El pasado septiembre ha sido un mes delicado en México, pues ha sufrido dos fuertes terremotos, que han dejado 469 víctimas mortales y numerosos daños materiales (edificios derrumbados, colegios dañados, etc.). Estas catástrofes naturales se han convertido en las últimas muestras de la acción de la responsabilidad social corporativa. El primer seísmo, el del estado de Chiapas, se produjo el 7 de septiembre, tuvo una magnitud de 8,2, provocó que se activase la alerta de tsunami y causó la muerte de 100 personas. Pero poco más de una semana después, se vivió un nuevo seísmo el 19 de septiembre en los estados de Puebla y Morelos, de magnit
Desde los terremotos de los días 7 y 19 de septiembre, México ha vivido más de 7.500 réplicas
Parece que septiembre no es un buen mes para México, pues en 2013 el país sufrió los efectos de la tormenta tropical Ingrid y el huracán Manuel de México. Estos dejaron más de un centenar de víctimas, 58.000 evacuados y más de un millón de afectados, así como varias regiones del país declaradas como zonas de emergencia o desastre. Pero afortunadamente, las empresas se unieron a otros agentes sociales para poner su granito de arena ante estas catástrofes naturales. Decíamos al principio que los recientes seísmos en México han sido los últimos ejemplos donde se ha podido ver la acción de la responsabilidad social corporativa. Las empresas están cada vez más comprometidas con la sociedad y contribuyen a mejorarla con varias actividades, entre las que están la integración laboral, la educación, la ayuda humanitaria, el voluntariado corporativo, la respuesta ante catástrofes naturale