Es cierto que la situación de los países desarrollados es mucho mejor que la de los del Tercer Mundo, pero también hay fuertes desigualdades y personas en dificultades. Hace unas semanas, España ha ratificado la Carta Social Europea revisada, que salvaguarda el derecho a la protección contra la pobreza y la exclusión social, entre otras cosas, y entrará en vigor el próximo 1 de julio. Algo que ha ocurrido en un contexto que no es baladí, porque la pandemia del Covid-19 no sólo ha provocado una grave crisis sanitaria sino también económica, y entre sus numerosas consecuencias está el aumento de la pobreza severa (vivir con menos de 16 euros al día): en nuestro país, el incremento podría ser de 800.000 personas, superando los 5 millones, según un estudio de Intermón Oxfam.
Con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se celebra cada 17 de octubre en todo el mundo, se conoció el último informe sobre el estado de la pobreza mediante el estudio de la evolución del indicador AROPE entre los años 2018 y 2019. En el caso español, se reflejaba que 11,8 millones de personas (es decir, el 25,3% de la población) estaban en riesgo de pobreza o exclusión social antes de que llegara el coronavirus, unas tristes cifras que crecerán. Una muestra de ello se pudo ver en el vídeo de la campaña del citado Día Internacional en 2020, donde se refería que ya había 12,3 millones de personas en dicha situación de vulnerabilidad.
Al inicio de 2019, los Bancos de Alimentos atendían a 1.050.000 personas, pero al terminar 2020, ya había 1.560.000... En los primeros meses de este año, las solicitudes en Cáritas aumentaron un 57% y unas 500.000 personas llamaban por primera vez
Otro ejemplo se puede ver en que a comienzos de 2019, los Bancos de Alimentos atendían a 1.050.000 personas, pero al terminar 2020, ya había 1.560.000 personas demandantes y la cosa no pintaba bien al inicio de este año: en los primeros meses, las solicitudes recibidas en Cáritas habían aumentado un 57% y unas 500.000 personas llamaban por primera vez. Algo que se ha podido ver en las denominadas colas del hambre que han surgido por todo el país para recoger alimentos en distintas ONGs y entidades sociales, y que son más largas que antes de la pandemia. En la labor social y asistencial, destaca el papel de la Iglesia, que ha atendido a más de 4 millones de personas entre los años 2010 y 2019, incrementando casi un 72% sus centros asistenciales, sumando 3.826 y llegando a 9.163.
No hay que olvidar que la crisis del coronavirus ha llegado años después de otra crisis económica (la de 2008) y en un momento en que la tasa de paro sigue siendo elevada. Actualmente este indicador se sitúa en el 15,98%, según la última Encuesta de Población Activa (EPA), la relativa al primer trimestre, donde también se refería que el empleo había bajado en 474.500 personas en los últimos 12 meses, a 19,20 millones; que el paro había aumentado en 341.000 personas, hasta 3,85 millones. Pero ojo, porque no se incluía a 1,1 millones de personas que no están en búsqueda activa de empleo ni a los afectados por ERTE (los cuales a mediados de este mes han bajado de 600.000 por primera vez desde que empezó la pandemia), una medida que acaba de ser extendida hasta el 30 de septiembre.
En la labor social y asistencial, destaca el papel de la Iglesia, que ha atendido a más de 4 millones de personas entre los años 2010 y 2019, incrementando casi un 72% sus centros asistenciales, llegando a 9.163
La destrucción de empleo ha afectado con mayor intensidad a las mujeres y a los jóvenes menores de 30 años: de hecho estos últimos representan el 25% de los parados de nuestro país. Y la situación de las familias con hijos pequeños (de cero a seis años) también ha empeorado notablemente con la pandemia, como recoge el último boletín sobre la vulnerabilidad social, titulado ‘La crianza en la Primera Infancia’, de Cruz Roja Española: el 83% de las 45.027 que atiende esta ONG está en situación de pobreza extrema después de que sus ingresos se hayan reducido a la mitad. Toni Bruel, coordinador general de Cruz Roja Española, ha señalado que estas familias tienen unos ingresos mensuales medios de 762 euros, pero un 25% cuenta con menos de 430 euros y la mitad de las familias monoparentales (en su mayoría encabezadas por mujeres) ingresa menos de 500 euros. Es cierto que la pandemia, sobre todo, por sus efectos en el empleo, les ha golpeado fuertemente, aunque ya sufrían la precariedad laboral de antes: entre los integrantes de estas familias hay un 55% de desempleo, de los que un 49,5% son parados de larga duración, y el 39% de los hogares atendidos tiene a todos sus miembros en paro.
Ante este escenario se hace cada vez más necesario una verdadera apuesta nacional contra la precariedad laboral e iniciativas como la de Cáritas acompañando a las personas vulnerables en la búsqueda de empleo y en la mejora de sus competencias. De hecho, en su último informe anual de Economía Solidaria, correspondiente a las acciones desarrolladas en 2020, se señala que acompañó a 60.055 personas, de las que 10.153 (un 17%) lograron acceder a un puesto de trabajo.
El 83% de las 45.027 familias con hijos de cero a seis años que atiende Cruz Roja está en situación de pobreza extrema después de que sus ingresos se hayan reducido a la mitad
En este contexto, cobra relevancia el mensaje de los obispos para la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, que este año se celebra el 3 y el 6 de junio, bajo el lema “Conmigo lo hicisteis”, con el objetivo de “potenciar la capilaridad en los pueblos, barrios y ciudades para cuidar y acompañar tanto sufrimiento” causado por la Covid-19. Los obispos también agradecen el servicio generoso de los “discípulos misioneros de Jesucristo en Cáritas y las personas que hacen posible el servicio de la caridad en las parroquias o en otras instituciones caritativas de la Iglesia”. Asimismo recuerdan que la pandemia está dejando tras de sí muchas vidas rotas y profundas heridas que, sin embargo, están siendo cicatrizadas gracias al fomento de los lazos de colaboración, ayuda mutua y redes comunitarias que brotan de la fraternidad en una comunidad que sostiene. Algo que va en relación con la encíclica Fratelli Tutti, del Papa Francisco, donde entre otras cosas, se señala que “he ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente […] Se necesita una comunidad que lo sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!”.
Ayudarse unos a otros y eso es precisamente lo que hacen tantos voluntarios de tantas entidades sin ánimo de lucro (Cáritas, Banco de Alimentos, Cruz Roja, etc.) y todos podemos contribuir de muchas formas, aportando tiempo o dinero. Y en esto último cada vez hay más posibilidades, como por ejemplo a través de Bizum, pero también otras más tradicionales, como las casillas solidarias de la Declaración de la Renta, con las que se puede destinar el 0,7% del IRPF a ayudar al Tercer Sector y otro 0,7% a la Iglesia. El presidente de la Plataforma del Tercer Sector (que agrupa a 28.000 entidades sociales), Luciano Poyato, ha afirmado que este año se hace aún más necesario que las empresas colaboren en la campaña “para que nadie quede atrás en el proceso de reconstrucción en el que se está trabajando para superar la situación socialmente crítica que ha dejado la Covid-19”. Si entidades sociales, empresas y sociedad civil colaboran y trabajan juntos seguro que logramos que la pandemia no siga aumentando las tristes cifras de pobreza y exclusión social, porque un país desarrollado no debe permitirse que nadie se quede atrás.