La región de África Occidental y la subregión de África Central, así como la zona del Sahel, están entre las áreas más pobres y frágiles del mundo por un cúmulo de graves crisis humanitarias prolongadas y recurrentes, y de diversos conflictos. En 2021, más de 35,2 millones de personas necesitaron ayuda de emergencia y la Unión Europea apoyó intervenciones valoradas en más de 265 millones de euros, y ahora si no se adoptan medidas, más de 38 millones de personas podrían sufrir hambre y desnutrición entre junio y agosto, mientras los agentes internacionales y locales que apoyan la seguridad alimentaria afrontan un contexto mundial más deteriorado que el del año pasado por las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania y el inicio de la guerra en este país.

La región de África Occidental agrupa a más de 368 millones de habitantes repartidos en 16 países: Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bisáu, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Togo y Mauritania. África Central es una subregión del continente formada por diez países: República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, Angola, Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón, República del Congo, Santo Tomé y Príncipe, y Zambia. Y el Sahel es una zona del norte del continente africano que se sitúa entre el desierto del Sáhara y la sabana sudanesa, agrupando a unos 400 millones de habitantes y extendiéndose a través de una decena de países: Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.

La región de África Occidental agrupa a más de 368 millones de habitantes en 16 países: Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bisáu, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Togo y Mauritania

A finales del pasado enero, la Unión Europea (UE) anunció que reafirmaba su solidaridad con las personas vulnerables de los países de África Occidental y Central a través de un presupuesto humanitario de 175 millones que se destinará a proyectos de ocho países. Estos fondos tienen como objetivos: prestar asistencia vital a personas afectadas por los conflictos y a comunidades que acogen a los desplazados y refugiados, proteger a personas vulnerables y respaldar el respeto del derecho internacional, apoyar medidas de respuesta a las crisis alimentarias y la desnutrición aguda grave en niños menores de cinco años, mejorar la respuesta inmediata en cuanto a servicios básicos (especialmente en atención sanitaria y educación), y reforzar la preparación de las comunidades frágiles frente a las crisis.

 

El esloveno Janez Lenarčič, comisario europeo de Gestión de Crisis, señaló que “hay una compleja crisis que sigue afectando a la población de África Occidental y Central. Hoy son sistemáticas las graves violaciones de derechos de los niños, la violencia de género, los secuestros y agresiones, las detenciones arbitrarias y las ejecuciones extrajudiciales. Las necesidades humanitarias se ven exacerbadas por una crisis alimentaria sin precedentes, catástrofes naturales, el cambio climático y la pandemia de Covid-19”. “La ayue la UE se empleará para paliar necesidades básicas sobre el terreno, en particular mda dediante el suministro de alimentos, asistencia sanitaria y ayuda a la protección, así como un mejor acceso al agua potable”, añadió. Los citados 175 millones forman parte del apoyo general que la UE ofrece en dicha zona del continente africano, a través de las contribuciones del ‘Equipo Europa’ a la respuesta mundial al coronavirus, apoyando la distribución de vacunas a través del Mecanismo Covax y de otras medidas a largo plazo para reforzar sistemas sanitarios frágiles.

En 2021, los conflictos, las perturbaciones económicas (la Covid-19 y la escalada de los precios de los alimentos y la energía) y los fenómenos meteorológicos extremos agravaron las situaciones de crisis alimentarias en todo el mundo, que sufrieron al menos 195 millones de personas en todo el mundo, un 25% más respecto al año anterior. De esta cifra gran parte vivía en las zonas más pobres y frágiles, entre las que se encuentran África Occidental y Central. Pero ojo, porque se prevé que la situación se deteriore.

En 2021, los conflictos, las perturbaciones económicas (la Covid-19 y la escalada de los precios de los alimentos y la energía) y los fenómenos meteorológicos extremos agravaron las situaciones de crisis alimentarias en todo el mundo

A principios de este mes, la UE ha intensificado su compromiso político y financiero con los países socios africanos, porque se ha agravado la situación de seguridad alimentaria y nutrición debido a la invasión rusa de Ucrania y al inicio del conflicto. Así, ha ascendido a 554 millones de euros la cuantía que se destinará en 2022 para elevar la seguridad alimentaria en las regiones del Sahel y del lago Chad, “donde millones de personas ya sufren graves dificultades y que podrían convertirse también ellas en víctimas de la guerra de Ucrania si no actuamos con rapidez”, ha señalado el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, el español Josep Borrell. “La brutal invasión rusa de Ucrania ha provocado enormes subidas de los precios de los alimentos y ha agravado el riesgo de que escaseen. La inseguridad alimentaria aumenta inevitablemente la inestabilidad y las desigualdades. Para evitarlo, tenemos que ayudar a nuestros socios a ser más autosuficientes y esforzarnos juntos por reforzar el sistema alimentario multilateral”, ha añadido.

