Aunque no se conoce con exactitud qué causa la psoriasis, se sabe que ciertos factores externos pueden desencadenar brotes o agravar la enfermedad. En España, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la padecen un millón de personas. Una cifra que, además, está aumentando año tras año. Una cosa que nunca hay que olvidar es que esta patología crónica afecta a la piel, pero también otros órganos como las articulaciones en un 20-30% de los pacientes, en quienes suele mermarse notablemente su calidad de vida a consecuencia de la misma.
La doctora Maribel Martínez, dermatóloga y especialista en tricología del Hospital Quirónsalud Vitoria, recuerda que la psoriasis está relacionada con una activación del sistema inmunológico en personas con predisposición genética; pero también cuenta con factores desencadenantes como las infecciones, tomar ciertos fármacos, el tabaco, el estrés o la obesidad.
"La psoriasis tiene un componente hereditario, y está regulada inmunológicamente por unas células del sistema inmune que se llaman ‘linfocitos T’, un tipo de glóbulos blancos que se forman en la médula ósea, y que ayudan a combatir infecciones", subraya. Asimismo, la especialista también explica que el sistema inmune puede verse afectado por factores externos.
Qué favorece los brotes
Entre los más comunes, la también dermatóloga de la Unidad Capilar del Hospital Quirónsalud Vitoria, Libe Aspe destaca el clima como uno de los factores desencadenante: "Muchos pacientes experimentan mejoras en verano, probablemente debido a los efectos inmunomoduladores de la luz ultravioleta, mientras que los síntomas suelen empeorar en invierno. Otros factores que podrían influir en la aparición de brotes serían el sobrepeso, el tabaquismo, infecciones, o ciertos medicamentos”.
La psoriasis tiene un componente hereditario, y está regulada inmunológicamente por unas células del sistema inmune que se llaman ‘linfocitos T’, un tipo de glóbulos blancos que se forman en la médula ósea, y que ayudan a combatir infecciones
En concreto, la psoriasis es una enfermedad autoinmune que cursa en brotes, y que se manifiesta habitualmente en forma de placas rojas y descamativas en zonas como los codos, las rodillas, y el cuero cabelludo, tal y como afirma esta dermatóloga.
Precisamente, en los últimos 15 años, la psoriasis ha experimentado un incremento en su prevalencia, llegando al 2,3% de la población, según los datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Este aumento, cercano al 1% respecto a años anteriores, pone de manifiesto la creciente incidencia de esta enfermedad crónica. Aunque, de acuerdo con la AEDV, el 70,5% de los pacientes con psoriasis solamente presentan una enfermedad con leves efectos.
La afectación del cuero cabelludo, entre las más frecuentes
A su vez, esta doctora mantiene que existen diferentes tipos de psoriasis, desde la psoriasis en gotas, con pequeñas placas distribuidas por el cuerpo; hasta la psoriasis inversa, que aparece en áreas como las axilas, o la zona genital; siendo la más frecuente la psoriasis en placas.
Mientras, la psoriasis en el cuero cabelludo es una manifestación común de esta enfermedad y puede afectar entre el 60% y 80% de los pacientes. "Aunque puede parecer menos visible que otras formas, tiene un fuerte impacto en la calidad de vida debido al picor y a la descamación, que puede llegar a ser muy incómoda", indica la doctora Martínez. Estas placas rojas o escamas gruesas se localizan frecuentemente en la parte posterior del cuero cabelludo, detrás de las orejas, y cerca de la línea de implantación del cabello.
Existen diferentes tipos de psoriasis, desde la psoriasis en gotas, con pequeñas placas distribuidas por el cuerpo; hasta la psoriasis inversa, que aparece en áreas como las axilas, o la zona genital; siendo la más frecuente la psoriasis en placas
“Hay personas en las que puede predominar más el componente de rojez y en otras la descamación. Aunque es un tipo de psoriasis de entrada menos visible, sí afecta bastante a la calidad de vida porque es muy incómoda, también porque puede percibirse una caspa gruesa, que puede llegar a picar mucho, y a afectarnos a nivel físico y psicológico”, sostiene por su parte la doctora Aspe.
Aunque no provoca calvicie, la psoriasis en esta zona puede causar caída temporal del cabello en casos graves, sobre todo cuando hay infecciones o heridas por rascado. "A pesar de que puede favorecer una caída de pelo, lo normal es que se recupere tras la inflamación", aclara Libe Aspe.
No hay tratamiento curativo, pero sí se puede controlar
A día de hoy no hay tratamiento curativo, según confirma esta dermatóloga de Quirónsalud Vitoria, y el arsenal terapéutico está orientado a controlar la enfermedad. “Se puede aspirar a eliminarla por completo, pero siempre que se esté tratando”, asevera esta especialista.
Además, y dado que es una patología que cursa a brotes, habrá épocas en las que sean necesarios tratamientos más intensivos, mientras que en otras épocas del año no haya brotes y el paciente pueda descansar.
En los últimos 15 años, la psoriasis ha experimentado un incremento en su prevalencia, llegando al 2,3% de la población, según los datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV)
Concreta la doctora Martínez que los tratamientos de la psoriasis en el cuero cabelludo comienzan de manera tópica: "El cabello dificulta la aplicación de algunos productos, por lo que se prefieren fórmulas en loción, champú o gel, que permiten una aplicación más cómoda y eficaz".
Igualmente, para el resto del cuerpo, también se comienza con tratamientos tópicos, entre los que destacan los corticoides para reducir la inflamación y los queratolíticos, que ayudan a eliminar las escamas gruesas que produce la psoriasis. “No hay que tener miedo a usar corticoides en los brotes, a los que suelen ser bastante reacios los pacientes, siempre que se sigan las indicaciones pautadas por tu médico “ apostilla Martínez.
Para los casos más severos, o aquellos que no responden a los tratamientos tópicos, la doctora Aspe dice que se pueden utilizar fármacos inmunosupresores, capaces de controlar la inmunidad, y de frenar la respuesta inmune que genera la patología.
En el caso de la psoriasis más severa, y que no responde a todo lo anterior, se podrían facilitar fármacos biológicos, administrados de forma subcutánea, ofreciendo un control más efectivo en aquellos casos resistentes a otros tratamientos.