Josep Borrell (Onda Cero): “En todas partes, el Estado está entrando en el capital de las empresas”

En Onda Cero, el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha dicho: “Es evidente que todos los países van a tener que recurrir a la deuda. Con los recursos normales de cada año no se puede hacer frente a una situación de emergencia como esta. Este no es el momento de plantearse problemas como los de Maastricht en el 92. Esta es una situación de emergencia absoluta y hay que recurrir al endeudamiento, como se hace cuando hay guerra”. “No queda más remedio que recurrir a la deuda. ahora: ¿cómo se recurre a la deuda? Es lo que se plantea ahora Europa. ¿Cada uno por su cuenta o de forma mancomunada?”. “La propuesta que ha hecho el Gobierno español y que mucha gente apoya es acudir a los mercados financieros a nivel europeo para financiar entre todos los costes de la recuperación económica”.

“El Estado español plantea una fórmula de deuda perpetua, es decir, permanentemente renovable, que podría comprar el BCE de manera que solo habría que hacer frente al pago de los intereses”. “En todo caso, tendría que ser a largo plazo”. “Lo que hay que hacer es endeudarse a nivel europeo para con ese dinero financiar programas de gasto: no endeudarse para que se endeuden sino para gastar a nivel europeo. Eso es un salto cualitativo en la solidaridad europea”. “Hay un problema y le hacemos frente entre todos”.   

Sobre si el estado tiene que entrar en el capital de algunas compañías, ha señalado: “Está pasando en todas partes, que el Estado está entrando en el capital de las empresas”. “El Reino Unido acaba de modificar las concesiones de las ferroviarias para evitar su quiebra que en la práctica equivale a una renacionalización”. “Hemos tenido que modificar las condiciones de ayuda a las empresas para que Alemania pueda entrar en el capital de muchas empresas”. “Cuando el problema es de solvencia y de financiación, entonces claro que el Estado tiene que entrar en el capital de una empresa, entrando en su capital, aportando fondos”. “Lo está haciendo todo el mundo”.

En Onda Cero, Carlos Alsina subrayaba: “Quieren llamarle comisión de la reconstrucción. A lo que han pactado Casado y Sánchez. De momento han pactado el vehículo para intentar un acuerdo amplio. Ahora está por ver si ese acuerdo se alcanza. Lo quienes llamar reconstrucción pero, en rigor, lo que se busca es impedir que este tsunami nos destruya. O que destruya lo menos posible. Empleos, sobre todo. Yo preferiría que lo llamaran comisión de la reinvención. Para que saliera de ahí no un país remendado, parcheado, o subsidiado, sino un país distinto. En el que los que mandan y los que aspiran a mandar dejaran de perder el tiempo satanizándose unos a otros y nos ahorraran el postureo y la propaganda. En el que importaran más los hechos y menos los relatos. Más la realidad y menos los sermones. Y en el que dejáramos de dilapidar el tiempo, el esfuerzo y la política en discutir qué somos y como nos territorializamos. Que si somos nación, o varias naciones, o plurinación o pluri-lo-que-sea. Hoy está a la vista lo que somos. Una sociedad igualada en el dolor y la incertidumbre. Creo que ayuda mucho al pacto que Adriana Lastra no tuitee”.

En Onda Cero, Fernando Ónega opinaba: “Si hubo un principio de acuerdo, la cosa está mejor que hace tres días, cuando por no saber, no sabíamos si habría esta primera reunión. O sea que sí, que estamos ante un indicio esperanzador.

Y los dos salieron bien parados: Casado, porque consigue lo que quería. Y Sánchez no queda mal, porque demostró flexibilidad. Ahora es un poco más creíble en su deseo de pacto. Disimulando ceder, consigue su otro objetivo, que es que haya cuatro escenarios: el de la comisión política, el de los agentes sociales, el de presidentes autonómicos y el de alcaldes.

Cómo se articula eso, cómo todas las iniciativas se llevan al pacto final y cómo la votación del Pleno recoge las iniciativas de quienes no son parlamentarios es algo que espera concreción. La Comisión tiene una ventaja: el Parlamento exige luz y taquígrafos. Salvo el Pacto de Toledo, será la primera vez que se trabaja un acuerdo con transparencia.

Tiene también un inconveniente general: estas conversaciones requieren, como el amor, sus zonas de intimidad, porque tiene que haber algo de toqueteo y cambalache. Si no existe, se habla más para la galería y se distorsiona el objetivo. Y tiene un problema para el PP: una votación en el Pleno ayuda al gobierno, que para eso tiene la mayoría. El PP solo puede aspirar a ganar la opinión pública.

Conclusión: comienzo alentador, éxito de Casado, e incierto futuro, porque no sabemos dónde está la trampa. Tratándose de políticos y juegos de poder, seguro que la hay”.

