Vivimos en un mundo donde la sostenibilidad tiene cada día más importancia, con la sociedad cada vez más concienciada por cuidar el medio ambiente y reducir el consumo de plástico para evitar que millones de toneladas sigan llegando a mares y océanos (había unas 150 millones en 2015 y cada año se vierten unas 13 millones más). Por ello el aluminio y el vidrio cobran protagonismo como alternativa al plástico para cuidar más el planeta.
Conviene tener en cuenta que España es el segundo país europeo, tras Noruega, que más plástico recicla por habitante, según datos de 2018 que se recogen en el informe de PlasticsEurope sobre la situación de 2020. Algo muy positivo, dado que es el cuarto país del viejo continente que más plásticos demanda: 3,95 millones de toneladas, que representan el 7,8% de las 50,7 millones de toneladas que demanda Europa. Por lo que el aluminio y el vidrio tienen gran potencial para hacerse un hueco.
Empecemos por el aluminio, que lo ha hecho en un escaparate de gran expectación mediática mundial: la 54 final de la Super Bowl, la final de la liga nacional de fútbol americano (NFL), aunque este año congregó a 96,4 millones de espectadores, el dato más bajo desde 2007. Los que pudieron disfrutarla en vivo y en directo en el Hard Rock Stadium de Miami también probaron los vasos de aluminio, los cuales sustituyeron a los de plástico que normalmente se utilizan, y así ayudaron a reducir la cifra de cerca de 40 millones de toneladas de todo tipo de residuos que se generan en este gran evento deportivo cada año.
El aluminio es un metal muy ligero 100% reciclable, puede ser moldeado con facilidad, es un buen conductor de la electricidad y del calor, y presenta una baja tendencia a la fragilización a bajas temperaturas
En total, 50.000 vasos de aluminio que se pusieron a disposición de los asistentes a la Super Bowl. Todo ello gracias al acuerdo entre Centerplace, compañía del grupo francés Sodexo encargada del catering del estadio; Bud Light, la cerveza oficial de la NFL y una de las marcas de la primera cervecera del mundo (la belga Anheuser-Busch InBev); y la estadounidense Ball Corporation, que es el mayor fabricante de latas y tapas de aluminio para bebidas y otros productos. Esta última fue la encargada de realizar los 50.000 vasos que después de la Super Bowl se han utilizado en otros eventos, como partidos de la NFL y otros acontecimientos deportivos, y conciertos.
¿Y por qué se eligió hacerlos de aluminio? Sencillo, principalmente porque es un metal muy ligero que es 100% reciclable, por tanto muy sostenible. Claro que también es muy maleable, es decir, puede ser moldeado o trabajado con facilidad; es un buen conductor de la electricidad y del calor, y presenta una baja tendencia a la fragilización a bajas temperaturas. Por todo esto es el metal más usado, tras los metales ferrosos (el hierro y sus aleaciones -como el acero inoxidable, el acero al carbono y el hierro forjado, entre otros-), y es el más abundante de la corteza terrestre, pero no se encuentra en estado natural, sino como mineral de aluminio compuesto, y en su fabricación, cabe distinguir entre el aluminio primario y el secundario.
El aluminio es el metal más abundante de la corteza terrestre, pero no se encuentra en estado natural y en su fabricación, cabe distinguir entre el aluminio primario y el secundario
El primario se obtiene directamente de la bauxita, que es el mineral de aluminio más utilizado en la industria. En la primera fase, se aísla la alúmina u óxido de aluminio del resto de minerales, lo que se denomina proceso Bayer: se tritura la bauxita hasta lograr un polvo fino que se mezcla con sosa cáustica líquida y se calienta a alta presión, la sosa disuelve los compuestos del aluminio y los materiales no alumínicos se separan del resto, después se enfría para recristalizar el hidróxido y separarlo de la sosa y este se calcina a temperaturas cercanas a los 1.000 ºC para formar la alúmina. En la segunda fase, el objetivo es extraer el aluminio de la alúmina mediante electrólisis (se obtiene el metal a partir de un compuesto calentándolo hasta fundirlo y aplicando corriente eléctrica al baño): se mezcla el fluoruro de sodio, que actúa de fundente en la fusión a 900 ºC, y se somete a la electrólisis sumergiendo electrodos de carbono en unas cubas y aplicando corriente eléctrica, la cual descompone la alúmina en oxígeno y aluminio, proceso que emite dióxido de carbono (CO2) y que requiere de un elevado consumo de energía (unos 14 kilovatios-hora para un kilo de aluminio), y después el aluminio obtenido pasa al horno para purificarse o alearse con otros metales.
Por su parte, el aluminio secundario es el aluminio reciclado, el cual se fabrica mediante un conjunto de procesos que permiten usarlo de nuevo al final de su vida útil. Conviene destacar que conserva su calidad durante el proceso de reciclaje y para su refundición no se necesita tanta energía como para el primario (entre 2 y 4 kilovatios-hora por cada kilo de aluminio) y se reducen las emisiones de CO2. En la mayoría de los casos, el primer paso es eliminar el magnesio que pudiera haber en la chatarra y después se procede a la fusión, diferenciándose dos tipos según el tipo de horno y si se usan o no sales fundentes. En el caso de utilizar estas, se consigue un mayor grado de recuperación del aluminio porque disminuyen la oxidación del metal durante la fusión.
