El jueves 24 de enero se ha celebrado por primera vez el Día Internacional de la Educación, pero al igual que otras conmemoraciones no se puede limitar a una jornada porque hay grandes desafíos en este ámbito: el analfabetismo, la no escolarización y el abandono escolar, entre otros. Y es tarea de todos.
El panorama es grave porque 262 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar en el mundo y 750 millones de jóvenes y adultos no saben leer ni escribir, a pesar de que la educación es un derecho humano, y como tal, está incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Sin embargo, una cosa es el papel y tristemente, otra, la realidad.
Unos cuatro millones de niños y jóvenes refugiados no pueden asistir a la escuela
Claro que no son las únicas cifras dadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que reflejan el problema. 617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni manejan los conocimientos básicos de cálculo, menos del 40% de las niñas del África Subsahariana completa los estudios de secundaria baja y unos cuatro millones de niños y jóvenes refugiados no pueden asistir a la escuela actualmente. Por tanto, su derecho a la educación se está viendo afectado, algo que resulta inaceptable.
“Este Día es la ocasión de reafirmar los principios fundamentales”, ha señalado Audrey Azoulay, directora general de la Unesco. En primer lugar, “la educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva”. Segundo, “la educación es la fuerza más poderosa de que disponemos para garantizar mejoras significativas en la salud, estimular el crecimiento económico y aprovechar el potencial y la innovación que precisamos para construir sociedades más resilientes y sostenibles”. Y por último, “necesitamos urgentemente un llamamiento a la acción colectiva en favor de la educación en el plano mundial”.
La educación es un derecho humano y la fuerza más poderosa para garantizar mejoras en la salud, crecimiento económico y sociedades más sostenibles
Y es que sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa, y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y adultos. Parece algo muy básico, pero sigue siendo, tristemente, una asignatura pendiente. Por eso, con el primer Día Internacional de la Educación, la Unesco pide a los gobiernos y a sus asociados que conviertan la educación universal de calidad en una prioridad.
Paralelamente, cabe destacar la Campaña Mundial por la Educación (CME), liderada en España por Entreculturas, Ayuda en Acción, EDUCO y Plan Internacional España. Este año bajo el lema “Defendemos la educación, sostenemos el mundo”, busca reivindicar el papel fundamental de la educación en la lucha contra la degradación medioambiental y en la transformación hacia un modelo social y sostenible. Y para ello, se ha lanzado aprovechando el Día Internacional de la Educación (24 de enero) y el Día Mundial de la Educación Medioambiental (26 de enero), recordando que la educación es una de las primeras actividades que se abandonan cuando se produce un desastre natural.
La Campaña Mundial por la Educación defiende que ayuda a las personas a comprender problemas medioambientales y darles respuesta
La CME considera que una educación equitativa, inclusiva y de calidad puede ayudar a que las personas sean capaces de comprender los problemas medioambientales y darles respuesta, así como de adaptarse a sus efectos negativos y reducir su vulnerabilidad ante los mismos. Según algunos estudios, si el progreso educativo se estanca, el número de víctimas de desastres naturales podría aumentar un 20% en la próxima década, pero si se universaliza la educación secundaria para 2030, se podrían evitar 200.000 muertes provocadas por desastres naturales en los próximos veinte años.
La educación es una de las primeras actividades que se abandonan cuando se produce un desastre natural
Asimismo, la CME defiende que formar a una ciudadanía consciente de las causas y las consecuencias de los problemas medioambientales, y dotarla de conocimientos, competencias y actitudes necesarios para buscar soluciones, modifica sus hábitos de consumo y sus valores. Y todo esto contribuye a transformar la sociedad. Al hilo de esto último, recuerden que Nelson Mandela, premio Nobel de la paz en 1993, decía que “la educación es el arma más poderosa del mundo” y el Papa Francisco ha señalado que “solo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo”.
Por último, la CME ha anunciado la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME), que se celebrará del 1 al 7 de abril y hay muchas formas de sumarse a esta iniciativa.