 

De estos 554 millones, la UE ya ha aportado 173 millones en concepto de ayuda humanitaria, a los que se han sumado otros 67 millones hasta la fecha. Asimismo proporcionará a siete países (Burkina Faso, Camerún, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Nigeria) un importe de otros 314 millones antes de que acabe el año y apoyará programas regionales en la zona. Cifras que ilustran cómo la UE es un importante agente humanitario y de desarrollo en el ámbito de la seguridad alimentaria en la región.

La UE ha intensificado su compromiso político y financiero con los países socios africanos, porque se ha agravado la situación de seguridad alimentaria y nutrición debido a la invasión rusa de Ucrania y al inicio del conflicto

Lenarčič ha afirmado que “el aumento de las necesidades humanitarias en las regiones del Sahel y del lago Chad no tiene precedentes” y que “más de 31 millones de personas necesitarán ayuda alimentaria urgente este año”. Y es que considera que “las consecuencias de los trágicos acontecimientos de Ucrania no harán más que empeorar una crisis alimentaria ya catastrófica, lo que llevará a las personas al límite de la supervivencia”.

Por su parte, la comisaria europea de Asociaciones Internacionales, la finlandesa Jutta Urpilainen, ha subrayado que “la agravación de la actual crisis alimentaria constituye una enorme amenaza para la población que vive en la región y nos atañe a todos”. “Igual que hemos presenciado una gran solidaridad en toda Europa recientemente, el renovado apoyo político y financiero de la UE a nuestros socios de las regiones del Sahel y del lago Chad demuestra que seguimos siendo solidarios con todas las poblaciones afectadas por la agresión militar no provocada e injustificada de Rusia a Ucrania”, ha añadido.

 

Conviene destacar que por sí sola, la acción humanitaria no basta para eliminar las causas de las crisis humanitarias de estas regiones africanas. Por ello, y teniendo en cuenta que las principales víctimas son las poblaciones de zonas de conflicto, la UE impulsa un planteamiento con tres dimensiones (acción humanitaria, desarrollo y paz). Así, su ayuda permite apoyar a las personas afectadas por los conflictos y la inseguridad, procurándoles alojamiento, ayuda alimentaria y nutricional de emergencia, acceso a la atención sanitaria y al agua potable, tratamientos contra la desnutrición infantil, campañas de vacunación y protección de las personas vulnerables. La UE tiene un firme compromiso en favor de políticas e inversiones estructurales que aborden las causas de dichas crisis, lo que supondrá intervenir también en el ámbito sociopolítico, el económico, el educativo y el medioambiental.

Por sí sola, la acción humanitaria no basta para eliminar las causas de las crisis humanitarias de estas regiones africanas: la UE impulsa un planteamiento con tres dimensiones (acción humanitaria, desarrollo y paz)

Entre las intervenciones en materia educativa, se encuentra el ‘Proyecto SAAM’ (Supporting Alliance for African Mobility, es decir, Alianza de Apoyo para la Movilidad Africana), que permite establecer relaciones de colaboración y ayuda mutua entre centros de Formación Profesional de Europa y África, dentro del marco del programa Erasmus+. Entre los participantes del ‘Proyecto SAAM’ está la Fundación Tech Don Bosco, creada en 2018 para estar al servicio de los centros de Formación Profesional de la inspectoría salesiana de Santiago el Mayor y y ser unión entre estos y las empresas, en colaboración con cuatro colegios salesianos de dicha inspectoría (la cual agrupa ocho autonomías -Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, Castilla y León, La Rioja y Comunidad de Madrid-, así como tres provincias castellanomanchegas -Toledo, Ciudad Real y Guadalajara-).

 

El ‘Proyecto SAAM’ también cuenta con diversos socios europeos y africanos, y entre sus objetivos está el de promover y facilitar la movilidad de 300 estudiantes africanos que harán prácticas en empresas del viejo continente, así como periodos de observación laboral para más de 200 docentes europeos y africanos para acercar ambos sistemas educativos. Los primeros movimientos iban a tener lugar en 2020, pero la pandemia del Covid-19 hizo que se transformaran en encuentros virtuales, y gracias a la mejora de la situación sanitaria, se retomaron los viajes en el último trimestre de 2021. En aquel momento, Javier Aguado, responsable de internacionalización de Fundación Tech Don Bosco, y Arturo Alonso, salesiano, vivieron una experiencia de intercambio cultural: el primero en Benín y el segundo en Liberia y Kenia. Este año, han llegado las segundas movilidades, en concreto, el pasado febrero, cuando tres educadores africanos de Liberia, Kenia, Benín y Sudán estuvieron unas semanas en los centros de salesianos madrileños de Aranjuez y Ciudad de los Muchachos, en el leonés Centro Don Bosco y en el bilbaíno del distrito de Deusto.