El aluminio secundario es el reciclado: conserva su calidad durante el reciclaje y para su refundición se necesita menos energía que en el primario
Todo esto refleja que la producción del aluminio es compleja, sobre todo la del primario, que implica más emisiones de CO2 y un elevado consumo de energía eléctrica. Asimismo, hay que tener en cuenta algunas cifras: cuatro toneladas de bauxita generan dos toneladas de alúmina y de estas, mediante electrólisis, se obtiene una tonelada de aluminio. De ahí que el secundario, es decir, el reciclado sea el más utilizado.
Y del aluminio pasamos al vidrio. Se trata de un material duro, frágil y transparente o translúcido, que está en la naturaleza (este cristal puro procede de la cristalización de gases en el interior de las rocas) o bien puede ser producido por el ser humano: está compuesto de arena de sílice, carbonato de sodio y caliza, que se funden a temperaturas muy altas (entre unos 1.200 y unos 1.500ºC), lo que requiere de grandes cantidades de energía.
El vidrio es uno de los materiales que más ventajas ofrece desde el punto de vista ambiental porque es 100% reciclable, manteniendo las mismas propiedades, y su reciclaje es ilimitado, por lo que su vida es eterna, a pesar de que se puede romper en mil pedazos. Conviene tener en cuenta que el plástico se puede reciclar, como mucho, cuatro o cinco veces, y que en dicho proceso deja sustancias contaminantes, mientras que el vidrio permite un número ilimitado de reciclados y no tiene contaminantes. De hecho, si se elevara un 10% la reutilización de los envases de vidrio, se reducirían en 7.000 millones las botellas de plástico que hay en el mar.
El vidrio es uno de los materiales que más ventajas ofrece desde el punto de vista ambiental porque es 100% reciclable, manteniendo las mismas propiedades, y su reciclaje es ilimitado
El reciclaje del vidrio y su reutilización suponen varias ventajas, principalmente ahorro de materias primas, energía y emisiones. En primer lugar, permite cerrar el ciclo de residuos, siendo un ejemplo de la ahora tan sonada economía circular, y sustituir las materias primas minerales, evitando la destrucción de terrenos en su extracción: el reciclaje de 3.000 botellas de vidrio ahorra más de una tonelada de materias primas, según Ecovidrio. Esta entidad sin ánimo de lucro gestiona la recogida selectiva de residuos de envases de vidrio en España y calcula que su reciclaje ahorra un 23% de la energía consumida en su fabricación, reduce la contaminación del aire un 20% al quemar menos combustible para producir nuevos envases, y también disminuye las cantidades de materiales depositados en vertedero.
Ecovidrio tiene más de 200.000 contenedores verdes repartidos por nuestro país y es ahí donde empieza la recogida selectiva: los ciudadanos y hosteleros depositan allí botellas, botellines y tarros usados. Estos son recogidos por camiones que sólo transportan residuos de envases de vidrio, lo hacen con sólo un 2% de residuos impropios, y los llevan a las plantas de reciclaje, donde se separan, se limpian sin usar agua y se trituran en pequeños fragmentos, obteniéndose el calcín, que pasa a ser recurso. Los vidrieros adquieren el calcín que funden en sus fábricas para producir nuevos envases que después las compañías envasadoras rellenan con sus productos, etiquetan y ponen a disposición de los consumidores en las tiendas y de los hosteleros. Y de nuevo, tras consumir lo que hay en su interior, los envases de vidrio pueden volver a ser reciclados al depositarse en el contenedor verde y volviendo a recorrer toda la cadena.
Si se elevara un 10% la reutilización de los envases de vidrio, se reducirían en 7.000 millones las botellas de plástico que hay en el mar
Claro que en estos tiempos en que el reciclaje ha vuelto a coger impulso y el vidrio puede pasar por el proceso un número ilimitado de veces, siendo además tan ventajoso en términos de ahorro de materias primas, energía y emisiones, también se ha hecho un positivo viaje al pasado: han vuelto los envases de vidrio retornables. ¿Recuerdan cuándo iban a la lechería o a la tienda a comprar una botella de leche, gaseosa o cerveza y tenían que entregar una vacía? Sí, sucedía en el siglo pasado, pero ahora se ha convertido en algo de lo más moderno. Así se puede ver, por ejemplo, en Loop, una plataforma de compra lanzada por la empresa estadounidense de reciclaje TerraCycle, la cual llegó a Francia en la primavera de 2019 gracias a un acuerdo con Carrefour para ofrecer a los clientes los productos del lineal convencional pero en envases sostenibles y retornables (botellas de vidrio y cajas de metal, sobre todo), que se adquieren de forma online y se entregan a domicilio en bolsas reutilizables. Al comprar un producto, se paga una pequeña cantidad en concepto de depósito por el envase, la cual no hay que volver a pagar cuando se compre el mismo producto en otra ocasión. Loop también se encarga de recoger los envases, los limpia sirviéndose de una tecnología similar a la usada para esterilizar los dispositivos médicos y luego os reutiliza en nuevos pedidos. Y así, se vuelve a empezar el círculo que cada vez es más grande, porque TerraCycle ya opera en más de 21 países de América, Europa y Asia Pacífico (EEUU, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, China, Japón, Australia y Nueva Zelanda, entre otros).