“La educación es el arma más poderosa del mundo”, decía Nelson Mandela, premio Nobel de la paz en 1993, y “solo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo”, afirma el Papa Francisco. Dos frases que ilustran a la perfección la importancia de la educación, sin embargo, en la actualidad, más de 263 millones de niños y jóvenes no pueden ir a la escuela.

El 8 de septiembre se celebra el Día de la Alfabetización

Y todo ello, a pesar de que el derecho a la educación está recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, concretamente en el artículo 26:

  1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
  2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
  3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.

Asimismo, la educación también aparece en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, en concreto, en el cuarto: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. La ONU considera que la educación es la base para mejorar la vida de las personas y el desarrollo sostenible. Es cierto que en la última década, ha habido importantes avances en la mejora del acceso y en las tasas de escolarización, sobre todo, en el caso de las mujeres y las niñas, pero es necesario redoblar los esfuerzos para conseguir mayores progresos y alcanzar la educación universal.

El pasado 8 de septiembre se celebró el Día de la Alfabetización. Con motivo de esta jornada, Misiones Salesianas pidió a la comunidad internacional que no deje atrás a los más de 263 millones de niños y jóvenes que no pueden ir a la escuela. Esta entidad sin ánimo de lucro trabaja para la promoción, protección y educación de los niños y jóvenes más vulnerables en más de 130 países, y su misión es educarles como herramienta para cambiar su futuro y transformar la sociedad en la que viven.  

Si todos los niños de los países del Sur salieran del colegio con las habilidades adecuadas, más de 170 millones de personas dejarían de vivir en la pobreza

“Ir a la escuela es algo más que aprender a leer, a escribir y a sumar y restar. Ir al colegio es tener las herramientas para enfrentarse a la vida, tener capacidad crítica y ser más libres”, ha explicado Ana Muñoz, portavoz de Misiones Salesianas. Para ello, se necesita una educación de calidad, sobre todo, para los más vulnerables: “si todos los niños de los países del Sur salieran del colegio con las habilidades adecuadas, más de 170 millones de personas dejarían de vivir en la pobreza”. Y en la práctica se traduce en iniciativas concretas, como, por ejemplo: la construcción de escuelas tras un desastre natural en Nepal o Haití, aulas móviles en Filipinas para niños de la calle, centros de formación profesional en campos de refugiados de Kenia, formación del profesorado en Nicaragua o República Dominicana y el acceso a la educación para menores no acompañados, entre otras muchas.

Con el proyecto 'La silla roja', Entreculturas recuerda que para más de 263 millones de niños septiembre no es sinónimo de vuelta al cole

Entreculturas es una ONG jesuita que trabaja como una red de transformación para el cambio social a través de la educación. Entre sus proyectos, destacamos el de ‘La silla roja’ con el que este año recuerdan que para más de 263 millones de niños septiembre no es sinónimo de vuelta al cole porque los conflictos, los desplazamientos, la pobreza, la desigualdad y muchas otras causas les impiden ir al colegio. ‘La silla roja’ nació en 2012 como símbolo del derecho a la educación de todas las personas y ya ha llegado a países de todo el mundo.

Entre sus últimos proyectos, están los puestos en marcha en RD Congo, Brasil o Perú, países que viven conflictos generados por el control de sus recursos naturales, vulnerando los derechos de las poblaciones indígenas y de las comunidades. Por eso, Entreculturas no solo promueve el acceso a la educación, también la formación técnica para la inserción laboral y la defensa del territorio como base de la vida y los valores culturales de esos pueblos.

Por su parte, la ONG World Vision, ha alertado de la posibilidad de que se pierdan generaciones enteras a causa de la falta de acceso a la educación en las comunidades afectadas por los conflictos. Con motivo del Día de la Alfabetización, ha pedido poner el foco en los niños que han tenido que huir de sus hogares a causa de los conflictos, destacando el proyecto educativo Nour (significa “luz” en árabe), puesto en marcha en Jordania para trabajar por un futuro mejor para los niños refugiados, las familias y las comunidades vulnerables.

El proyecto Nour trabaja por un futuro mejor para niños refugiados, familias y comunidades vulnerables 

World Vision trabaja con el Gobierno de Jordania haciendo que los centros de Cuidado y Desarrollo de la Primera Infancia (CDPI) estén disponibles y sean accesibles tanto en los campamentos de refugiados como en las comunidades que se han visto superadas ante la llegada masiva de refugiados. Por ello, la rehabilitación de aulas, así como la dotación de material y la capacitación de docentes son elementos clave para mejorar el aprendizaje, porque actualmente solo el 19% de los niños en Jordania pueden acceder a las oportunidades que ofrecen los centros CDPI.

A finales de agosto, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) publicó el estudio ‘Invertir la tendencia: la educación de los refugiados en crisis’, que revela que unos cuatro millones de niños refugiados no tienen acceso a la educación, medio millón más que hace un año. A finales de 2017, había más de 25,4 millones de refugiados en el mundo; más de la mitad eran niños, de los que sólo el 61% acuden a la escuela primaria, muy lejos de la tasa de inscripción global del 92%.

Pero la brecha educativa se agrava a medida que los niños refugiados crecen: casi dos tercios de los que van a la escuela primaria no logran inscribirse en la secundaria, donde solo acude un 23% (frente a una tasa mundial del 84%). Y en la educación superior, aún es peor porque solo un 1% de los refugiados tienen acceso, mientras que la tasa global es del 37%. “La educación es un medio para ayudar a que los niños sanen, pero también es fundamental para la reconstrucción de sus países”, ha señalado el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.

Por último, cabe destacar que el informe de ACNUR ha destacado los avances logrados respecto a los compromisos de la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes, como haber matriculado en la escuela a 500.000 niños en 2017 que no tenían acceso a la educación. Sin embargo, la organización mundial ha pedido que se haga más para que todas las personas refugiadas obtengan la educación de calidad que merecen.