoyos para impulsar una protección internacional efectiva de los derechos de las niñas, donde cada país debe: garantizar una educación de calidad y libre de violencia, pues las escuelas deben ser espacios protectores y seguros; generar mecanismos de denuncia y de respuesta a la violencia accesibles y confidenciales; y desarrollar sistemas de protección ante la violencia hacia las niñas que coordinen los sectores de justicia, servicios sociales, salud y educación.
En Chad, las mujeres ven vulnerado su derecho a la educación: su tasa de alfabetización es del 12,8%, frente al 31,8% de la población adulta
El compromiso con la visibilización y el desarrollo de las mujeres de Entreculturas se puede ver en otras iniciativas, como la campaña ‘Mujeres que construyen futuro’, lanzada para el pasado 8-M. En esta, se muestra a mujeres con ganas de construir su futuro y contribuir al de sus comunidades, que no se rinden a pesar de las dificultades y siguen trabajando para transformar su realidad. Entre ellas, están las protagonistas de la campaña: Yrian, Nur, Texia y Anitalia.
Yrian es una de las miles de mujeres de Venezuela a las que la situación del país le obligó a separarse de sus cinco hijos en busca de una vida mejor en Brasil, donde el Servicio Jesuitas a Migrantes y Refugiados (SJMR) y Entreculturas tienen un programa de ayuda humanitaria e integración para migrantes forzosas venezolanas. “Mi sueño es establecerme aquí en Sao Paulo con mis hijos, ayudarles en lo posible hasta que puedan depender de ellos mismos”, afirmó.
Según el último informe de Unicef, 12 millones de niñas son obligadas a casarse en el mundo (sobre todo, en África, Oriente Medio y Asia)
Nur vive en un campo de refugiadas de Amnabak (Chad) con su hijo pequeño que cría sola en unas duras condiciones de vida: “Me quedé embarazada y esto me creó un problema, porque no estoy casada. No podía estar delante de la comunidad o de mis amigos”, explicó. Según el último informe de Unicef, 12 millones de niñas son obligadas a casarse en el mundo (sobre todo, en África, Oriente Medio y Asia) para poder aportar alimentos o dinero en su hogar, siendo madres muy jóvenes y viéndose obligadas a abandonar sus estudios.
Texia se apuntó a un curso de soldadura de Fe y Alegría en Ecuador, rompiendo los esquemas y pese a las dificultades en casa: quiere ser soldadora de barcos y está convencida de que la educación le abrirá las puertas para poder elegir la vida que desea: “Si yo me creo capaz, yo lo voy a poder lograr. El hecho de ser mujer u hombre no tiene nada que ver”.
Si yo me creo capaz, yo lo voy a poder lograr. El hecho de ser mujer u hombre no tiene nada que ver, señala Texia, en la campaña ‘Mujeres que construyen futuro’
Por su parte, Anitalia lidera el pueblo indígena Okaina, en Colombia, luchando por defender sus derechos. Una muestra de que la mujer está íntimamente ligada a la preservación de la naturaleza y sus recursos, pero durante años fueran obligadas a extraer estos recursos para el beneficio de otros. “Ni la mujer es menos, ni el hombre es más. Hay trabajos que compartimos, otros individuales, pero todos para un fin común: la construcción de la familia y del hogar”.
Ni la mujer es menos, ni el hombre es más. Hay trabajos que compartimos, otros individuales, pero todos para un fin común: la construcción de la familia y del hogar
Otra de las iniciativas que apoya Entreculturas (así como otras ONGs, como Alboan y Oxfam Intermón) es el documental Cholitas, que se presentó recientemente en España y se estrenará el día 22 en Movistar. Sus protagonistas son mujeres valientes que son escaladoras y guías de montaña en Bolivia con sus faldas tradicionales, mostrando al mundo una manera inspiradora de ser mujer, de vivir la tradición y de relacionarse con la madre naturaleza. Lidia Huayllas es una de las cinco cholitas que protagonizan el documental, donde se narra su expedición al Aconcagua (6.952 metros), la montaña más alta de América. “A nosotras se nos discrimina por ser aymaras, mujeres indígenas. Siempre tenía curiosidad de subir a la cumbre, de ‘hacer cima’ ¿Por qué no lo podemos hacer nosotras, por qué no podemos escalar?”, explicaba Huayllas en España, “poder hacerlo es un sueño hecho realidad, y tras enfrentar el Aconcagua, la más alta de América, hoy me siento libre de poder hacer lo que quiero”.
@ Fotografías de Entreculturas