Entre los días 25 y 29 de abril se ha celebrado la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME). Un acto que no es baladí, porque aunque la educación es un derecho humano que tiene toda persona, según se contempla en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por Naciones Unidas en diciembre de 1948, aún sigue lejos de cumplirse. De hecho, 268 millones de niños no pueden ir a la escuela en el mundo actualmente.
La educación es clave no sólo para el presente sino también para el futuro. De hecho, Nelson Mandela, premio Nobel de la paz en 1993, decía que “la educación es el arma más poderosa del mundo”. Por su parte, el científico, botánico, educador e inventor afroamericano George Washington Carver, señalaba que “la educación es la llave para abrir la puerta de oro de la libertad”. Además, el Papa Francisco ha referido que “sólo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo” y también que “la educación es un acto de esperanza”.
George Washington Carver decía que “la educación es la llave para abrir la puerta de oro de la libertad” y el Papa Francisco refiere que “sólo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo”
Sin embargo, la situación actual del derecho humano a la educación no anda bien y tiene mucho que mejorar. A los 268 millones de niños que no pueden ir a la escuela, hay que sumar 617 millones de niños y adolescentes que no pueden leer ni hacer operaciones aritméticas rudimentarias, y también el hecho de que dos años después de la pandemia del Covid-19, esta aún perjudica la escolarización de 37 millones de niños y jóvenes. En este contexto es necesaria tanto la SAME como cualquier otras iniciativas encaminadas a que este derecho humano se vaya cumpliendo y vaya alcanzando a cada vez más personas, con la meta puesta en llegar a todos.
La SAME está organizada por Campaña Mundial por la Educación (CME), una iniciativa que lideran en varias organizaciones sin ánimo de lucro (Ayuda en Acción, Educo, Entreculturas y Plan International España, concretamente) y en la que se movilizan a centros educativos por todo el país con talleres y acciones de calle. En su edición de este año, la SAME se ha celebrado bajo el lema ‘Mil Millones de Voces’ para visibilizar el papel fundamental del profesorado, los educadores y todo el personal de apoyo como garantes del derecho a la educación, y también para reclamar una financiación acorde a las necesidades educativas actuales, tras la mayor interrupción de la educación en la historia que ha provocado la pandemia.
Este año, la SAME se ha celebrado bajo el lema ‘Mil Millones de Voces’ para visibilizar el papel fundamental del profesorado, los educadores y todo el personal de apoyo como garantes del derecho a la educación
Claro que la SAME no es la única iniciativa para defender el derecho de la educación que se ha dado en los últimos meses. Cada 24 de enero se conmemora el Día Internacional de la Educación y en la edición de este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha alertado de que el reto es mayúsculo, porque “los trastornos provocados por la Covid-19 no han hecho más que agravar una crisis educativa que, incluso antes de la pandemia, excluía a 268 millones de niños de la escuela, especialmente a las niñas”. Además, la Unesco ha añadido que “a raíz de esa exclusión educativa, millones de niños, jóvenes y adultos son víctimas de la pobreza, la violencia y la explotación”.
Con motivo de ese día, la organización sin ánimo de lucro jesuita Entreculturas señalaba que dos años después del inicio de la pandemia esta seguía afectando y dejando sin escuela a 37 millones de niños y jóvenes en todo el mundo. En esta ocasión, centraba su foco en las personas en situación de exclusión y pertenecientes a los pueblos indígenas, a la comunidad gitana o afrodescendiente y en las personas migrantes o refugiadas porque “estos colectivos a los que más han sufrido la crisis educativa y el aumento de la desigualdad”.
Cada 24 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación y este año, la Unesco ha alertado de que el reto es mayúsculo: los trastornos provocados por la Covid-19 no han hecho más que agravar una crisis educativa
Entreculturas considera que los sistemas educativos están llamados a luchar contra las distintas formas de discriminación y contribuir a superar las causas históricas que mantienen la pobreza, la exclusión y la violencia. Y para ello la educación debe tener en cuenta la diversidad social y cultural de las sociedades, lo que incluye “el reconocimiento de las diferentes lenguas, costumbres y visiones del mundo”. En su comunicado, pedía a los Estados que “en momentos de crisis educativa deben prestar un mayor apoyo financiero a la educación, teniendo en cuenta que no es un gasto, sino una inversión” y hacía un llamamiento a España para que contribuya activamente a intensificar la ayuda internacional y la cooperación mundial.
Entreculturas señalaba en el Día de la Educación de este año que había poco que celebrar, pero apuntaba tres motivos para que esto cambiara y si hubiera logros. Primero, blindar la protección de servicios sociales básicos como la educación, destinando un 8% de la ayuda bilateral. Segundo, elevar el presupuesto de acción humanitaria y que dentro de este la educación gane peso, llegando a suponer un 10% del total, y que se invierta al menos un 6% en educación en emergencias. Y tercero, España debe aumentar los recursos para la educación de la ciudadanía global, alcanzando al menos el 3% del total de la ayuda.
La Unesco subraya que “a raíz de esa exclusión educativa, millones de niños, jóvenes y adultos son víctimas de la pobreza, la violencia y la explotación”
Con ocasión del Día Internacional de la Educación celebrado el pasado 24 de enero, la Comisión Europea y su alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente, el español Josep Borrell, hicieron una declaración resaltando que “la educación es esencial para la recuperación del mundo” y que “es un derecho fundamental y en ella se fundan unas sociedades resilientes, pacíficas y sostenibles”. Asimismo, apuntaron que la educación “permite a los ciudadanos aprovechar las oportunidades del desarrollo digital, aporta esperanza y protección a los afectados por las crisis humanitarias y los desplazamientos forzosos” y que “es un elemento esencial del desarrollo de todos los niños y jóvenes”.
Este año se celebra el Año Europeo de la Juventud y el 35º aniversario del programa Erasmus (el cual facilita l a movilidad de estudiantes y personal docente), con los que la que la UE reafirma la importancia primordial de una educación de calidad para el desarrollo personal, social y profesional de los niños y jóvenes, dentro y fuera de la Unión Europea, para construir un futuro mejor y más equitativo, reducir las desigualdades socioeconómicas, y promover la paz y la democracia. Por eso, en la UE han emprendido un ambicioso plan para un Espacio Europeo de Educación de aquí a 2025, con objetivos compartidos e iniciativas que unen aún más a los 27 Estados miembros, y con los que refuerza su compromiso con la educación, para que todos los niños y jóvenes puedan acceder a ella, dominen como mínimo la lectura, la escritura y las competencias básicas y digitales, y estén preparados para afrontar los retos y las oportunidades del siglo XXI.
La Comisión Europea apunta que la educación “permite a los ciudadanos aprovechar las oportunidades del desarrollo digital, aporta esperanza y protección a los afectados por las crisis humanitarias y los desplazamientos forzosos”
La UE colabora con los gobiernos socios en la formación del profesorado y coopera en materia de investigación e innovación a través de Horizonte Europa. Asimismo, continúa siendo una voz destacada en la educación en situaciones de emergencia, facilitando el acceso a una educación segura, inclusiva y de calidad para millones de niños afectados por crisis y conflictos humanitarios. De hecho, sus instituciones y Estados miembros contribuyen a más de la mitad de la ayuda mundial a la educación y apoyan al sector educativo en más de 100 países. Durante el período 2021-2027, la Comisión Europea dedicará a la educación al menos el 10% de su presupuesto de cooperación internacional con África e Hispanoamérica, y el 10% de su presupuesto de ayuda humanitaria, y seguirá colaborando con los Balcanes Occidentales, Turquía y las regiones vecinas.