Septiembre empezó con Polonia declarando el estado de emergencia en su frontera con Bielorrusia (casi 400 kilómetros) ante la llegada de miles de migrantes, pero hoy son muchos los que siguen allí y poca la información al respecto. A mediados de noviembre, Polonia desplegó a 15.000 militares en una zona de tres kilómetros de ancho a lo largo de la frontera, y al inicio de este mes, prolongó tres meses la prohibición de acceso a la zona para no residentes, incluidos ONGs y periodistas, aunque estos últimos podrán acceder de forma restringida (en grupos guiados y vigilados por la guardia fronteriza).
Recientemente, se ha conocido el resultado de la investigación que realizó una misión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre sobre la citada crisis migratoria entre ambos países. La portavoz de esta Oficina de la ONU, Elizabeth Throssell, señaló que la mayoría de migrantes entrevistados “denunció que cuando estaban en Bielorrusia fueron golpeados o amenazados por las fuerzas de seguridad y que estas les forzaron a cruzar la frontera, mostrándoles por dónde podían hacerlo”, y que también se les prohibió dejar el área fronteriza, donde apenas tenían acceso a alimentos, agua potable o refugio, para intentar buscar mejores condiciones en lugares como Minsk (la capital bielorrusa a la que habían llegado en avión desde sus países de origen -Siria, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Etiopía o República Democrática del Congo, entre otros- buscando entrar en países de la Unión Europea vecinos, como Lituania, Letonia o Polonia, o incluso Alemania).
La investigación de Acnudh señaló que la mayoría de migrantes entrevistados “denunció que cuando estaban en Bielorrusia fueron golpeados o amenazados por las fuerzas de seguridad y que estas les forzaron a cruzar la frontera, mostrándoles por dónde podían hacerlo”
La misión de la ONU pudo trabajar en Polonia, pero no pudo acceder a Bielorrusia. Throssell afirmó que ambos países aplican leyes y medidas que violan los derechos humanos y les llamó “a hacer que los derechos humanos de los refugiados y migrantes sean una prioridad”.
“Volvemos a instar a ambos países a facilitar el acceso a la frontera para empleados humanitarios, periodistas, abogados y representantes de la sociedad civil y dejar de poner en riesgo la vida de los migrantes”, subrayó Throssell. Y es que entre las conclusiones de la investigación, no sólo están la violencia y las amenazas por parte de las fuerzas de seguridad bielorrusas, también devoluciones desde Polonia (incluyendo las de niños y personas que habían solicitado protección) y la sistemática detención de los migrantes procedentes de la frontera con Bielorrusia.
El propio Lukashenko les prometió que les ayudaría a “cruzar a la UE aunque Polonia no quiera” y que nadie “sería deportado contra su voluntad”, pero los hechos han sido otros
No es sólo una crisis migratoria, sino también una crisis política y geoestratégica. El gobierno polaco acusa a Minsk de orquestar esta oleada de inmigración ilegal para desestabilizar a la Unión Europea como respuesta a las sanciones de Bruselas contra el régimen de Alexandr Lukashenko -el cual tiene el apoyo de Rusia e incluso amenaza con cortar el suministro de gas natural ruso a Europa-. No hay que olvidar que desde 2020, las autoridades bielorrusas han cancelado o simplificado los requisitos de visado para 76 países; en julio de este año, los hoteles de Minsk empezaron a llenarse de ciudadanos sirios, iraquíes, afganos y de varios países africanos que habían recibido visados en grupo; y a las puertas del invierno, ya eran más de 7.000 los migrantes que se concentraban ante la frontera polaca, alentados por el propio régimen bielorruso a probar esta ruta. El propio Lukashenko les prometió que les ayudaría a “cruzar a la UE aunque Polonia no quiera” y que nadie “sería deportado contra su voluntad”, pero los hechos han sido otros. Minsk ha enviado alrededor de 2.000 migrantes de regreso a sus países de origen como parte de los esfuerzos para detener la inmigración ilegal, según aseguró el ministro de Relaciones Exteriores de Bielorrusia, Vladimir Makei, a mediados de noviembre.
