Yemen, República Centroafricana, Sudán del Sur y Venezuela son algunas de las prioridades en la atención humanitaria que las organizaciones sin ánimo van a llevar a cabo durante 2019. Entre ellas, figuran la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR), Cáritas o Save the Children, por ejemplo, que consideran que va a ser un año desafiante, pues a conflictos permanentes y largos, se sumarán otros nuevos.
Yemen, una guerra incómoda y olvidada por Occidente
El país más pobre de Oriente Medio y el más poblado de la Península Arábiga sufre una delicada situación desde la reunificación de la zona norte con el sur en 1990, que se ha visto agravada por tensiones internas y también externas, debido a las invasiones de Arabia Saudí. Pero este escenario se volvió más violento cuando estalló la guerra en marzo de 2015, después de que el movimiento de las llamadas primaveras árabes provocara revueltas y la dimisión del presidente en favor del vicepresidente; este último huyó a Arabia Saudí, país que creó una coalición para intentar restituirle, y a lo que hay que sumar la irrupción de grupos terroristas como Al Qaeda y Estado Islámico. Ahora el conflicto se ha convertido en algo más, otra especie de tablero de juego, como Siria, entre las potencias internacionales: EEUU e Israel acusan a Irán de armar a la resistencia, y justifican así la presencia saudí.
En Yemen, los niños ya no pueden hacer de manera segura lo que todos los demás niños
Desde 2015, la guerra de Yemen ya ha dejado unos 16.000 muertos y más de 500.000 heridos, según el último balance de Naciones Unidas. Pero el balance es aún más trágico si hablamos de los niños, pues Save the Children calcula que unos 85.000 podrían haber muerto de inanición desde 2015. “En Yemen, los niños ya no pueden hacer de manera segura las cosas que a todos los niños les gusta hacer. La guerra puede alcanzarles dondequiera que estén, incluidos sus propios hogares”, afirma Henrietta Fore, directora de Unicef. Y es que la guerra, tristemente, no solo provoca violencia, muerte y destrucción; también enfermedades, hambruna (unos 10 millones de personas estarían en esa situación); subida de precios; menores ingresos; falta de oportunidades para ganarse la vida: escasez de medicamentos, alimentos y agua; problemas en lo que respecta al mundo laboral y a la educación.
Por si todo esto fuera poco, en Yemen hay minas antipersona, que ya han dejado muchos civiles muertos y mutilados: el Ejército ha retirado unas 300.000 entre 2016 y 2018, según el Yemen Exectuive Mine Action Centre. Pero además, en la gran crisis humanitaria que atraviesa el país, tampoco faltan los matrimonios forzosos, y bastante precoces: recientemente, se ha conocido que unos padres han llegado a casar a una hija de tres años para poder comprar comida.
Cuatro años de conflicto han convertido a Yemen en la peor crisis humanitaria de nuestra era y también hay minas antipersona
“Cuatro años de conflicto continuado han convertido a Yemen en la peor crisis humanitaria de nuestra era”, subraya la coordinadora humanitaria de la ONU para Yemen, Lise Grande. Y para hacer frente a este escenario, la ONU y sus socios humanitarios han solicitado 4.200 millones de dólares (unos 3.746 millones de euros) para el año 2019 con los que esperan poder ayudar a 21,4 millones de personas y salvar más vidas. Y es que en la actualidad, 1,2 millones de niños viven en alguna de las 31 zonas de conflicto activas, según Unicef; hay casi 20 millones de personas que carecen de acceso a atención sanitaria en un país donde el sistema de salud se ha venido abajo y casi 18 millones no tienen acceso a suficiente agua potable o saneamiento adecuado.
República Centroafricana: tras años de violencia, ¿podrá alcanzar la paz?
La República Centroafricana (RCA) lleva años sufriendo violencia y un complicado proceso de transición desde 2013. En dicho año, los rebeldes seleka derrocaron al presidente François Bozizé, lo que provocó una ola de violencia sectaria entre este grupo de mayoría islamista y anti-balaka, de mayoría cristiana. Al conflicto se sumaron decenas de grupos armados y ha causado unos 6.000 muertos y hasta un millón de desplazados, según datos de la ONU correspondientes al pasado julio.
