Carlos Alsina (Onda Cero): “Hay 43.000 muertos por coronavirus, pero el problema urgente que hay que atender es que hay generales de la guardia civil que son del Opus y ultras lanzando bulos en las redes”

En Onda Cero, Carlos Alsina opinaba: “El nuevo relato gubernamental (es decir, de Iglesias, Sánchez y Redondo) es éste: la oposición, villana y traidora a la patria, acaricia la idea de promover un golpe de Estado para derribar al gobierno (derrocar suele decir Ábalos), pero el gobierno de los consensos transversales, héroe mítico, resistirá el pulso de los generales, sofocará la revuelta cuartelera y pondrá a la oposición y a los jueces. Y así salvará nuestra democracia.

Hay 43.000 muertos por coronavirus, 240.000 personas que han estado enfermas, miles de médicos y enfermeras contagiados por la falta de medios de protección, centros de salud con plantillas agotadas, enfermos que continúan en las UCI y una caída del Producto Interior Bruto estimada en más del 9 % para este año. Pero el problema urgente que hay que atender es que hay generales de la guardia civil que son del Opus y ultras lanzando bulos en las redes. Ambas cosas, por supuesto, culpa de Rajoy. La herencia recibida. Después de todo, Sánchez sólo lleva dos años.

En la COPE, Carlos Herrera explicaba: “Ayer se dieron noticias importantes", "y lo que también se dieron fueron maniobras de distracción, de tinta de calamar". Para Herrera, esa tinta soltada por Iglesias va destinada a tapar los ecos de "la tunda que le dieron a Marlaska en el Congreso" y del cierre de Nissan en Barcelona, analizado en "en esa especie de cosa que llaman la Comisión para la Reconstrucción Nacional".

Lo que ha tratado de tapar Iglesias con su 'tinta de calamar' es el cierre de Nissan y "el lío con Pérez de los Cobos". "Cuando todo eso pasa", ha señalado Herrera, "ahí está la fiebre neocomunista del amigo Iglesias, que tiene una pauta de comportamiento claramente bolivariana". Así lo hizo ayer el vicepresidente segundo del Gobierno "ante la pachorra boba de este inexplicable Patxi López, comportándose como un vulgar chulo de taberna".

Y es que Iglesias se dedicó "a mover el barro de la bronca, a impedir que se debata en sereno la salida de esta crisis" y procurando que se hable "todo lo que se pueda" sobre la "provocación" del líder de Podemos a Espinosa de los Monteros. Además, señala Herrera, lo hizo "acariciando la idea de que el enfrentamiento, el odio y el rencor lleguen a la calle”.

En la COPE, Ignacio Camacho destacaba: “El objetivo (de Iglesias) es desviar el foco del clamoroso fracaso de la crisis del coronavirus. Digamos que ahora mismo el foco está sobre Iglesias, sobre el matonismo político con el que esparce azufre en la escena pública para incendiar la atmósfera política y crear un ambiente claramente años 30. O sea, lo de estos días recuerda muchísimo a los enfrentamientos Calvo Sotelo-Pasionaria. Pero para mí la responsabilidad está en un presidente (Sánchez) que le ha arrendado a Iglesias su protección personal a cambio de amplias parcelas de poder. Y sabemos cómo terminan siempre las aventuras: los pretorianos con poder siempre se acaban revelando. Ahora bien, a Iglesias hay que escucharlo porque tiene mucha influencia en el Gobierno. Y cuando habla como habló ayer de nacionalizar empresas estratégicas y de subir el 7% la presión fiscal, eso tiene muchas posibilidades de ser el verdadero programa de Gobierno, diga lo que diga la señora Calviño o la señora Montero, que van a salir del Gobierno antes que Iglesias”.

Para Ana Martín, también en la COPE, “a Iglesias le interesa mucho la confrontación con Vox, esa agitación ideológica y tener a la población soliviantada de de derechas. Y es totalmente una cortina de humo. Seguimos teniendo en estos días un baile de muertos, salen muertos, se restan de las estadísticas oficiales, ayer lo de Nissan, el incendio en la Guardia Civil, la sangría de empleos, qué pasará con la reforma laboral y aquí mientras estamos hablando de un falso golpe de Estado. Yo eché de menos que más gente, además de Espinosa de los Monteros, se levantara ayer de esa comisión en señal de protesta. Comisión que por cierto no debería nunca presidir alguien del PSOE, que al final no deja de ser juez y parte”.