Por su parte, Varsovia reaccionó con mano dura, con devoluciones “en caliente” de los migrantes que conseguían pasar la verja y con acceso restringido a las ONG de asistencia y a los periodistas.
El portavoz del gobierno de Varsovia, Piotr Muller, cifró en unas 40.000 las personas que pueden haber cruzado ilegalmente la frontera desde que comenzaron a llegar, el pasado verano, los grupos de inmigrantes ilegales
“Tememos que pueda haber una escalada de este tipo de ataques en la frontera en un futuro cercano y también de naturaleza armada”, señaló el portavoz del gobierno de Varsovia, Piotr Muller, en esas mismas fechas, cifrando en unas 40.000 las personas que pueden haber cruzado ilegalmente la frontera desde que comenzaron a llegar, el pasado verano, los grupos de inmigrantes ilegales, como recogió ABC. Al menos 5.000 han logrado cruzar clandestinamente Polonia y han sido detenidos cuando llegaron a Alemania, tras un trayecto a pie y en penurias condiciones.
En todo este contexto, tampoco se puede olvidar que Polonia lleva años financiando a la oposición bielorrusa y cobijando a los que allí se refugian de Lukashenko, que tiene ya más de 900 presos políticos, según Viasna, una ONG bielorrusa defensora de los Derechos Humanos, como refirió la revista 5W. Además, el 9 de agosto de 2020, se produjo la última ‘victoria electoral’ del dictador bielorruso que lleva 27 años en el poder, al parecer con un 80% de apoyo, pero en las calles hubo protestas y una fuerte represión policial de las mismas (cerca de 3.000 personas fueron detenidas, por ejemplo).
Polonia lleva años financiando a la oposición bielorrusa y cobijando a los que allí se refugian de Lukashenko, que tiene ya más de 900 presos políticos
Volvamos a los migrantes en la frontera y el acceso restringido de las ONG. A mediados del mes pasado, Cáritas Polonia emitió un comunicado destacando las numerosas intervenciones realizadas en esa crisis migratoria con las que está ofreciendo toda su ayuda en medio de la emergencia, tanto a los que intentan entrar en Europa como a los que se enfrentan al drama de las personas que huyen. En siete parroquias de la archidiócesis de Białystok se han instalado “Carpas de la Esperanza” para recoger alimentos, ropa y mantas, una iniciativa con la que también se apoya a otras organizaciones que ayudan a los más vulnerables; ha invertido más de un millón de złoty (unos 220.000 euros) en ayuda directa a los migrantes, los habitantes de los territorios fronterizos y las fuerzas del orden; y ha hecho recaudaciones de fondos en las iglesias en respuesta al llamamiento de monseñor Stanisław Gądecki, presidente de la Conferencia Episcopal Polaca.
“No hay contradicción en ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, respetar plenamente la labor de quienes defienden la seguridad de nuestras fronteras y nuestro país”, señaló el director de Cáritas Polonia, el padre Marcin Iżycki. “Mientras dure la crisis, estaremos con todos los necesitados. En nuestras actividades de Cáritas tratamos de recordar a todos los grupos afectados por la crisis: los migrantes y los refugiados, las personas que viven en estas zonas y los servicios”, subrayó el padre Iżycki. Las comunidades locales también han actuado ofreciendo alimentos, agua y ropa: “Les ayudan de corazón”, explicó el padre franciscano Cordian Szwarc, subdirector de Cáritas Polonia, que también destacó que al mismo tiempo están preocupados por su seguridad y agradecidos a la policía por lo que hace, de hecho, en muchos casos son los policías los que recogen productos de primera necesidad en las parroquias y los entregan directamente a los migrantes. Y desde esta organización de la Iglesia católica también se hace hincapié en la necesidad de ayudar sin distinción de credo o nacionalidad.
