Decíamos que el derecho al agua potable sigue siendo hoy una asignatura pendiente, pues 2.200 millones de personas no tienen acceso y 500.000 mueren por beber agua sucia. La contaminación es un gran problema que afecta a este recurso natural y entre sus causas, están los residuos que se van acumulando en ríos y mares, por ejemplo, multitud de plásticos y redes de pesca. Por ello, han surgido interesantes iniciativas que dan a estos residuos una segunda vida en forma de bolsas, ropa, cortinas, mobiliario y vajillas.

Es difícil saber cuánto plástico hay en nuestros mares y océanos, aunque National Geographic recogió que la mejor estimación se hizo en 2015 y decía que había más de 150 millones de toneladas. Teniendo en cuenta que unas 13 millones de toneladas de residuos plásticos se vierten al mar cada año y que, por ejemplo, una botella tarda 500 años en descomponerse, hay que tomar medidas ya… porque en caso contrario, se prevé que se podría triplicar la cifra anual de desechos para 2040, alcanzando una acumulación total de 600 millones de toneladas, según un estudio elaborado por distintos expertos.

Unas 13 millones de toneladas de residuos plásticos se vierten al mar cada año y, por ejemplo, una botella tarda 500 años en descomponerse

En estas estimaciones se basa un proyecto de investigación desarrollado por la organización sin ánimo de lucro Pew Charitable Trusts y Systemiq, una empresa de cambio de sistemas que se asocia con empresas, finanzas, responsables políticos y sociedad civil para hacer que los sistemas económicos sean sostenibles. Dicho proyecto exige la transformación de la industrial mundial de plásticos, apostando por la economía circular a través de la reutilización y el reciclaje, que conllevaría un fuerte coste (casi 500.000 millones de euros), pero que será mayor cuanto más tarde se afronte. Y de hacerse dicho cambio, estos expertos prevén que se pueda reducir un 80% el flujo anual de residuos plásticos en los mares y océanos.

Los citados expertos señalan que, aunque la producción de plástico aumentará un 40% para 2030, pero su utilización puede reducirse un 47% al elevar otras soluciones, como: la eliminación de plásticos innecesarios y la reutilización de recipientes, el compostaje y la sustitución del algunos materiales (por ejemplo, bolsas de papel o de tela para la compra), y el reciclaje. Eso sí, no hay que olvidar que la pandemia del Covid-19 ha revalorizado el plástico como material de protección, pero ojo, porque cerca del 75% del plástico que se ha generado (mascarillas, guantes y botellas de gel hidroeléctrico se convertirán en desechos que llegarán a vertederos, pero también a ríos y mares, con un grave coste para el medio ambiente, según advirtió la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad).

La producción de plástico aumentará un 40% para 2030, pero su uso puede bajar un 47% al elevar la eliminación de plásticos innecesarios y la reutilización de recipientes, el compostaje y la sustitución del algunos materiales, o el reciclaje

“La contaminación por plásticos ya era una de las más grandes amenazas a nuestro planeta antes del coronavirus. El rápido aumento en el uso diario de ciertos productos que ayudan a proteger a las personas y a detener la propagación del virus está empeorando las cosas”, explicó Pamela Coke-Hamilton, directora de comercio internacional de la Unctad. Claro que tampoco podemos olvidar el importante auge del comercio electrónico, con una avalancha de productos enviados diariamente a los hogares, que llegan envueltos en una gran cantidad de envases. Así, “los desechos de plástico son enormes”, que además tienen efectos negativos indirectos para la pesca, el turismo y el transporte marítimo que suponen unos 33.200 millones de euros en pérdidas cada año, según calcula el Programa de la ONU para el Medio Ambiente.

Por todo ello, la Unctad ha pedido a los gobiernos y empresas no sólo regular la producción y el consumo de plásticos, sino también identificar sustitutos que no provengan de combustibles fósiles, no sean tóxicos y sean biodegradables o fácilmente reciclables. En esta lista están, entre otros: el vidrio, la cerámica, las fibras naturales, el papel, el cartón, la cáscara de arroz o el caucho natural.

