La sede central del pensamiento y la inteligencia se encuentra en el encéfalo. Allí, miles de millones de neuronas se comunican entre ellas para que podamos imaginar, sonreír, estar triste, entender las matemáticas o componer y apreciar la música. Además, el encéfalo que está dentro de la cabeza, controla todas las funciones del organismo, desde el comportamiento, la capacidad de movernos, sentir, saborear, oír, ver, oler y, por supuesto, formar palabras, hablar y comunicarnos. Al encéfalo llegan estímulos procedentes de los diferentes órganos del cuerpo o del exterior, a través de los ojos, los oídos, la piel, la nariz o la boca y reacciona moviendo las extremidades, utilizando los sentidos, cambiando la posición del cuerpo, o variando el estado de ánimo.
Este órgano tan importante, está protegido por el cráneo, los huesos que forman la cabeza y se compone de tres partes principales: el cerebro, que es la parte más grande del encéfalo y el encargado de controlar el pensamiento, el aprendizaje, las emociones, la resolución de problemas, el habla, la lectura, la escritura y los movimientos voluntarios.
Muchas personas que sufren una encefalitis, pueden recuperarse por completo, pero en muchos casos, la inflamación cerebral puede dejar secuelas
El cerebelo que regula el equilibrio, la postura y la coordinación de músculos, huesos y nervios para realizar pequeños movimientos muy precisos. Y la tercera parte es el tronco encefálico que es el responsable de la respiración, la frecuencia cardíaca y de los músculos y nervios que se utilizan para oír, ver, hablar, caminar y comer. Además, el tronco encefálico conecta el encéfalo con la médula espinal que, los dos, forman el sistema nervioso central (SNC). Tanto el encéfalo como la médula espinal están protegidos por tres capas de tejido que son las meninges (duramadre, aracnoides y piamadre).
A pesar de la protección, el encéfalo está expuesto a sufrir daños, “la encefalitis es una enfermedad que puede afectar a personas de todas la edades, provocada por diversos agentes como virus, bacterias o reacciones autoinmunes. Aunque en muchos casos, todavía no es posible encontrar una causa reconocida de la enfermedad”, asegura la doctora Rebeca Fernández del Servicio de Neurología del Hospital Universitario La Luz de Madrid.
La encefalitis es la inflamación del cerebro, y su diagnostico y tratamiento inmediato es importante pues, si no se trata rápidamente, puede poner en peligro la vida de la persona que sufre esta enfermedad. Los síntomas que presenta suelen ser confusión, cambios de personalidad, convulsiones o dificultad en el conocimiento así como fiebre, crisis epilépticas y problemas neurológicos, dependiendo del área afectada, en el habla, la visión o parálisis.
Hay dos tipos de encefalitis, según la causa que la provoca. La encefalitis infecciosa y la encefalitis autoinmune
Hay dos tipos de encefalitis, según la causa que la provoca. La encefalitis infecciosa, que sucede cuando la inflamación se produce por una infección en el cerebro. Y la encefalitis autoinmune, que se produce cuando las células inmunitarias atacan por error al cerebro. Esto ocurre cuando una infección cerebral, una vacuna, un cáncer o cualquier otro trastorno provocan una reacción inmunitaria equivocada que hace que el sistema inmune ataque a las células normales del cerebro y por lo tanto, se produce una inflamación en el encéfalo.
En la mitad de los pacientes, aproximadamente, se desconocen las causas que provocan la encefalitis, por eso, “en los casos en los que se llega a conocer la causa, la más frecuente es como consecuencia de virus de aparición esporádica como Herpes simple, zoster o Enterovirus. Sin embargo, en otros países hay encefalitis que pueden ser epidémicas a causa de arborirus, Nilo del Oeste o Zica, seguida de patología de origen autoinmune, pudiendo ser uno de los síntomas de un proceso oncológico a distancia” explica la neuróloga.
Para el diagnóstico de la encefalitis es necesario realizar una resonancia magnética, un electroencefalograma o análisis del líquido cefalorraquídeo, en algunos casos se puede practicar una biopsia cerebral para identificar la causa de la enfermedad. “Es vital tener un diagnóstico rápido, iniciar de forma temprana el tratamiento ante la primera sospecha clínica con antivirales, medidas de soporte intensiva y en la fase de recuperación del paciente podemos precisar terapias físicas, ocupacionales o del lenguaje” añade la doctora Rebeca Fernández.
Los síntomas que presenta suelen ser confusión, cambios de personalidad, convulsiones o dificultad en el conocimiento
En algunas ocasiones, la Resonancia Magnética puede revelar irregularidades en ciertas partes del cerebro las cuales ayudan a confirmar el diagnostico de encefalitis e incluso, a determinar el tipo de virus que la ha causado así como a descartar problemas que tienen síntomas similares como un accidente cerebrovascular o un tumor cerebral.
Muchas personas que sufren una encefalitis, pueden recuperarse por completo, pero en muchos casos, la inflamación cerebral puede dejar secuelas como trastornos de aprendizaje, problemas del habla, pérdidas de memoria o falta de control muscular.