También está presente Cruz Roja, que calcula que hay entre 1.400 y 1.800 migrantes en el centro de acogida de Bruzgi, en la región de Grodno (Bielorrusia). El presidente de la Cruz Roja de Polonia, Stanislaw Kracik, explicó, en declaraciones a EFE, que para las organizaciones humanitarias la mayor preocupación es “la gente que se esconde en los bosques”, porque les faltan alimentos y ropa caliente. “Van hasta los vecinos y se lo piden, pero intentan alejarse lo antes posible para no ser detenidos por los servicios polacos”, añadió.
“Mientras dure la crisis, estaremos con todos los necesitados. En nuestras actividades de Cáritas tratamos de recordar a todos los grupos afectados por la crisis: los migrantes y los refugiados, las personas que viven en estas zonas y los servicios”, subrayó el padre Iżycki
Y entre las ONG polacas presentes en la crisis migratoria también se encuentra la Fundación Gran Orquesta Solidaria de Navidad (WOSP, por sus siglas en polaco). No ha surgido ahora, sino que nació hace 29 años, cuando Polonia pasaba por una etapa difícil de transición de un país socialista a uno democrático en medio de una gran crisis económica y social, recordando en su nombre al movimiento sindicalista polaco Solidaridad: a un redactor de RTV, Jurek Owsiak, un individuo peculiar con gafas y pantalones rojos, se le ocurrió, en el periodo navideño, incluir en su programa de rock and roll una recaudación benéfica para la compra de material médico destinado a la mayor clínica pediátrica, recuerda La Revista de Valdemoro. Actualmente, la fundación WOSP que trabaja durante todo el año recaudando fondos para comprar material pediátrico y cada enero organiza la gran final en la que los voluntarios salen a la calle con corazones rojos y huchas de colores. En sus 29 años de historia ha recaudado 288,5 millones de euros, logrando un nuevo récord cada año, y de los que 27,7 millones correspondieron a la edición de este año, donde 120.000 voluntarios salieron a las calles de 1.700 ciudades de Polonia y de otros países de todos los continentes.
También está Grupo Granica, un colectivo formado por 14 ONGs locales -entre ellas, está Minority Rights Group- que desde el pasado verano intenta paliar con su ayuda las durísimas condiciones que afrontan los migrantes: escasez de agua y alimentos, frío intenso y abusos de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad polacas y bielorrusas.
A estas ONG polacas se suma la población local mostrando su solidaridad con los migrantes. Por ejemplo, en Michalowo, donde “desde el comienzo de esta crisis, para nosotros hace tremes meses, o incluso antes, nuestra gente estaba ayudando porque somos así”, explicó Konrad Sikora, teniente de alcalde, a EFE. “Si alguien necesita ayuda, le ayudaremos. Todos estamos aprendiendo cómo vivir en estas situaciones”, añadió. En dicha localidad se ha creado un centro logístico, que el activista Purtas Pur, definió como “un punto humanitario para todos los voluntarios, ONGs y activistas independientes que trabajan en los bosques de la zona de la frontera”, donde pueden recoger comida, ropa y equipamiento médico que proceden de donaciones privadas y se destinan a los migrantes.
En siete parroquias de la archidiócesis de Białystok se han instalado “Carpas de la Esperanza” para recoger alimentos, ropa y mantas, una iniciativa con la que también se apoya a otras organizaciones que ayudan a los más vulnerables
Otro ejemplo, se encuentra alrededor de la reserva natural de Bialowieza, el sustento de dicha comunidad y de otros muchos pueblos al ser un gran foco de atracción de turistas. Antes de la crisis, había voluntarios para proteger la zona de la deforestación y cuando empezaron a llegar migrantes, empezaron a ofrecerles asistencia, como relató la revista 5W. En las redes sociales hay un grupo en el que se comparte información (taxis para traslados, teléfonos para situaciones difíciles, etc.) y además, está el movimiento de viviendas con luces verdes como señal de que los migrantes son bienvenidos y allí recibirían refugio y comida.