Hace un mes, el Gobierno de la RCA y 14 grupos rebeldes armados formalizaron la firma del acuerdo de paz que debe poner fin, si es respetado, a la violencia que vive gran parte del país desde hace más de cinco años. Hace unos días, dos partidos opositores se han retirado del nuevo Gobierno de unidad nacional de la RCA creado tras el acuerdo de paz, al igual que han hecho diversos grupos armados. Veremos qué sucede en adelante.
El Gobierno de RCA y diversos grupos firmados han firmado un acuerdo de paz que debe poner fin a la violencia. Veremos qué sucede
Recientemente el Papa Francisco ha recibido al presidente de la RCA, Faustin Archange Touadera, en el Vaticano, animándole a proseguir con la reconciliación en el país. En concreto, a “promover la convivencia pacífica y la reconciliación nacional, además de esforzarse por poner fin a todo tipo de violencia y hacer posible el regreso de los prófugos”. Y es que el Santo Padre es sensible a la situación que vive este país africano, que visitó en 2015, de hecho, ha recordado en un vídeo, con motivo de la inauguración del Hospital infantil de Bangui, que allí fue testigo del “auténtico sufrimiento” que padecen miles de niños enfermos y desnutridos y que cada día lucha por sobrevivir: “Tengo en mi corazón los ojos dolorosos de los muchos niños desnutridos que conocí durante mi visita”.
Una vez más, tristemente, las grandes víctimas son los niños. Unicef ha pedido que se tomen medidas concretas, tras el acuerdo de paz firmado, pues las promesas no son suficientes. De estas, algunas tienen que ver con los niños soldado que se han reclutado: deben ser liberados, el sistema judicial debe tratar a los detenidos como víctimas ante todo y el Gobierno debe adoptar cuanto antes el Código de Protección de los Niños y alinear el sistema judicial para los jóvenes con las normas internacionales.
Sudán del Sur, la segunda mayor crisis de desplazamiento forzosos
Lleva cinco años sufriendo violencia generalizada, que ha provocado la segunda mayor crisis de desplazamiento forzoso a nivel mundial, sólo por detrás de Siria. No solo estamos hablando de personas que han huido del país, sino también de millones de desplazados internos, pasando a ser la mayor crisis de refugiados de África desde el genocidio de Ruanda en 1994. Y a esto se une el hecho de que dos terceras partes de la población necesita ayuda humanitaria, además de la necesidad de atención médica por el brote de enfermedades (sarampión, cólera o malaria), debido a las deficiencias y la escasez del sistema sanitario. Además, se estima que entre cuatro y cinco millones de personas pasan hambre y entre 26.000 y 36.000 viven en condiciones de hambruna.
Pero a estos países hay que sumar otros muchos. Entre ellos, está la República Democrática del Congo (RDC), que lleva más de 20 años encadenando conflictos, en los que la población civil ha sufrido graves violaciones de derecho humanos (por ejemplo: homicidios ilegítimos, desapariciones, torturas, saqueos, violencia sexual, abusos de todo tipo y reclutamiento forzoso de niños soldado), a los que se suma una crisis humanitaria y el segundo mayor brote de ébola de la historia -que una vez controlado, exige reconstruir comunidades y viviendas por el estigma que sufren los afectados-. Otro país que necesita ayuda es Nigeria, pues en 2018 superó a India como el país con mayor número de personas pobres y además, los ataques de grupos armados (entre ellos, Boko Haram) van en aumento). También están la crisis de los refugiados rohingyas, que huyeron desde Birmania y Bangladesh a países del sudeste asiático; la crisis humanitaria de Venezuela, que incluye los 1,5 millones de personas que han cruzado a Colombia, de los que el 60% son niños en riesgo de enfermedades, tráfico, explotación o reclutamiento; y Siria, que ya está viviendo los primeros retornos de personas que huyeron con la guerra iniciada en 2011 y que, aunque aún no ha acabado, parece que está ante sus últimos tambores. Todos estos países y otros muchos reflejan cómo la ayuda humanitaria y la atención a situaciones de emergencia deben seguir estando entre las principales líneas de actuación de las ONGs, que cuentan entre sus colaboradores con empresas, organismos y estados.