En España y en otros muchos países del mundo acaba de arrancar un nuevo curso escolar, pero no todos los niños y adolescentes pueden hacer lo mismo. 224 millones sufren las consecuencias de alguna crisis humanitaria que afecta a su educación, según la ONG Entreculturas, pese a que se trata de un derecho humano básico. En concreto, se contempla en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por Naciones Unidas en diciembre de 1948, pero aún sigue lejos de cumplirse.

 

En dicha Declaración se recoge que “toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”. También se señala que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos”; así como que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Además, desde el año 2019 se celebra cada 24 de enero el Día Internacional de la Educación.

Entreculturas alerta de que “existen 127 millones de niños y niñas en edad escolar que viven en una crisis humanitaria y no alcanzan el nivel mínimo educativo en lectura o matemáticas

Sin embargo, todo esto es papel mojado en muchos países del mundo. La ONG Entreculturas ha alertado de que 224 millones de niños y adolescentes sufren las consecuencias de alguna crisis humanitaria -ya sean conflictos armados, desastres naturales o desplazamientos forzosos-, lo que causa que 72 millones no tengan acceso a la educación. Unos datos que ha ofrecido al presentar el informe ‘Escuelas en crisis, cómo proteger el derecho a la educación en situaciones de emergencia’, dentro de la campaña ‘La Silla Roja’ y bajo el lema “Dejadnos aprender en paz”. Para la ONG jesuita, la educación en contextos de emergencia debe ser incluida, siempre que sea posible, en las respuestas humanitarias a los conflictos y los desastres naturales porque ofrece un sentido de normalidad, de dignidad y de protección muy positivo para que las familias y las comunidades puedan restablecer la cotidianidad perdida.

 

“La educación puede marcar la diferencia en la mayoría de los casos en los que persisten el dolor, la angustia y la desesperanza”, ha afirmado Macarena Romero, responsable del Departamento de Incidencia Política de Entreculturas y coordinadora del citado informe. Asimismo, ha alertado de que “existen 127 millones de niños y niñas en edad escolar que viven en una crisis humanitaria y no alcanzan el nivel mínimo educativo en lectura o matemáticas”. Romero ha subrayado que “las situaciones de emergencia se han multiplicado en las últimas décadas, volviéndose más complejas e incorporando nuevas causas, como el cambio climático, más conflictos armados y masivos desplazamientos internos” y la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias, pero también se ha duplicado el uso militar de escuelas y universidades entre los años 2018 y 2021, y “el reclutamiento de niños y niñas continúa siendo una práctica documentada en 17 países, una práctica que en el caso de las niñas multiplica sus traumas al ser también víctimas de abusos y violaciones”.

Se ha duplicado el uso militar de escuelas y universidades entre los años 2018 y 2021, y “el reclutamiento de niños y niñas continúa siendo una práctica documentada en 17 países, una práctica que en el caso de las niñas multiplica sus traumas al ser también víctimas de abusos y violaciones

Entre los años 2015 y 2019 se han registrado cientos de ataques a escuelas y universidades. Entre los países con escuelas afectadas están: China, Tailandia, Sri Lanka, Mianmar, Nepal, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Burkina Faso, Mali, Guinea, República Centroafricana, Burundi, Uganda, Libia, Egipto, Sudán del Sur, Sudáfrica, Irán, Irak y Ucrania. Las escuelas han resultado gravemente afectadas en Níger, Nigeria, Etiopía, Somalia y Kenia. Y las escuelas se han visto muy gravemente afectadas en: Filipinas, Afganistán, Pakistán, India, Yemen, Turquía, Siria, Sudán, Camerún y República Democrática del Congo.