A finales de noviembre, la ONG Human Right Watch, en el documento ‘Muere aquí o ve a Polonia’, recogió testimonios de migrantes que acusan a las fuerzas de seguridad y las autoridades bielorrusas y polacas de graves violaciones de derechos humanos. Asimismo, refirió que los dos gobiernos se han devuelto mutuamente migrantes, pero “tienen la obligación de impedir nuevas muertes, garantizando un acceso humanitario constante a las personas bloqueadas en esta zona fronteriza”. “Bielorrusia creó esta situación sin preocuparse de las consecuencias humanas y Polonia comparte la responsabilidad del sufrimiento agudo en esta zona fronteriza”, declaró en un comunicado Lydia Gall, experta para Europa y Asia central en HRW.
La fundación WOSP trabaja todo el año recaudando fondos para comprar material pediátrico y cada enero organiza la gran final en la que los voluntarios salen a la calle con corazones rojos y huchas de colores
Recientemente, la ONG Amnistía Internacional ha denunciado “devoluciones sumarias” de migrantes desde Polonia, “aun conociendo perfectamente los abusos” que sufren en Bielorrusia y de los que hay nuevas pruebas que demuestran que “son sometidos a terribles torturas y otros malos tratos, así como a condiciones inhumanas, extorsión y otros abusos”. Los testimonios han revelado palizas y actos graves de tortura por parte de las fuerzas bielorrusas, como: golpes de porra y culatazos; privación de alimento, agua, techo e higiene; robo de dinero y teléfonos móviles; o extorsión para conseguir dinero. Además, a algunos les conducían en grupos y les obligaban violentamente a cruzar a Polonia, mientras les perseguían con perros y les obligaban a vadear (atravesar un río por un vado -parte con fondo firme y poco profundo-) ríos helados, impidiéndoles retroceder.
Dejando a un lado las ONG, conviene destacar que el pasado lunes Europol, la agencia de la UE para la Cooperación Policial, anunció a través de un comunicado que 455 cuentas de redes sociales han sido marcadas por alentar la inmigración ilegal a la UE desde Bielorrusia, tras la información recibida de las autoridades de Lituania, Letonia, Estonia, Polonia y Alemania, según informó Notimundo. Unas cuentas en las que se anunciaba la venta de documentos de identidad y visados falsificados o servicios de transporte ilegal, por ejemplo. “El uso indebido de estas plataformas (redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea) por parte de los facilitadores llevó a un gran aumento de los cruces fronterizos de salida”, subrayó Europol: casi 8.000 cruces fronterizos ilegales en las fronteras orientales del bloque entre enero y noviembre detectó la agencia de fronteras de la UE, Frontex, trece veces más que en 2020 y doce veces más que en 2019. Una crisis migratoria de la que tampoco están a salvo los menores, de hecho, hace unas semanas, se conoció la desaparición de Eileen, una niña migrante iraquí de cuatro años de edad, pero aún no se sabe su paradero; y también algunas familias han sido separadas.
Casi 8.000 cruces fronterizos ilegales en las fronteras orientales del bloque entre enero y noviembre detectó la agencia de fronteras de la UE, Frontex, trece veces más que en 2020 y doce veces más que en 2019. Una crisis migratoria en la que también hay menores
Con motivo del Día Internacional del Migrante, que se conmemora cada 18 de diciembre, varias ONG han reclamado una gestión de fronteras “respetuosa con los derechos humanos” y han denunciado el enfoque “excesivo” de la UE en el “cierre de fronteras y las vallas de alambre de púas”. Cáritas Española se ha sumado a la declaración del Cáritas Europa bajo el lema ‘Abraza la solidaridad, no los muros y la violencia’, pidiendo a los responsables políticos que faciliten la movilidad humana en lugar de tratar a los migrantes como “una amenaza o un arma”. La secretaria general de Cáritas Europa, María Nyman, ha urgido a “un cambio drástico de las políticas migratorias”: “En lugar de financiar muros costosos y militarizar nuestras fronteras para detener los movimientos de personas, invirtamos en vías seguras y regulares, centros de recepción decentes y sociedades más acogedoras”.