Ictus es el término que se emplea en la actualidad para referirse a la pérdida súbita de funciones cerebrales. Es lo que también se conoce como apoplejía cerebral, o accidente cerebrovascular (ACV).

"La palabra apoplejía se refiere a una parálisis provocada por una lesión cerebral súbita, como una hemorragia o un infarto, y se trata de una emergencia médica que puede tener consecuencias graves para la salud", explica el doctor Mirko Alavena, neurólogo del Hospital Quirónsalud Torrevieja.

Retrato de la apoplejía

La apoplejía viene provocada por una interrupción o alteración del flujo sanguíneo en una parte del cerebro, ya sea por la oclusión de una arteria, en cuyo caso es un infarto, o por su ruptura, cuya consecuencia es la hemorragia.

Los síntomas más comunes de la apoplejía incluyen entumecimiento o debilidad repentina en la cara, brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo; dificultad para hablar o comprender el lenguaje; pérdida de visión repentina en uno o ambos ojos; mareos intensos, pérdida de equilibrio o coordinación, o dolor de cabeza repentino y severo sin causa conocida.

Ictus es el término que se emplea en la actualidad para referirse a la pérdida súbita de funciones cerebrales. Es lo que también se conoce como apoplejía cerebral, o accidente cerebrovascular (ACV)

Para recordar esta sintomatología se suele acudir al acrónimo F.A.S.T por sus siglas en inglés: Face (cara), Arms (brazos), Speech (habla) y Time (tiempo).

 

"Si alguien muestra estos síntomas, es fundamental llamar inmediatamente a los servicios de emergencia", advierte el doctor Alavena.

Derrame o infarto cerebral

El infarto es la obstrucción de flujo sanguíneo a un órgano, como el corazón o el cerebro, y su consecuencia es la pérdida de funcionamiento y posterior muerte del territorio afectado. Las consecuencias de un infarto cerebral pueden ser muy variadas, pues dependen de la región del cerebro donde este se haya producido.

Algunos pueden pasar desapercibidos, otros pueden causar alteraciones leves en la movilidad de un lado del cuerpo, el lenguaje, la visión, la audición, etc. Los más graves pueden causar el coma o la muerte.

Por su parte, el derrame cerebral o hemorragia es el escape de sangre de un vaso sanguíneo, lo que produce falta de riego en los órganos que debían recibir esa sangre y también daño en los tejidos por los que esa sangre brota sin control.

Coloquialmente, se usa la palabra "derrame cerebral" para referirse a la pérdida súbita de las funciones neurológicas, sea por un infarto o una hemorragia, aunque, en sentido estricto, si nos ceñimos al significado de la palabra “derrame”, esta expresión debería referirse a la hemorragia.

Actuar ante el ictus

La apoplejía o ictus puede ser permanente si el daño neurológico persiste.

El derrame cerebral o hemorragia es el escape de sangre de un vaso sanguíneo, lo que produce falta de riego en los órganos que debían recibir esa sangre

En algunos casos de infarto, el flujo sanguíneo puede restablecerse de manera espontánea y desaparecer los síntomas. Es lo que se conoce como AIT (ataque isquémico transitorio). Las personas que los sufren tienen muy altas posibilidades de sufrir un infarto cerebral permanente en las siguientes semanas si no se toman las medidas preventivas adecuadas.

En caso de sospechar que una persona está sufriendo un ataque de apoplejía (un ictus), debemos evaluar sus funciones de acuerdo con el FAST:

  • Cara – Ordenar a la persona que sonría. Observar si una mitad de la cara se mueve y la otra no.
  • Brazos – Ordenar a la persona que eleve y mueva los brazos. Observar si uno es más débil o torpe.
  • Lenguaje – Hablar a la persona y pedirle que hable. Observar si no puede emitir lenguaje o si no entiende lo que se le está diciendo.
  • Tiempo – Si se cumple algo de lo anterior, debemos llamar de inmediato al número de emergencias, pues el tiempo es el factor más importante en las posibilidades de recuperación.

Una vez tratado el evento agudo, la persona deberá recibir rehabilitación de daño cerebral adquirido (neurorrehabilitación) para recuperar en la medida de lo posible su funcionalidad previa al evento.

En todo caso, la apoplejía es una afección grave que requiere una atención médica inmediata. Reconocer los síntomas y buscar ayuda rápidamente puede marcar la diferencia en el pronóstico y la recuperación.

Si bien algunos factores de riesgo de apoplejía, como la edad y los antecedentes familiares, no se pueden modificar, hay medidas que se pueden adoptar para reducir el riesgo de sufrir un ACV.

En caso de sospechar que una persona está sufriendo un ictus, debemos evaluar sus funciones de acuerdo con el FAST: Face (cara), Arms (brazos), Speech (habla) y Time (tiempo)

Las recomendaciones más adecuadas incluyen el control de la presión arterial, la dieta equilibrada, el peso saludable, el ejercicio, la limitación en el consumo de alcohol y la eliminación completa del tabaco.