Recientemente, se ha celebrado el Día Internacional del Reciclaje, cuyo objetivo es concienciar de la importancia de las tres ‘R’ (reducir, reutilizar y reciclar), todo muy vinculado a la llamada economía circular que se va imponiendo en las empresas y en la sociedad en su conjunto. Un contexto en el que merece la pena destacar una curiosa iniciativa: redes de pesca reconvertidas en bolsos, ropa y abalorios, una apuesta ecológica y un nuevo oficio para las tradicionales rederas.
Aún hay mucha tarea por hacer porque en 2017, los 36 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) generaron un 11% más de residuos urbanos que hace 20 años. Sin embargo, apenas se reciclaron un 36% de los 675 millones de toneladas de residuos urbanos generados. En España, el porcentaje de reciclado fue del 33,5% de los residuos recogidos. Al hilo de esto, no es baladí la prohibición de los plásticos de un solo uso decretada en la Unión Europea para 2021, donde la media de reciclaje de los envases que van al contenedor amarillo y azul (envases de plástico, metal, tetrabricks, papel y cartón) es del 67,2%, claro que la tasa española es aún más positiva: 70,3%, la quinta mejor de la UE.
En 2017, 36 países de la OCDE generaron un 11% más de residuos urbanos que hace 20 años , pero apenas se reciclaron un 36%
Y hablando de reciclaje, teniendo en cuenta además que el oficio del mar ha ido a menos, la iniciativa de dar una nueva vida a hilos, cuerdas y retazos de las redes de pesca resulta interesante. Hace unos años, rederas profesionales de Cariño y Corme, dos municipios de La Coruña (Galicia), decidieron iniciarse en la artesanía ante la falta de trabajo en el mar, con creaciones muy originales (bolsos, bolsas de asa, collares y pulseras a base de redes de pesca) que pudieron exhibir en el hotel Herbeira (Cedeira), enmarcadas en la iniciativa sociocultural Rampla.
Este proyecto ha permitido que surgieran marcas como Cholita Corme, creada por la coruñesa Gema Neira. Se le ocurrió la idea de hacer unas bolsas como las de antes, como “las que llevaban nuestras abuelas”, y contactó con las rederas de Corme para que, a partir de redes reutilizadas, dieran lugar a envoltorios para los productos del mar. Pero al ver su implicación, fue más allá y apostó por la creación de bolsas bajo la filosofía de la economía circular y también para dar una nueva vida al oficio artesanal de las rederas, permitiendo llevar un “trocito” de mar y de Galicia siempre a mano.
A las de Corme, se unieron otras muchas rederas (de Cariño, Malpica, Portonovo…) y las que se van sumando porque la iniciativa tiene éxito. Y es que además de ser una alternativa ecológica al reciclar y reutilizar las redes de pesca, reduciendo los residuos; y una propuesta laboral; también tiene una importante carga sentimental (un oficio -el de pescador- cada vez más extinguido, el mar, Galicia, recuerdos y nostalgia). “Trae recuerdos familiares, evoca el mar de Galicia cuando estás lejos de él. Es algo que tiene que ver con el corazón”, explica Neira.
Una iniciativa sostenible que da una nueva vida al oficio artesanal de las rederas y permite llevar un “trocito” de mar y de Galicia siempre a mano
Esto es solo un ejemplo, pero las redes de pesca, que están hechas de derivados del petróleo, se han convertido en recursos para las empresas textiles que apuestan por la economía circular, y entre otras cosas, obtienen fibras textiles de materiales reciclados. Entre ellas, la marca Ecoalf, creada por Javier Goyeneche, que emplea tanto redes de pesca como botellas de plástico y neumáticos para crear ropa y calzado sostenibles. Otro ejemplo es el ‘proyecto Redcycle’ de la marca Ternua y la Organización de productores de pesca de bajura de Guipúzcoa (Opegui), dedicado a reciclar las redes en desuso de las cofradías vascas y transformarlas en hilo para fabricar prendas de ropa deportivas. Por su parte, la marca barcelonesa Sea2See usa las redes de pesca para fabricar gafas.