En la COPE, José Antonio Álvarez Gundín opinaba: “Un Gobierno y un vicepresidente que ha entrado en fase genuinamente bolivariana, en la fase del exprópiese, ayer lo dijo, y en la fase de agitar el espantajo del golpismo. Esto es de libro, esto ya está escrito. Y ayer se convirtió el Congreso en una taberna donde Iglesias ejerce de macarra y donde Rufián de pareja de fechorías. Y encima tienes a mediocres como Patxi López que le hace la pelota y le ríe las bravuconadas. Creo que para hablar de golpismo, alguien que ha ido a la cárcel para dar jabón a los golpistas de ERC”.

Carmen Torres apuntaba: “Escuchando ayer a Pablo Iglesias, lo único que pensaba es: ¿alguien -Ivan Redondo, Pedro Sánchez- podía creer que Pablo Iglesias iba a dejar de ser Pablo Iglesias por estar en el Gobierno? ¿De verdad Pablo Iglesias es domesticable, iba a dejar de ser él? Porque ese es él. No es el de la vocecita bajita, pausada, cuando importa tanto en el Congreso. Ese es Pablo Iglesias, ese es el vicepresidente que tenemos, ese es el Gobierno que tenemos. Es en esos momentos cuando se ven su rostro y las consecuencias de tener este Gobierno”.

En la SER, José María Izquierdo decía: “¿Necesita España urgentemente un gigantesco plan de reconstrucción tras el desastre que hemos vivido -y aún vivimos- como consecuencia del maldito bicho?

Cualquier ciudadano con dos dedos de frente, hay muchos, pero no todos disfrutan de dicha característica, apuesta por un gran acuerdo entre todas las fuerzas en presencia, desde los partidos políticos a las patronales diversas o a los sindicatos.

Pues en esa Comisión creada en el Parlamento a tal fin, estuvo ayer Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, cuyas opiniones, talento y talante con reconocimiento fuera de nuestras fronteras, algo deberían contar o, al menos, requerirían que se oyeran con cuidado sus planes o simplemente sus propuestas. Inútil labor, que los focos se centraron en los rifirrafes entre Unidas Podemos y Vox.

¿Aportan algo estas chuflas ridículas al tema que nos ocupa, angustioso, terrible, que no es otro que salir del negro pozo? Nada, ni un ardite, ni un comino, ni un maravedí. ¿Sería posible en algún momento que nos tomáramos en serio la política y dejáramos los lances de chulapos para ocasiones más festivas?”.

En Onda Cero, Fernando Ónega afirmaba: “Si solo perdieran el tiempo, no se saldrían de la normalidad política. Lo malo es que hay síntomas de que pierden la cabeza, porque han perdido el sentido del equilibrio. Situémonos en esa comisión parlamentaria.

Como tú dices, está pensada para lograr un gran consenso de reconstrucción nacional después de la catástrofe provocada por el coronavirus. ¿Y qué conclusión obtenemos los ciudadanos de su trabajo? Que no sabemos nada de cómo pretenden sacarnos de la crisis, pero sabemos cómo se odian algunos. Se hace una política de intestinos, no de cabeza.

El señor Iglesias y el señor Sánchez encuentran un gran placer o un gran desahogo, quizá una gran excusa de sus fracasos, en avisar de que otros se están jugando la democracia. Y mientras la destrucción tomaba forma en la Nissan de Barcelona y Alcoa de San Cibrao, el señor Iglesias se salió ayer del tiesto al acusar a Vox de querer dar un golpe de estado.

Una de dos: o el señor Iglesias vive instalado en una nube de fantasmas, o siente un impulso incontrolable de convertirse en defensor de la democracia a base de crear enemigos interiores involucionistas o golpistas. Esto ya supera la crispación. Y algo peor: el señor Iglesias se está situando en un escenario político de comprensión hacia quienes practican la kale borroka o propugnan la autodeterminación y ve golpistas en los radicales del otro lado. Peligroso juego. Curiosa manera de un vicepresidente para lograr la reconstrucción económica y social”.