En la COPE, Jorge Bustos opinaba: “Es muy difícil encontrar el justo medio entre la crítica necesaria y la colaboración que también los españoles necesitan en un momento como este del primer partido de la oposición. Y moverse en ese equilibrio es lo que ayer consiguió Casado al adoptar un tono claramente constructivo para dejar a Sánchez sin la coartada que más esperaba este, que era un cierre en banda que le permitiera acusar a Casado de ser lo mismo que Vox”. “Casado ayer hizo un movimiento inteligente y efectivamente devuelve la pelota al tejado de Sánchez: si usted va en serio, no va de farol, si lo que quiere realmente son unos pactos para una reconstrucción socioeconómica”, “y además sabe que necesita al PP porque en Bruselas ir de la mano de Iglesias y de Rufián para pedir dinero no es la mejor tarjeta de visita. Y por eso (Sánchez) ha accedido a trasladar la negociación donde debe estera, que es en la sede de la soberanía nacional y en el Congreso”.

El juez Vázquez Taín destacaba: “El contrapeso al Gobierno está en el Parlamento. Además, todos los partidos representan un poco la opinión de sus votantes. Pero en la única sede donde está representada toda la soberanía nacional y donde estamos representados todos los españoles es en el Parlamento. Y ahí no solo es el contrapeso, sino además es donde se debe debatir con luz y taquígrafos todas las medidas que está adoptando el Gobierno, ahí es donde se deben discutir y poner encima de la mesa si están bien o mal”, “y ahí es donde se deben corregir y modificar. Y además hay que tener en cuenta que el Parlamento sí puede funcionar pro teletrabajo. Por lo tanto, no entiendo que esté cerrado”.

En la COPE, Ana Martín señalaba: “Lo más importante que sucedió ayer fue ese cambio de postura copernicano de Pedro Sánchez con respecto a Pablo Casado y probablemente tiene mucho que ver con la debilidad de la que adolece. Sánchez ha envejecido una legislatura y media de golpe con esta crisis del coronavirus y arrastra un desgaste y problemas probablemente que Zapatero y Rajoy tuvieron en el final de sus días, de fin de ciclo. Por eso, ni la propia gente de Casado ayer se creía que hubiera ido tan bien la reunión, en el sentido de que a la salida decían ‘es que nos ha dicho que sí a todo’. Vamos a ver una vez que arranque esa comisión. Pero buena noticia es, después del mal sabor de boca que nos han dejado las últimas contiendas parlamentarias, que el presidente y el líder de la oposición se entiendan en algo y al menos sienten unas bases para esa negociación”.

Carmelo Encinas apuntaba: “Al menos han llegado a un acuerdo sobre la metodología. Y que haya cedido Sánchez hay que verlo como algo positivo hacia él. Yo lo entiendo así. Todos saben en cualquier caso que ese pacto es necesario en esta circunstancia. Todos los sabemos. Quiene se siente en esa mesa buscando excusas para levantarse de ella creo que estará contraviniendo los intereses de España, estará traicionando a su propio país. Así que ninguna bronca política, que quede claro, por brillantes que estén en el congreso los señores Casado, Abascal, Rufián o el propio Sánchez nos va a sacar del agujero. Un acuerdo, igual sí”.

En la SER, José María Izquierdo reflexionaba: “Ya era difícil que de unas pocas reuniones en La Moncloa salieran acuerdos serios entre partidos, pero se ha ido a elegir una vía endiablada: la comisión parlamentaria, engendro creado precisamente para alargar los temas hasta el hastío sin que nadie se vea forzado a arreglar nada.

¿Escéptico el Ojo? Desde luego, aunque nunca derrotista. Pero tampoco podíamos esperar mucho más los ciudadanos, que la idea del Pacto serio, cabal, riguroso, estaba fuera del orden de esta derecha montaraz de la que disfrutamos. FAES -Aznar y su muchachada ultraliberal- ya había marcado el caminito al pimpollo Casado, tan gustosamente obediente: lo primero, echar a Iglesias del Gobierno; segundo, de ninguna manera firmar nuevos pactos de la Moncloa y, tercero, no rotundo al ingreso mínimo”.

En la COPE, el economista José María Gay de Liébana apuntaba: “En economía, todo depende. Depende de qué, depende de si…, y así, dependiendo de un presente repleto de interrogantes y preñado de dudas, y de un futuro que es pura incógnita, las predicciones económicas, ¡cómo no!, dependen…

La parálisis de la actividad económica, que ya está siendo más larga del plazo que los optimistas esperaban, y, sobre todo, el confinamiento de la población, que va inquietando al respetable, impactan de manera muy contractiva en el PIB de todos los países y, en particular, de España a la vez que golpean al empleo. En ese contexto, hay que interpretar los escenarios macroeconómicos que el Banco de España vislumbra para nuestra economía tras la Covid-19, con una cruel posibilidad de que el PIB de España caiga en 2020 hasta el 13,6%. La diabólica carambola conduce a otras secuelas: que el déficit público, dependiendo del rumbo del virus y la normalización económica, se mueva entre el 7% y el 11%, conllevando a ‘Papá Estado’ a disparar todavía más su deuda pública que podría suponer el 120% del PIB.

La otra cara amarga de este despiadado panorama la ofrece la tasa de paro que se acercaría al 22%, sin considerar como desempleados a los afectados por ERTEs. Entre personas en paro, en ERTE, autónomos pidiendo el cese de actividad y temporales que pidan la prestación, España podría sumar 9 millones de trabajadores en situación de riesgo laboral. En fin, que todo depende… Quizás, acaso, tal vez…”.