En el tercer capítulo de Orígenes: el principio de la solución, una webserie lanzada por La Vanguardia junto a Ikea, se puede ver al actor Jon Kortajarena conversando con el aventurero Gotzon Mantuliz sobre la contaminación que los plásticos originan en nuestras aguas dulces y saladas. Un problema en el que no sólo pueden contribuir las industrias, sino también toda la sociedad, porque los pequeños gestos también importan: reducir el consumo de los plásticos de un solo uso, cuya comercialización se ha prohibido en la Unión Europea a partir de este año; apostar por plásticos que se puedan reciclar o no tirar basura en el campo. Kortajarena añade que “ya se encuentra plástico hasta en la lluvia”, según han señalado algunos expertos.

 “Ya se encuentra plástico hasta en la lluvia”, según han señalado algunos expertos

Seaspiracy es un documental de Netflix que muestra la “conspiración” que está destruyendo la vida marina y los mares y océanos, y expone también el lado oscuro de la industria de la pesca. Está dirigido y protagonizado por el cineasta británico, Ali Tabrizi, que afirma que “hay un camión de basura lleno de plástico que se vierte cada minuto al océano y más de 150.000 millones de toneladas de microplásticos ya están allí; ahora [los microplásticos] superan en número a las estrellas de la vía láctea”. Pero considera que la “novedad” es que el problema no son solo las botellas de agua que compramos y descartamos, sino que gran parte de la contaminación por plástico viene de los productos de la pesca, como las redes, que terminan enredadas en las grandes “islas” de basura que se han formado en el océano Pacífico y que van arrastrando mucha de la basura que se junta en la zona. Como se dice en el documental, las redes de pesca en el mar podrían dar unas 500 vueltas a la Tierra y, según los expertos, son incluso más peligrosas que las pajitas. 

 

Ante preocupante escenario y el problema de la contaminación de mares y océanos, han empezado a surgir iniciativas de recogida de residuos plásticos y redes de pesca. Una de las más recientes es un robot denominado ‘Nautilus’ que limpia aguas superficiales marinas que ha sido diseñado por cuatro ingenieros de la empresa coruñesa Bahía Norte: funciona por radiocontrol o de forma autónoma gracias al software que lleva asociado a Google Earth tras programarse su recorrido, y gracias a sus sensores, como el famoso aspirador doméstico Roomba, puede evitar obstáculos. La empresa concesionaria de la limpieza del Puerto de La Coruña ya ha adquirido la primera unidad para recoger residuos marinos.

 “La gente debe ser consciente de que la basura no es solo basura, simplemente está en el lugar equivocado”, afirma la artesaba brasileña Nara Guichon 

Y tras la recogida llega la transformación. Por ejemplo, la artesana brasileña Nara Guichon se dedica a ello desde 1998, elaborando cortinas, ropa, complementos, estropajos de limpieza, mantas y alfombras a base de redes de pesca. Guichon apuesta por ello como una solución eficiente al problema de los residuos en el mundo. “Lo sacamos de los océanos y tampoco lo tiramos a los vertederos. La gente debe ser consciente de que la basura no es solo basura, simplemente está en el lugar equivocado”, afirma.

Humanscale es una empresa pionera y líder en la fabricación de productos ergonómicos para el confort en el trabajo y junto a Bureo, compañía que desarrolla soluciones innovadoras para prevenir la contaminación con plásticos, han lanzado la silla de oficina Smart Ocean, fabricada a partir de redes de pesca abandonadas o perdidas en el océano. Estas se transforman en pequeñas porciones de nylon reciclado que sirven para fabricar la silla.

También hay mobiliario urbano sostenible: utensilios de labranza, redes de pesca, cabinas de esquí, acero de barcos, etc. pueden encontrar una segunda vida gracias a la empresa Edigal, con sede en Pontevedra. Emplear materiales procedentes del reciclaje es parte de su filosofía, buscando que toda su producción tenga el menor impacto sobre el medio ambiente, gracias al principio de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. Además, apuesta por reducir el uso de plásticos, pues apenas emplean embalajes.

