Internet se ha convertido ya en un elemento más de la vida cotidiana en la mayoría de los países del mundo, pero al mismo tiempo que ha avanzado la sociedad digital también ha crecido la fragilidad, que no sólo se ve cuando ocurre un fallo tecnológico (como el fallo mundial de Microsoft que pasó hace unas semanas) sino también con el aumento de las amenazas a la ciberseguridad. Fue el 6 de agosto de 1991 cuando el físico británico Tim Berners-Lee lanzó el primer sitio web de la historia y hoy ya hay hay más de 1.132,27 millones de páginas web, según los últimos datos de un informe de la compañía británica Netcraft.

 

De dicha cifra milmillonaria, apenas un 18% (unos 204 millones) están activos… y además, cada día se crean 10.500 nuevos. Dado que la cantidad de páginas webs no para de cambiar en todo momento, con creaciones de unas y eliminaciones de otras, la cifra exacta total es muy difícil de conocer y también hay que tener en cuenta que no sólo existe la Surface Web (la red de la superficie), sino también la Deep Web (la red profunda) y la Dark Web (la red oscura). La Surface Web es todo aquello que puede ser indexado por un buscador común y corriente (Google, Bing o Yahoo, entre otros), y donde cualquier persona puede entrar, pero que representa una mínima parte del contenido que hay en Internet; la Deep Web es todo aquello que no está indexado en los buscadores y puede contener todo tipo de información, aunque en muchos casos es anónima; y la Dark Web es una parte de la anterior, donde todo es anónimo y está cifrado, y no se puede entrar a través de los navegadores normales. La mejor parte de entender todo lo anterior es con el dibujo de un iceberg… donde el usuario puede ser un barco que debe tener cuidado para no llevarse sustos ni emular al famoso Titanic.

En el mundo, hay unos 8.200 millones de habitantes, según los últimos datos de la ONU… De estos, se estima que unos 5.440 millones son usuarios de Internet, tras haber sumado 178 millones de nuevos usuarios en el último año, elevando la tasa de penetración mundial en la red al 67,1%, es decir, más de dos de cada tres habitantes están conectados en la actualidad. El mayor número de habitantes y de usuarios también ha supuesto un crecimiento de los dispositivos, que han pasado de 1.000 millones de ordenadores en 2005 a más de 16.700 millones dispositivos actualmente, pues a los ordenadores se suman móviles, tablets y numerosos elementos del llamado Internet de las Cosas (IoT), como: electrodomésticos inteligentes, objetos de domótica (termostatos, bombillas, cerraduras, sistemas de seguridad), dispositivos de salud y bienestar (relojes y pulseras inteligentes, básculas, medidores de glucosa, monitores de presión arterial y otros datos), los wearables (además de relojes inteligentes, gafas, ropa e incluso localizadores y botones de socorro), coches conectados, equipos industriales, dispositivos de cuidado personal, sensores medioambientales, infraestructuras urbanas (semáforos, sistemas de riego, contenedores de basura…) y dispositivos de entretenimiento (altavoces inteligentes, televisores, auriculares, consolas, etc.).

En el mundo, hay unos 8.200 millones de habitantes, según los últimos datos de la ONU… De estos, se estima que unos 5.440 millones son usuarios de Internet, elevando la tasa de penetración mundial en la red al 67,1%

 

Otros datos que dan una idea del gigantesco iceberg que es Internet son los usuarios de redes sociales (Facebook, Instagram, WhatsApp, X -antes Twitter-, TikTok y Telegram, entre ellas), unos 5.174 millones, según Statista, o también los 2,4 millones de búsquedas que se hacían en Google en un minuto en 2023. Asimismo, cabe considerar que los usuarios mundiales pasan una media de siete horas diarias conectados a Internet y que los sitios web más visitados son: Google, YouTube, Facebook, Instagram, WhatsApp y X. En España, la media de horas conectados es algo inferior a las seis y los sitios preferidos son YouTube y Spotify. Además, hay que tener en cuenta que en los últimos años, especialmente desde la pandemia del Covid-19, se ha disparado el comercio electrónico mundial… y este no ha escapado de la ciberdelincuencia: de hecho, en 2021, el 37% de las denuncias registradas en BBB Scam Tracker (el rastreador de estafas del Better Business Bureau -BBB-) correspondieron a estafas relacionadas con las compras online, y el 34% de las víctimas declaró haber sufrido pérdidas económicas por ello.

