Ya ha llegado el verano y con él el calor y la apertura de las piscinas, la mejor opción para sobrellevar las altas temperaturas veraniegas. Los más pequeños son los que más disfrutan del chapuzón, los que más tiempo pasan en remojo y los que más aguantan “buceando con los ojos abiertos”. Y claro, tanto baño, tanta agua y tanta gente en remojo, requiere un mantenimiento muy potente y eficaz, que mantenga las piscinas en las condiciones higiénicas adecuadas para no perjudicar la salud de los bañistas.
La mayoría de las veces, es necesario la utilización de productos químicos y estos productos más los microbios y bacterias que dejamos en el agua cuando nos bañamos, pueden resultar perjudiciales sobre todo para los ojos y los oídos.
Estar mucho tiempo en el agua, además de dejar la piel de los dedos “como garbanzos en remojo”, favorece la aparición de conjuntivitis infecciosa o queratoconjuntivitis
Estar mucho tiempo en el agua, además de dejar la piel de los dedos “como garbanzos en remojo”, favorece la aparición de conjuntivitis infecciosa o queratoconjuntivitis como consecuencia del contacto del agua, tratada con productos químicos, con la superficie ocular.
La conjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva, la membrana transparente que recubre la parte visible del ojo y el interior de los párpados. La conjuntivitis irritativa es la más frecuente en esta época del año y se produce al contacto de agentes irritantes, de ahí su nombre, con los ojos provocando picor, lagrimeo, enrojecimiento ocular y la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo. “En verano, las patologías alérgicas oculares por irritaciones con productos químicos como el cloro, aumentan considerablemente, siendo cada vez más frecuente el inicio de los síntomas en la edad pediátrica”, apunta el doctor Francisco Rosales Villalobos, del Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa.
Es importante no abrir los ojos dentro del agua para evitar el contacto con el cloro, utilizar gafas para nadar y “no usar lentes de contacto o hacerlo con precaución en el momento del baño ya que pueden favorecer las infecciones en los ojos” añade el doctor Rosales. Si a pesar de las precauciones, se presenta esta conjuntivitis irritativa, es recomendable lavar el ojo con suero fisiológico estéril, administrar lágrimas artificiales para hidratar el ojo y aliviar la irritación y utilizar gafas de sol para evitar la luz directa. Si los síntomas persisten, es conveniente acudir al oftalmólogo para un tratamiento más específico.
Y al salir del agua, todos tenemos la imagen de alguien, niño o adulto, al borde de la piscina, dando saltitos con la cabeza ladeada, para sacarse el agua que le ha entrado en el oído. Hace bien. El agua que queda retenida en el oído después de nadar, crea un ambiente húmedo favorable para el crecimiento de bacterias que invaden la piel del interior del conducto auditivo, provocando una infección, especialmente en los niños.
Si a pesar de tomar precauciones se presenta esta conjuntivitis irritativa, es recomendable lavar el ojo con suero fisiológico estéril y administrar lágrimas artificiales
La infección que se produce en estos casos es la otitis externa, también conocida como otitis del nadador, es decir, la inflamación del conducto auditivo externo, muy distinta a la otitis media, que sucede en otoño o invierno como consecuencia de una gripe o un resfriado.
“Los principales síntomas de la otitis externa son el dolor intenso que se hace insoportable al presionar el cartílago o al tragar y el edema, que en ocasiones llega a ser tan intenso que impide la visualización del tímpano, a veces también se produce supuración, ante lo cual se debe acudir al especialista para que instaure un tratamiento adecuado” señala el doctor Galera Ruíz del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla. La otitis externa no es una patología grave si se trata a tiempo, aunque a veces pueden presentarse algunas complicaciones como la pérdida temporal de la audición.
Para prevenir la otitis externa, lo principal es evitar que entre agua en el oído, por eso, a la hora del baño es conveniente utilizar tapones y gorro de natación. Después del baño, secar completamente la parte exterior del oído con una toalla, inclinando un poco la cabeza para favorecer la salida del agua. “No se deben introducir objetos en el oído, como los bastoncillos de algodón ya que pueden provocar una dermatitis que altere el pH ácido del cerumen, que actúa como barrera protectora de la piel del conducto y del oído” añade el doctor Galera.
El agua que queda retenida en el oído después de nadar, crea un ambiente húmedo favorable para el crecimiento de bacterias
En el caso de ser propensos a las otitis externas, se debe mantener una higiene adecuada del conducto auditivo externo evitando enjabonarse los oídos, la utilización de productos químicos o el abuso de las gotas óticas. Existen espráis para los oídos a base de aceites vegetales que pueden aliviar las molestias del oído, eso sí, siempre se debe consultar en la farmacia o en la consulta, antes de utilizar un medicamento.
En resumen, utilizar gafas y gorro de natación y tapones para los oídos, además de secarlos bien después del baño, son medidas sencillas que se pueden llevar a cabo, si se quiere disfrutar de la piscina sin sorpresas desagradables para que los ojos y los oídos no sufran conjuntivitis irritativa u otitis externa.