Resumen de tertulias y entrevistas en radio y TV (10/06/2019)

Carlos Alsina comentaba en Onda Cero: “Se encontrará Sánchez mañana con un Iglesias aferrado el raca raca del gobierno de coalición y pasándole factura por los incumplimientos pasados.

La hoja de ruta de Podemos (la única hoja de ruta tras el triple tortazo electoral) es conseguir ministerios. O hay carteras para los morados o no hay cartera para Sánchez. Por más que diga el presidente que o le invisten a él o hay elecciones.

Todo el análisis que hizo Iglesias el sábado, en la remodelación de su Ejecutiva aún más a imagen y semejanza de sí mismo, se resume en esto: en las municipales y europeas ha ido todo fatal, a diferencia de las generales, donde su carisma y su liderazgo marcó la diferencia.

Queda clara la cosa, ¿verdad? Las elecciones en las que los candidatos eran otros compañeros de su mismo partido han sido un fracaso. Pero las generales, en las que el candidato era él, fueron de menos a más. De menos a más significa que antes tenían setenta escaños y ahora tienen cuarenta. Extraña forma de remontar. Ah, ya, que le ganó a las encuestas. Pero sigue sin explicar Iglesias ni a los suyos ni a nadie por qué en tres años su partido ha caído en picado, en las encuestas y en la urnas, en los dos sitios”.

En Onda Cero, Fernando Ónega afirmaba: “Los vetos políticos, querido director, tienen una duración proporcional a la proximidad del reparto del poder. Cuanto más lejos está el poder, más se pueden mantener. Incluso con expresiones épicas que parece imposible borrar.

Pero cuando el poder se acerca y la disyuntiva es cogerlo o perderlo, se produce un corrimiento de tierras que sepulta los viejos compromisos y acerca a los contendientes. Eso es lo que se acaba de comprobar en la Comunidad de Madrid: una ruptura de las llamadas tres derechas por la incompatibilidad de Ciudadanos y Vox daría el gobierno regional a la izquierda.

Los malos serían, por igual, los dos partidos. Uno, por poner el contacto con Ciudadanos como condición, y el otro por poner la exclusión de Vox como prevención de contacto maligno y contagioso. Ninguno de los dos quiso pagar ese precio y celebraron, según dicen, una reunión cordial y con la única prevención de no hacerse una foto. La foto es lo único que queda de línea roja. Desde la Plaza de Colón, todo vale, menos la foto que aporte la prueba.

En el caso de Ada Colau, tiene la suerte de la campeona: puede mantener el cordón sanitario con Valls, pecaminoso francés enredado con Ciudadanos, pero, claro, la pobre no puede rechazar sus votos. No los quiere, Colau no quiere esa contaminación, pero no hay forma de mantener su pureza ante el regalo sin condiciones que le hace Manuel Valls. Es un ejemplo de cinismo, pero el cinismo, si da el gobierno, es una virtud”.

En Onda Cero, Rubén Amón se preguntaba: “Pablo Iglesias renueva la ejecutiva de Podemos en una apasionante consejo ciudadano. ¿Por qué estos cambios tan drásticos no le afectan a él ni a Irene Montero?

¿Se ha convertido Igea en el verso suelto de Ciudadanos? El candidato naranja de Castilla y León abre el juego a los socialistas.

¿Os acordáis cuando Ciudadanos proclamó que no se reuniría con Vox? Pues ellos tampoco. Ignacio Aguado y Monasterio se citaron en Madrid, sin los cascos azules del PP.

¿Cómo va reaccionar Valls ante la fechoría, qué pensarán los socios europeos de Ciudadanos?

¿Será su último servicio colaborar para que Colau destrone a Maragall en la alcaldía de Barcelona? La alcaldesa renovará su puesto gracias a los naranjas y al PSC.

¿Va a terminar convirtiéndose Nadal en un problema diplomático entre España y Francia? La tierra de París reanima al tenista que hubiera soñado Homero”.

