Una de las peores consecuencias que está teniendo esta pandemia del nuevo coronavirus es que las personas que están sufriendo un infarto, un ictus o bien otras patologías neurológicas no están yendo al hospital a tiempo por miedo a contagiarse, poniendo así en peligro su vida, en definitiva, y la calidad de vida que tendrán en el futuro, ya que muchos de los daños que se producen pueden llegar a ser irreversibles si no se tratan a tiempo.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), los ingresos por ictus en España han caído hasta un 33%, un dato que a su juicio demostraría que “los pacientes han retrasado su llegada al hospital por miedo a utilizar los servicios de Urgencias o acudir a los centros sanitarios”.
Esta sociedad científica destaca que los ictus son la primera causa de muerte en mujeres, y la segunda en los hombres, así como la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto, y la segunda de demencia. “Cada año 110.000-120.000 personas sufren un ictus en el país, de los cuales un 50% se quedan con secuelas discapacitantes o fallecen”, agrega.
Desde la SEN recuerdan que un solo síntoma de ictus es una urgencia, aunque los síntomas desaparezcan a los pocos minutos
Por eso, el jefe de Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Huelva, Antonio Parralo, advierte de la importancia de que algunas patologías neurológicas tiempo-dependientes, como el ictus, las crisis epilépticas, o el dolor agudo de cabeza, precisan de una atención urgente para evitar consecuencias irreversibles para el paciente.
El especialista ve “preocupante” esta situación porque no es que durante la pandemia no se estén produciendo ictus, sino que la población, por miedo a contagiarse, no acude al hospital y por tanto, no se detectan, “o bien las personas están pasando el ictus en su casa, algo que es tremendamente alarmante ya que al no tratarlos a tiempo los daños serán irreversibles”, subraya el neurólogo.
De hecho, desde la SEN remarcan que el ictus sigue siendo una urgencia médica, y apuntan que el retraso en la llegada al hospital para recibir el tratamiento adecuado es uno de los factores que “más negativamente” influyen en el pronóstico de esta enfermedad. “Aunque los hospitales están volcados con la COVID-19, las enfermedades urgentes, como es el ictus, se siguen atendiendo exactamente igual, y sigue habiendo neurólogos a disposición de quienes necesiten una atención urgente”, destaca la entidad científica.
Con ello, el doctor Parralo recuerda que la atención neurológica urgente y el tratamiento adecuado en las Unidades de Ictus pueden reducir las consecuencias devastadoras de esta enfermedad neurológica, principalmente gracias a los avances que ha incorporado el tratamiento en su fase aguda en los últimos años. “Las nuevas medidas terapéuticas, si son administradas en las primeras horas, pueden reducir a la mitad la probabilidad de fallecer o de quedar con una discapacidad grave”, recuerda el especialista de Quirónsalud, grupo hospitalario que durante esta pandemia ha atendido al 13% de todos los pacientes con COVID-19 hospitalizados en España.
Los síntomas de un ictus
Concretamente, el experto apunta que los síntomas de un ictus son muy variados, pero los más frecuentes son, ocurriendo cualquiera de ellos de forma repentina, en un corto periodo de tiempo:
- Pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo y/o pierna de un mismo lado del cuerpo.
- Trastorno repentino de la sensibilidad, sensación de “acorchamiento u hormigueo” de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
- Pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos.
- Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse y ser entendido por quien nos escucha.
- Dolor de cabeza súbito de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
- Sensación de vértigo, desequilibrio si se acompaña de cualquier síntoma anterior.
Cada año 110.000-120.000 personas sufren un ictus en el país, de los cuales un 50% se quedan con secuelas discapacitantes o fallecen
Si detectamos en nosotros mismos o en terceros algunos de estos síntomas, el doctor Parralo subraya que hay que acudir al centro sanitario más cercano, o bien llamar al 112 o al 061 con la mayor brevedad posible, pues cuanto antes se trate, mejores serán los resultados y menor probabilidad de secuelas habrá.
“Lo ideal es tratarlo antes de las cuatro horas y media desde el inicio de la sintomatología. En caso de no tratarlo, o de hacerlo tarde, puede que el síntoma inicial quede permanentemente, dando lugar a graves secuelas en el paciente”, remarca el Jefe de Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Huelva.
Desde la SEN recuerdan que un solo síntoma de ictus es una urgencia, aunque los síntomas desaparezcan a los pocos minutos. Aquí insiste en que durante el confinamiento sigue siendo recomendable llevar a cabo una serie de hábitos de vida saludables para prevenir la aparición de esta enfermedad neurológica, tales como el ejercicio moderado, la dieta sana y equilibrada, que todos los pacientes con factores de riesgo vascular (hipertensión, diabetes, colesterol, obesidad) sigan realizando un control estricto de los mismos y que no dejen de tomar los tratamientos indicados.
Las crisis epilépticas y el dolor de cabeza extremadamente fuerte y agudo pueden ser un síntoma de cuadros más graves
Cuidado también con otras patologías neurológicas
Por otro lado, el doctor Parralo destaca que igualmente son de especial relevancia las crisis epilépticas y el dolor de cabeza extremadamente fuerte y agudo, pues pueden ser un síntoma de cuadros más graves. “También es importante no perder de vista a los pacientes con enfermedades neurológicas ya conocidas. Ante cualquier descompensación o empeoramiento, hay que ser revisado por el neurólogo para realizar los ajustes oportunos en el tratamiento”, remarca.
En este contexto, el responsable del Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Huelva afirma que poco a poco la vida de los hospitales está volviendo a la normalidad y se están realizando tanto visitas presenciales como telemáticas. En el caso de las presenciales, asegura que se está aumentando el tiempo entre pacientes para evitar que coincidan varios en las salas de espera, además de tomar medidas para mantener la distancia social recomendada entre personas.