A la vista de este contexto, saber distinguir las webs falsas es una cuestión primordial y clave en aras de navegar de forma segura y sin tener sustos en forma de virus o de enviar y/o permitir el acceso a datos personales que no queramos ofrecer. Por ello, está bien tener en cuenta algunas pistas y consejos.

Los usuarios mundiales pasan una media de siete horas diarias conectados a Internet y que los sitios web más visitados son: Google, YouTube, Facebook, Instagram, WhatsApp y X. En España, la media de horas conectados es algo inferior a las seis y los sitios preferidos son YouTube y Spotify

 

Muchos estafadores crean páginas web de compras falsas que parecen auténticas tiendas de comercio electrónico, así como de concursos fraudulentos, pero su fin es robar dinero, contraseñas o información personal del usuario. Para intentar atraer a los cibernautas, muchos utilizan estafas de phising, pidiéndoles que visiten el sitio falso a través del envío de correos electrónicos, mensajes de texto, anuncios en redes sociales o llamadas, y con frecuencia usan ofertas atractivas, con el fin de engañarles y hacer que compartan datos confidenciales, descarguen malware (un software que realiza acciones dañinas en un sistema informático de forma intencionada y sin el conocimiento del usuario) o se expongan a otro tipo de ciberdelincuencia.

Desde el portal ExpressVPN se apunta a que el mejor consejo es la prudencia, el cuidado e incluso el escepticismo a la hora de hacer clic en cualquier enlace, evitando en especial hacerlo con los que se reciben por correos electrónicos, mensajes de texto o publicaciones en redes sociales. Es preferible ir directamente a la página web de la tienda en la que se desea comprar escribiendo su URL en el navegador. Y por supuesto, el sentido común también es un buen arma contra las estafas.

Desde el Covid-19 se ha disparado el comercio electrónico... pero ojo, es preferible ir directamente a la página web de la tienda en la que se desea comprar escribiendo su URL en el navegador

El primer truco para detectar webs falsas es mirar la URL. Hay que fijarse en que empiece por https -que son las webs que cifran los datos y se pueden considerar seguras- o en si tienen el dibujo de un candado -símbolo que representa un certificado SSL/TLS, el cual garantiza la encriptación de los datos y la autenticación del sitio web- y también en si se parece sospechosamente a la dirección oficial del comercio electrónico auténtico pero tiene pequeñas diferencias. Se puede descubrir si un dominio es falso, así como si lleva mucho o poco tiempo registrado, escribiendo la URL de un minorista en el navegador. Asimismo, pueden ser útiles algunas herramientas gratuitas online para comprobar la antigüedad de una página web, como Whois; así como si es confiable o no a través del buscador Google.

 

Al acceder al sitio web, conviene inspeccionarlo cuidadosamente y sin prisa, e incluso antes de comprar, estaría bien leer comentarios sobre dicho sitio. Asimismo, conviene evitar las ventanas emergentes, sobre todo, si no parecen tener relación con los productos que se consultan.

Otro aspecto en el que fijarse son las imágenes. En las páginas falsas predominan las imágenes robadas del sitio minorista al que imitan o del propio Google, por lo que en muchos casos son de baja calidad y a veces aparecen pixeladas.

También hay que estar atento a los errores gramaticales y ortográficos, y a la tipografía. A diferencia de los sitios web de las empresas legítimas y verdaderas, donde un equipo de editores supervisa el texto antes de lanzarlo, mientras que en las falsas los estafadores no se suelen tomar el tiempo necesario para hacerlo. Además, a veces, la tipografía es distinta a la de la web auténtica.