La empresa Edigal, con sede en Pontevedra, apuesta por el principio de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. Y apenas usa embalajes

Se calcula que alrededor de un 10% de la basura marítima son aparejos de pesca desechados o perdidos por los barcos y en el País Vasco ha surgido una iniciativa para darles una nueva vida: Saretu nace de la colaboración de la Asociación Bermeo Tuna World Capital, la compañía pesquera vasca de túnidos Echebastar, el centro tecnológico AZTI y la textil vasca Ternua. Este proyecto tiene cuatro fases: en la primera, las redes atuneras desechadas se almacenan en el puerto de Seychelles, puerto base de los atuneros vascos en el océano Índico; segunda, se acondicionan para empezar su reutilización; tercera, se reciclan mecánicamente y se crea un hilo denominado Econyl, que se mezcla con otros materiales reciclados de otros objetos; y en la cuarta, se diseñan y confeccionan las prendas y complementos (riñoneras, gorras, mochilas).

“El plástico es un importante contribuyente a la contaminación de los mares. Sin embargo, viviendo en regiones urbanas, tendemos a olvidarnos de nuestra dependencia del mar, que es crucial para nuestro suministro de alimentos y oxígeno”, señalan Panos Sakkas y Foteini Setaki, fundadores de The New Raw, un estudio de investigación y diseño con sede en Rotterdam, que ha lanzado el proyecto ‘Second Nature’, donde junto a pescadores y buzos en Grecia recoge redes de pesca abandonadas que después transforma en filamentos similares al hilo y en materia prima para el proceso de impresión 3D dando lugar a esculturas y a vajillas con formas marinas.

“Nos ganamos el nombre de los tres gringos locos” recuerda Ben Kneppers al remontarse a los inicios de la empresa Bureo en 2013. Siete años después ya transformaba 35 toneladas de redes de pesca

“Nos ganamos el nombre de los tres gringos locos” recuerda Ben Kneppers al remontarse a los inicios de la empresa Bureo, la cual fundó junto a David Stover y Kevin Ahearn en 2013. Pescadores de las costas chilenas y argentinas recogen y venden sus redes de pesca cuando llegan al final de su vida útil a Bureo, que se tritutan en pequeñas porciones y dan lugar a un producto llamado NetPlus, que es 100% reciclado, 100% trazable y 100% hecho a base de redes de pesca. Siete años después, y con la colaboración de la marca Patagonia, desarrolla un innovador programa que consiste en transformar 35 toneladas de redes de pesca que llegaron al final de su vida útil en gorras de los icónicos jockeys de la citada marca.

Sea2See ha recogido más de 300 toneladas de plástico con la ayuda de comunidades pesqueras de España y de Ghana, que después ha transformado en gafas hechas con plástico marino reciclado, y la marca barcelonesa Miahmo elabora prendas de baño (bikinis y bañadores) a partir de tejidos que contienen plástico y redes de pesca recicladas. Asimismo, la empresa de distribución Alcampo ha empezado a incorporar a sus tiendas nuevos carros y cestas de compra que en un 25% están hechos con residuos de cabos y redes de pesca, los cuales han sido fabricados por la empresa española Araven.

El reciclaje de las redes de pesca ha supuesto en algunas ocasiones una iniciativa para dar una segunda vida al tradicional oficio de las rederas

También conviene destacar que el reciclaje de las redes de pesca ha supuesto en algunas ocasiones una iniciativa para dar una segunda vida al tradicional oficio de las rederas. Por ejemplo, en los municipios coruñeses de Cariño y Corme, donde se iniciaron en la artesanía ante la falta de trabajo en el mar, creando bolsos, bolsas de asa, collares y pulseras a base de redes de pesca. Así, surgió la marca Cholita Corme, creada por Gema Neira, y a las rederas citadas se han unido las de otros municipios, como Malpica y Portonovo, permitiendo que el proyecto siga creciendo: ahora también hacen mobiliario y en las Navidades de 2019 incorporaron redes de pesca reutilizadas en el alumbrado de una calle de La Coruña.

Otro ejemplo de esto se encuentra en Hondarribia, donde cinco rederas crean bolsos bajo la marca HonSare, una idea que surgió tras una exposición en el puerto de Donostia donde se reconocía la trayectoria de las rederas, y decidieron unirse y sacar una línea de bolsos para que el trabajo de los puertos tuviera una mayor visibilidad y ayudar a concienciar a la sociedad de la importancia de mantener limpios los mares. Estos bolsos vascos tienen una base de tela y en el exterior están forrados con las redes pesqueras y hay de dos tipos: uno “todoterreno” que se puede llevar colgado del hombro o convertirse en mochila; y otro más pequeño con un asa dura para portarlo como bolso de mano.