Resumen de tertulias y entrevistas en radio y TV (01/10/2018)

En la SER, la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha recordado que este 1 de octubre es "un día de triste memoria porque no hay nada que celebrar". Celaá afirma que de una consulta ilegal no puede emanar legitimidad para tomar decisiones. "La farsa del independentismo mantenía que al día se proclamaría la república, pero la realidad fue que todo el imaginario del independentismo se fue al suelo". La portavoz del Gobierno asegura que lo peor es que ese día se visibilizó la fractura de la convivencia en Cataluña y que "una sociedad fracturada no tiene proyecto de futuro". Por eso, insiste en que desde el Gobierno trabajan en ese aspecto de integración. "Hemos abierto un pasillo político y estamos llegando a acuerdos en los grupos de trabajo con los representantes con la Generalitat", asegura.

También ha añadido: El Gobierno tiene "confianza, convicción y determinación" en aprobar los Presupuestos. "El Gobierno siente un frontal acoso, persona a persona".

En la SER, Pepa Bueno comentaba: "Es 1 de octubre. Hace un año estábamos en Barcelona y España se enfrentaba a la crisis política más grave que habíamos vivido en muchas décadas. Un año después algunas cosas siguen estando claras.

El 1 de octubre no hubo un referéndum en Cataluña. No hubo censo, ni garantías, se votó en urnas y con papeletas confiadas a voluntarios, ni los observadores internacionales contratados por la Generalitat pudieron certificar que aquello fuera un referéndum. No existe por tanto ningún mandato derivado de aquel resultado, que ignoró además la mitad de los catalanes.

Pero el 1 de octubre fue también un error histórico del gobierno de España. Así lo dijimos aquel día y así se puede seguir diciendo hoy. Porque no hubo referéndum pero sí hubo urnas, papeletas y votaciones tras haber empeñado casi su palabra y todos los medios habidos y por haber en que no los habría.

Pero el error verdadero fueron las cargas policiales contra ciudadanos que hacían cola ante colegios. Un error en sí mismo, no se golpea a personas indefensas, un error porque esa herida durará mucho tiempo en una parte importante de Cataluña y un error porque dañó como ninguna otra cosa la imagen de España en el mundo entero.

Un año después no podemos aspirar a soluciones mágicas ni rápidas. Queda el juicio y quedan unos dirigentes catalanes perdidos en el laberinto de sus propias contradicciones. Pero queda también la esperanza de que funcione la tímida senda que se ha iniciado con el nuevo gobierno Sánchez: intentar restaurar la confianza institucional en las comisiones bilaterales y multilaterales en las que se habla de cosas muy concretas que afectan al día a día de los catalanes. Exigir que el Parlament funcione para que se escuche a todos los catalanes. Bajar la inflamación, los discursos irreales y no caer en las provocaciones. En ninguna provocación".

En la SER, Antón Losada opinaba: “Este fin de semana han pasado dos cosas interesantes. Una, las lamentables imágenes de incidentes en las calles de Barcelona; y en el lado positivo, la noticia de que Oriol Junqueras aspira a ser candidato en las elecciones europeas en ERC, porque yo creo que nos vuelve a meter en el tablero un jugador clave para contrarrestar el efecto, el tirón, la posición que tiene Puigdemont desde Bruselas”.

José Antonio Zarzalejos señalaba: “Hay dos perspectivas, la independentista, el 1 de octubre como una épica del proceso pero que implica una frustración porque se está hablando de la necesidad de otro referéndum, hay referencias a los referéndum de Quebec o de Escocia, es manifiestamente insuficiente la legitimidad de aquel referéndum ilegal. Y desde el punto de vista del Estado, un gran fracaso, que se desdobla en tres errores gravísimos: en primer lugar el político, porque el referéndum dio muestra evidente de que al Gobierno se le había ido de las manos el proceso soberanista y tenía que haberlo cortado con mucha mayor anticipación, evitando la judicialización penal, con el 155 en septiembre y no en octubre”; “en segundo lugar, un fracaso operativo del CNi y de los servicios de información de la guardia civil y de la policía nacional, porque lo que no se iba a celebrar sí se celebró, mal pero se celebró; y tercero, un error estratégico, cuando a las 8 de la mañana se Dino que había censo universal y que por lo tanto no se reunía ni una sola de las garantías posibles”, “el Gobierno debió declarar institucionalmente que abandonaba cualquier tipo de represión y daba por no efectuado válidamente semejante consulta y en vez de eso cometió el terrible error de una acción policial desproporcionada”. “Estamos en un momento de frustración por parte de los independentistas y de revisión por parte de la situación Estado” y “con una ligerísima esperanza de que algo avance”.