Al acceder al sitio web, conviene inspeccionarlo cuidadosamente y sin prisa, e incluso antes de comprar. Hay que fijarse especialmente en imágenes, errores gramaticales y ortográficos, diseño, precio, opciones de pago, política de devoluciones...

El diseño también conviene mirarlo bien. Los estafadores tienden a moverse con rapidez y no suelen contar con ingenieros y diseñadores web para crear sus tiendas de comercio electrónico falsas, usando páginas webs sencillas y baratas, con funciones limitadas, etc., lo justo para convencer a los clientes desprevenidos.

 

El precio es un elemento clave. Si es drásticamente inferior al que se ha visto en otros sitios, es probable que se trate de una estafa o de una falsificación. Por ello, conviene buscar los artículos que se quieren comprar en diversas tiendas y si es verdad que se trata de una oferta o hace unas semanas costaba menos. Y en esto podrían ser de ayuda herramientas de comparación de precios fiables.

Las opciones de pago. Los sitios auténticos ofrecerán pagar con métodos tradicionales y seguros, como tarjetas de crédito y débito, contra reembolso u opciones de pospago (por ejemplo, a través de Klarna y Afterpay). Mientras que en los sitios falsos abundan los pagos con métodos no reversibles ni rastreables, como transferencias bancarias, tarjetas regalo, criptomonedas o aplicaciones de pago (PayPal, Cash App o Venmo, entre otras). Y siempre conviene vigilar las cuentas bancarias, en especial, durante grandes días de compras electrónicas -Black Friday, Cyber Monday, Día del Soltero, etc.-, para asegurarse que no se cargan importes inesperados en las mismas o en las tarjetas de débito y crédito que tienen asociadas.

La información de contacto es algo que quizá no se suele mirar al navegar, pero al comprar un artículo por Internet conviene fijarse en que no es limitada y que incluye una dirección física, el correo electrónico de asistencia y el número de teléfono del vendedor por si surge alguna duda o pregunta sobre el pedido; y no sólo un formulario de contacto para rellenar.

Los sitios auténticos de venta electrónica al por menor deben incluir una política de envíos e información legal básica, así como condiciones generales, política de privacidad y política de recopilación de datos

Conviene echar un vistazo a la política de devoluciones para comprobar si es compleja, imprecisa o inexistente. Además, los sitios auténticos de venta electrónica al por menor deben incluir una política de envíos e información legal básica, así como condiciones generales, política de privacidad y política de recopilación de datos; en caso de no encontrar dicha información, es probable que el sitio web sea falso.

El portal Redes Zone también refiere que se debe tener en cuenta la información del propietario de la web, pues este debe estar correctamente identificado. Unos datos que se pueden ver, por ejemplo, en la parte inferior del sitio web, donde pone aviso legal.

 

A todos los consejos referidos y detalles a los que estar atentos al navegar por un sitio web, como ayuda para detectar el que sea falso se pueden usar también algunas herramientas gratuitas como: una extensión que se instala en el navegador llamada Browser JSGuard; la web ScamAnalyze; o la web desenmascara.me. También conviene mantenerse informado de las estafas habituales y las actuales, así como contar con un software y un antivirus actualizados, e incluso una VPN (red privada virtual que permite una extensión segura de la red de área local sobre una red pública o no controlada como Internet) que sea de calidad. Y en lo que respecta al tema de pagos, es preferible utilizar una tarjeta de crédito en lugar de una tarjeta de débito porque proporciona cierto grado de proporción contra la pérdida de dinero por una transacción fraudulenta.

Por último, en caso de detectar una página web falsa conviene anotar la URL e incluso hacer una captura de pantalla, y contar con justificantes de haber realizado compras. También se debe informar al sitio web oficial que imita; así como denunciar el falso ante la oficina del consumidor correspondiente y las organizaciones de consumidores, y ante la policía (o también la Guardia Civil, en el caso de España). Además, hay organismos a nivel estatal que ayudan a los usuarios en casos de fraude, como el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), a través de este enlace.