Daniela Bruni, especialista en educación en emergencias del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Internacional, ha referido que “es frecuente que los estudiantes que huyen de los conflictos nunca regresen a la escuela, ya que sus familias o ellos mismos deben enfrentarse a circunstancias de enorme complejidad”. Un ejemplo de esto se puede ver en África Subsahariana, donde se encuentra el 97,3% de la infancia y juventud que está sin escolarizar en el mundo, con casi el 60% de los jóvenes entre 15 y 17 años fuera del sistema educativo. Mary Grace Kakayo, profesora del JRS en Uganda, en una de las zonas más empobrecidas y donde las personas refugiadas representan un 47% de la población, ha destacado los obstáculos que tienen las niñas para seguir su educación por prácticas dañinas como el matrimonio infantil y forzado, y que “especialmente para las niñas, la escuela es sinónimo de protección y puede salvarlas de este tipo de riesgos”. Por su parte, Sabrina Burgos, de Fe y Alegría Colombia, ha añadido el importante papel que juega la educación en la construcción de la paz.

También se alerta de que existe un déficit de financiación de 39.000 millones al año en materia de educación en emergencias, lo que supone que sólo se recibe entre el 10% y el 30% de los fondos necesarios, con diferencias importantes entre países y regiones

 

En el informe ‘Escuelas en crisis, cómo proteger el derecho a la educación en situaciones de emergencia’, también se alerta de que existe un déficit de financiación de 39.000 millones al año en materia de educación en emergencias, lo que supone que sólo se recibe entre el 10% y el 30% de los fondos necesarios, con diferencias importantes entre países y regiones. Además, Entreculturas ve necesario concienciar a toda la sociedad de que la educación en situaciones de emergencias es una responsabilidad compartida de toda la humanidad como queda remarcado en convenciones, legislaciones y resoluciones internacionales, pero es clave que no se quede en papeles.

Paralelamente, Misiones Salesianas ha puesto en marcha la campaña ‘Soñar sin cadenas’ para reivindicar el derecho a la educación y ha recordado que más de 240 millones de menores en el mundo han empezado septiembre sin regresar a la escuela y seguirán soñando con tener un primer día de colegio. La pobreza, el trabajo infantil, el matrimonio y la maternidad precoz, la violencia, el reclutamiento forzoso, la explotación sexual, la trata y las largas distancias son algunas de las razones por las que uno de cada seis menores en el mundo vive excluido de la educación.

La pobreza, el trabajo infantil, el matrimonio y la maternidad precoz, la violencia, el reclutamiento forzoso, la explotación sexual, la trata y las largas distancias son algunas de las razones por las que uno de cada seis menores en el mundo vive excluido de la educación

Dentro de este contexto, más de 160 millones de menores en el mundo no va a la escuela porque tienen que trabajar, y que en muchos casos son explotados y se juegan la vida en las calles. La mayoría lo hace para ayudar a sus familias, sin saber que sus derechos son vulnerados y están perdiendo su infancia y la posibilidad de recibir educación. Por ejemplo, Moisés, un adolescente dominicano de 14 años que dejó de ir al colegio “para vender hamburguesas con mi papá por la noche”, pero quiere dejar de trabajar y llegar a ser artista y doctor, como cuenta en el documental Canillitas, dirigido por Raúl de la Fuente y que denuncia la indefensión y los riesgos que sufren los menores que trabajan en las calles de Santo Domingo (República Dominicana). Junto a la historia de Moisés se narra la de Edwin, Cristóbal, Aquiles, Kioranny y Abril, como una muestra de los más de 160 millones de menores en el mundo que se levantan cada mañana para trabajar y sobrevivir. Se trata de seis canillitas, nombre con el que en muchos países de América se refiere a los menores que buscan la vida en la calle con trabajos esporádicos moviendo las canillas (piernas), y de ahí el nombre del nuevo documental de Misiones Salesianas.

Estos seis canillitas narran sus problemas diarios y cómo se ganan la vida para tratar de ayudar a sus familias, pero el encuentro con Don Bosco les está cambiando la vida y ahora van a la escuela y sueñan con dejar de trabajar y de estar en peligro para convertirse en buenos profesionales en el futuro. En concreto, el programa salesiano Canillitas con Don Bosco se fundó hace casi 40 años y supone un ejemplo del trabajo que realizan los misioneros salesianos en más de 70 países de los cinco continentes para tratar de erradicar el trabajo infantil y lo hacen mediante el desarrollo de programas para acoger, ayudar y acompañar a los menores trabajadores para ofrecerles un futuro lleno de oportunidades gracias a la educación, un hogar, alimentación, atención sanitaria y legal, formación y acompañamiento personal y espiritual.

