En verano son habituales las altas temperaturas, para muchos una situación agradable, mientras que para los más calurosos algo poco llevadero. En cualquier caso, hay que tener mucho cuidado, porque nos guste o no, el calor elevado no es beneficioso para nuestra salud, y en el caso concreto del cerebro, éste le afecta y hace que funcione de manera anómala, especialmente cuando se superan los 38’8 grados centígrados.
Así lo explica el especialista en Neurología y Neurofisiología del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar, el doctor Ernesto Orozco Sevilla, quien remarca que las altas temperaturas afectan al funcionamiento de nuestro organismo, provocando una sensación de fatiga física a nivel general, y en el caso concreto del cerebro dice también puede llegar a afectarle en su actividad habitual. "El calor influye en el comportamiento de las células del sistema nervioso central cuyo ritmo se ralentiza", subraya el experto.
Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) avisan en este punto de que el calor hace que el impulso nervioso se propague más lentamente, originando ese cansancio y fatiga. “Se ha demostrado que el calor de más de 30 grados es una de las principales causas de somnolencia al volante, y por lo tanto de accidentes de circulación. Además, muchas patologías neurológicas experimentan un empeoramiento por esta sensación de cansancio y fatiga”, advierte.
Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) avisan de que el calor hace que el impulso nervioso se propague más lentamente, originando ese cansancio y fatiga
De hecho, apunta que los pacientes que se ven más afectados son aquellos que sufren esclerosis múltiple o alguna enfermedad neuromuscular, ya que a los problemas de movilidad que les generan sus enfermedades, el cansancio añadido del calor les impide desarrollar con normalidad sus actividades diarias y la fatiga puede agravar sus síntomas y signos neurológicos deficitarios. “Es importante hacer esta diferenciación, pues muchos pacientes con esclerosis múltiple, al verse peor, se alarman al creer que están sufriendo un brote, cuando en realidad se trata de un aumento de sus síntomas previos debido simplemente al calor”, mantiene.
Otro de los efectos del calor sobre nuestro cerebro, según apunta el doctor Orozco Sevilla, está relacionado con el hecho de que por encima de los 38,8 grados de temperatura, e incluso en exposiciones cortas de tiempo (60 minutos), se pueden observar cambios transitorios en la memoria a corto plazo, así como en el razonamiento.
Asimismo, agrega que, por encima de los 40 grados, tienen lugar cambios estructurales en las neuronas y, en caso de que no se actúe a tiempo reduciendo la temperatura corporal mediante el enfriamiento, dice que se puede provocar un daño cerebral irreversible “siendo el cerebelo (coordinación muscular) especialmente susceptible”.
Por otro lado, desde la SEN alertan de que el calor impide que el hipotálamo controle adecuadamente nuestra temperatura corporal, lo que hace que regulemos peor el sueño en los días de más calor, y la calidad del mismo se vea deteriorada. “También que hay que tener en cuenta que muchos medicamentos dificultan la regulación termocorporal, con lo cual, los enfermos o las personas mayores, que suelen tomar medicación a diario, ven agravada más esta situación”, subraya la entidad.
El problema de la deshidratación en el cerebro
En este contexto, el especialista del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar llama la atención sobre un problema frecuente en verano relacionado con el calor y con los colectivos más vulnerables, la deshidratación, un aspecto que puede afectar, y mucho, a la salud de nuestro cerebro.
Otras recomendaciones para prevenir la deshidratación son la realización de actividades al aire libre en los momentos del día con menor temperatura, así como el uso de ropa holgada de colores claros
“Es un factor de riesgo potencial para el cerebro en la medida en que provoca una alteración de la actividad neuronal a múltiples niveles. Durante el verano es súper importante mantener una adecuada ingesta de líquidos. Debemos beber abundantes líquidos y evitar las bebidas con demasiada azúcar o alcohol, ya que pueden provocar o agravar la deshidratación", señala.
Otras recomendaciones para prevenir la deshidratación son la realización de actividades al aire libre en los momentos del día con menor temperatura, así como el uso de ropa holgada de colores claros. “Es muy importante no dejar nunca a los menores de edad o a las personas con discapacidad dentro del automóvil y sin supervisión”, llama la atención el doctor Orozco.
El doctor Orozco, recuerda, además, que el exceso de sol y de calor puede ser origen de cefaleas, especialmente en personas propensas. Episodios que también pueden estar desencadenados por los cambios de temperatura debido al uso de aire acondicionado, la ingesta de alimentos fríos como los helados, o dormir mal como consecuencia del calor.
Con todo ello, desde la SEN remarcan que las personas con enfermedades neurológicas son las más vulnerables frente a los efectos de las altas temperaturas, así como los ancianos y los niños. En este sentido, desde el Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar subrayan que estos segmentos de población especialmente sensibles a los cambios térmicos deben prestar mayor atención en verano frente a las altas temperaturas.
"Es el caso de las personas de edad avanzada con enfermedades crónicas como Parkinson, demencia, insuficiencia cardiaca, o diabetes mellitus entre otras”, apunta el doctor Orozco, a la par que resalta que también hay que estar pendientes de las personas que toman medicamentos, ya que pueden alterar la respuesta fisiológica a la deshidratación.
Por encima de los 40 grados tienen lugar cambios estructurales en las neuronas y, en caso de que no se actúe a tiempo, se puede provocar un daño cerebral irreversible
Desde la SEN recuerdan aquí la importancia de que toda la población, y especialmente los colectivos más vulnerables antes mencionados, deben llevar a cabo las siguientes medidas para proteger al cerebro de los efectos del calor: Procurar evitar los lugares calurosos y con poca ventilación; utilizar tejidos frescos y traspirables; beber un litro y medio de agua diario para combatir la deshidratación o programar descansos de 10 o 15 minutos, con el objetivo de que el calor no agrave los síntomas de sus enfermedades o se produzcan problemas de insomnio, somnolencia o excesivo cansancio.
Siempre ante la duda o sospecha de que ha empeorado nuestra enfermedad, el especialista en Neurología y Neurofisiología del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar recomienda consultarlo con un experto, y a pesar del contexto de pandemia porque, según asegura, los centros sanitarios han desarrollado circuitos limpios de coronavirus, y más concretamente, en el caso del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar, éste cuenta con la certificación Applus+ Protocolo Seguro frente al COVID-19, que corrobora que cumple con los estándares más exigentes de desinfección en esta pandemia.