En Onda Cero, Rubén Amón lanzaba sus preguntas: “¿No os pareció que el discurso del Rey a la nación parecía habérselo escrito Rajoy? No se pueden decir más obviedades en menos tiempo. Y eso que fue realmente breve.
¿Qué sentido tiene, más allá del escapismo y de la brevedad, que el discurso eludiera cualquier mención al repudio del Rey Juan Carlos cuando él mismo, Felipe VI, lo ha introducido en la actualidad, pudiendo haber elegido perfectamente una oportunidad más adecuada?
¿Imaginasteis alguna vez que Espinosa de los Monteros propusiera a Pedro Sánchez remar juntos? El coronavirus provoca estragos, pero también obra milagros.
Y el milagro se produjo en la sesión parlamentaria de ayer. ¿Quién se ocupó de joderla? Pues Rufián, otra vez insolente, caprichoso e instalado en el soliloquio soberanista.
¿Y no os pareció terapéutico que la legislatura de la crispación, de la división, del populismo y de la ideología, vaya serlo la de la unidad y la de la responsabilidad? Eso no justifica que nuestros políticos se vean obligados a imitar a Churchill o a Kennedy como si quisieran pasar a la historia.
Me asusta un poco esto de la España eterna. Porque veo ‘La riña a garrotazos de Goya’, el pecado original de nuestro cainismo.
¿Se ha convertido las escaleras comunes de nuestras casas la manera más común de hacer ejercicio? Es una buena solución, pero por favor, efecto megáfono, "No se me amontonen, no se me amontonen".
¿Os imagináis a Fernando Simón haciendo la crónica diaria de la II Guerra Mundial? Se han escuchado unos disparos en Alsacia, se han roto unos cristales en Berlín, parece que hay problemas de abastecimiento en Leningrado…”.