“Nuestra labor consiste en recuperar la alegría de la infancia, y lo hacemos robándole tiempo al trabajo por cosas que les interesan y les gustan. Tratamos de prepararlos para la vida, para que sean menores de nuevo y no adultos a destiempo”, afirma Karen Montás, directora del programa Canillitas con Don Bosco

 

“Los salesianos evitaron mi matrimonio a tiempo y desde entonces estoy a salvo, estudiando y soñando con convertirme en maestra para que los alumnos conozcan sus derechos”, cuenta Asha, una niña hindú a la que su familia quiso casar cuando tenía 12 años para salir de la pobreza. “Sé que lo que hago es peligroso y quiero dejarlo. Un misionero salesiano nos visita cada semana y me ha ofrecido ir a un lugar seguro donde podré ir a la escuela. Quiero volver a estudiar”, relata Suzan, una adolescente huérfana que tiene 16 años, vive en un suburbio de Freetown (Sierra Leona) y sobrevive ejerciendo la prostitución.

En República Dominicana, en casi 40 años, los misioneros salesianos han acompañado a más de 93.000 niños y jóvenes, han atendido a más de 70.000 familias y más de 150.000 personas han sido beneficiarias de distintos programas. Los 11 centros salesianos de la Red de Muchachos y Muchachas con Don Bosco son sólo una muestra de la exitosa labor que realizan para reducir la explotación infantil y para que los menores regresen a la escuela. “Nuestra labor consiste en recuperar la alegría de la infancia, y lo hacemos robándole tiempo al trabajo por cosas que les interesan y les gustan. Tratamos de prepararlos para la vida, para que sean menores de nuevo y no adultos a destiempo”, afirma Karen Montás, directora del programa Canillitas con Don Bosco. Sin embargo, aún hay millones de canillitas en el mundo que necesitan ayuda y que, gracias a nuestra colaboración, pueden tener la oportunidad de soñar con un futuro lleno de oportunidades sin las cadenas de la esclavitud.

En República Dominicana, en casi 40 años, los misioneros salesianos han acompañado a más de 93.000 niños y jóvenes, han atendido a más de 70.000 familias y más de 150.000 personas han sido beneficiarias de distintos programas

 

En contraste con la situación desfavorecidos, se acaba de conocer el informe ‘Panorama de la Educación 2023’ de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que no deja en buen lugar a España, donde 17 de cada 100 jóvenes son ‘ninis’ (ni estudian ni trabajan), frente al 14% de la Unión Europea, a pesar de que el Gobierno presume de que casi si el 88% de los adolescentes entre 15 y 19 años están escolarizados, seis puntos más que hace una década. En esta ocasión, la OCDE se fija en la educación terciaria o superior (o sea, en Formación Profesional de Grado Superior y estudios universitarios), destacando que el 27,7% de jóvenes españoles de entre 25 y 34 años sólo tenía estudios básicos en 2022, el doble que la media de la OCDE (14,1%) y muy por encima de la media de la UE (11,8%); mientras que sólo un 23,6% tiene titulación de segunda etapa de educación secundaria, muy por debajo de la media de la organización de países desarrollados (39,4%) y de la media comunitaria (42,3%).

En nuestro país, la Formación Profesional continúa creciendo y ha sumado 1,13 millones de estudiantes este curso que acaba de comenzar, lo que supone un aumento del 35,3% en los últimos cinco años. En total, 8.328.019 estudiantes no universitarios se han incorporado a las aulas este curso en todas las enseñanzas, según las previsiones del informe ‘Datos y cifras’. Por etapas, junto a la FP crecen el primer ciclo de Infantil (de 0 a 3 años, que no es obligatorio), con 490.038 niños escolarizados (+4,7%), la Educación Secundaria Obligatoria, con 15.246 alumnos más (+0,7%) y el Bachillerato, con 2.772 alumnos (+0,4%). Sin embargo, en el segundo ciclo de Infantil (de 3 a 6 años) y en Primaria baja el número de estudiantes un 3,4% y un 1,3%, respectivamente.