En Onda Cero, Carlos Alsina afirmaba: “Lo que le pasa a Joaquim Torra es que ya todo el mundo le ha cogido la medida. Sobre todo los suyos. Que saben que habla y habla y habla, pero que nunca saldrá de él la convocatoria de un referéndum ilícito ni ninguna otra temeridad que pueda complicarle su plácida vida de presidente de pega. Mucho menos abrir la puerta de la cárcel a estos reclusos que él considera secuestrados por el Estado. Su deseo de convertirse o en prófugo o en mártir es manifiestamente mejorable. Hoy, a la manera del once de septiembre, el independentismo va a conmemorar un fracaso”. (…) 

“No hace falta insistir en el hecho de que, un año después de aquel referéndum ilícito cuyo resultado nadie reconoció Cataluña sigue siendo una comunidad autónoma —nacionalidad histórica— que forma parte del Estado español. Y que ese Estado tiene como máxima representación en Cataluña a este señor que dice, de boquilla, que habrá que hacer otro primero de octubre pero que, como mucho, lo que hará es convocar elecciones anticipadas. Hay un gobierno autonómico, como lo había hace un año, con la diferencia de que éste de ahora carece de personalidad, está al albur de lo que vayan ordenándole Puigdemont, desde Waterloo, y Oriol Junqueras, desde Lledoners, y carece sobre todo de proyecto. El de 2017 había aprobado por las bravas leyes inconstitucionales para hacer un referéndum ilícito y acabar proclamando la independencia. El de ahora aspira a firmar con el gobierno central más inversiones, a concentrarse-y manifestarse-y asistir a actos de homenaje a todas horas, y a meterle presión a jueces y fiscales a ver si así consiguen la libertad condicional de los reclusos procesados. Procesados por todo aquello que hicieron hace un año. Y que no ha tenido más consecuencia práctica que la fuga de Puigdemont, el encarcelamiento preventivo de Junqueras, Romeva y Forcadell y la ruptura de la candidatura única que presentaron Convergencia y Esquerra en 2015. Ya no hay Junts pel Sí. Junqueras ha abortado la posibilidad de candidatura única a las europeas postulándose él como candidato. Y con la CUP está ahora a tortas el gobierno Torra porque a su consejero de Interior, señor Buch, se le ocurrió ordenar a los mossos de esquadra que impidieran que los manifestantes alentados por la CUP y los CDRs se enfrentaran en la calle a los policías que se manifestaban convocados por Jusapol. Los mossos sacaron las porras con la misma contundencia con que las han sacado siempre pero esta vez los golpes se los llevaron algunos manifestantes independentistas. Y eso, para la CUP, convierte al consejero Buch en un traidor que se ha alineado con el españolismo y con las cargas policiales”.

En la COPE, Francisco Rosell opinaba: “Lo que se está poniendo de manifiesto con las llamadas escuchas de Villarejo es tremendo, es una estructura de políticos-jueces, que han sometido al chantaje al Estado y están detrás de muchas de esas cosas. Y lo más sorprendente es que al frente esté un exmagistrado como Garzón que parece el ministro de hecho de justicia, por encima de la propia ministra cuyo sentido y estado de cosas son manifiestamente mejorables y la comprometen para ejercer el cargo, no ya por haber mentido, que es lo de menos, sino por haber sido cómplice de unos sistemas de chantaje y además haber favorecido la extorsión de algunos compañeros de carrera, entre otras cosas. No es baladí lo que está sucediendo, espero que cuando el presidente aterrice en esta situación ponga un poco de luz, que me parece que no va a ser así”. 

Ignacio Camacho apuntaba: “El presidente va a pagar caro el error que no cometió Felipe González, que fue meter a Garzón en su Gobierno. Lo ha metido por persona interpuesta, pero además con el agravante de que en el Gobierno están al menos dos personas que son enemigas de Garzón. Ese es un berenjenal político insoluble que le va a estallar a Sánchez, bueno ya le ha estallado”.

Sonsoles Ónega afirmaba: “Lo que ha dicho (Ignacio) Camacho no es baladí: los enemigos que tiene en ese consejo de ministros el juez Garzón. Ahora, yo creo que manda menos de lo que estáis suponiendo”. “Es el escudo de la ministra por una relación  personal. Ahora bien, en este caso nos pone de manifiesto que durante 20 años unos y otros han permitido que Villarejo haga sus fechorías y ahora nos llevamos las manos a la cabeza, como en casi todo”.