En la SER, Iñaki Gabilondo opinaba: “A medida que nos acercamos al fin de los plazos, crece la expectación por saber quiénes nos van a gobernar en esta legislatura pero, sorprendentemente, se habla muy poco de lo que se ha de hacer. Son muchas las voces que llevan tiempo alertando sobre la importancia de esta próxima legislatura para acometer reformas imprescindibles en un mundo en vertiginosa transformación. Esta misma semana, desde Ana Patricia hasta Eduardo Marina. Sin caer en la mitología de los consensos -pues el disenso es la madre de la democracia- todos sabemos que urge intentar amplios acuerdos para abordar en serio materias sustanciales a las que les han salido telarañas de tanto esperar en vano: la reforma educativa, la energética, ciencia e innovación, mercado laboral y competitividad de nuestra economía, cambio climático y nada digamos de la reflexión que exige la cuestión territorial”.

En la SER, José María Izquierdo subrayaba: “Tampoco debería ser tan difícil para Pedro Sánchez elegir a los acompañantes en la travesía que le espera para los próximos cuatro años, si es que logra, como Ulises, salvar tierras y mares infestados de peligros. Claro que para ello hay una circunstancia que se escapa de sus facultades, y es la de llegar a la cifra mágica, tanto da 176 como 174, para pasar la investidura. Pero lo mollar está en otro sitio y consiste en saber cuáles son los logros que señala el presidente como objetivos principales durante su mandato. ¿Pretende Sánchez encarrilar el tema catalán sin dejar de mirar al País Vasco a base de diálogo, diálogo, diálogo? Pues quítese de tacada a quienes apuestan, como única salida al conflicto, por instaurar un 155 permanente, tan inconstitucional como estúpido. ¿Quiere, además, acabar con la injusticia distributiva que envilece a nuestra sociedad, con trabajadores veteranos en el pozo de la pobreza, mientras los jóvenes -tanto da si has acabado filosofía como psicología o historia- se desesperan buscando trabajo en la bicicleta y el reparto de comida china, aderezado con contratos miserables y vergonzosamente precarios? Pues elimine también a quienes diseñaron y pretenden mantener la llamada reforma laboral, madre de casi todas nuestras desgracias en el mundo del trabajo. Así que mire usted lo que tiene enfrente y descarte lo imposible. Solo le queda lo evidente”.

En la COPE,  Sonsoles Ónega comentaba: “Aquí un foco político que exige respuestas en cuanto la legislatura se ponga en marcha. Esto hay que solucionarlo porque se da la circunstancia de que en esta negociación participan más de diez formaciones; de lo que pase en un ayuntamiento depende una comunidad y de lo que pase en una comunidad depende la investidura. Y esto genera un poco de confusión en el votante que al final no sabe qué ha votado. Si lo de ayer de Aguado con Monasterio supone que ha levantado un veto que parecía infranqueable, reunirse con Vox, no sé si eso abre la puerta a que la investidura de Pedro Sánchez, no ahora -porque creo que vamos a una fallida- pero más adelante, quizá después del verano podamos ver algo que solucione el panorama político”.

Ignacio Camacho destacaba: “Si a Sánchez le tumban la segunda, a Sánchez le resulta mucho más cómodo esperar y no presentarse otra vez y convocar las elecciones porque eso significaría nada menos que Pablo Iglesias le había dicho que no y entonces lo tumba en las siguientes elecciones del tirón. Por eso tengo dudas. Creo que habrá investidura en segunda votación”. “Es verdad que Iglesias, cuando se pone cabezón se pone muy cabezón y que él sabe que no tiene otra salida ya que la de entrar en el Gobierno sí o sí. De modo que ahí se puede producir un enconamiento. Pero en ese sentido, a Sánchez lo veo cómodo. Sánchez está jugando exactamente igual que obraba Rajoy, a base de dejar pudrir tiempo, de decir que voy con la ventaja y esto se irá decantando poco a poco”. “me da la sensación de que al final, tanto en los ayuntamientos como en las autonomías habrá acuerdos y además los acuerdos previsibles, es decir, los que los votantes daban por descontado cuando votaron, porque el que los impida se va a suicidar”. “Entre los votantes hay muchas menos reticencias de las que tienen sus dirigentes políticos”.