En la SER, José Luis Sastre comentaba: “El otro día dedicamos un tramo del programa a los no-lugares, esos sitios en los que, aunque estemos, no estamos: una parada de bus, una sala de espera, una legislatura... Allá donde se pierde el tiempo. Hoy llega el otoño, se disuelven las cortes y la política se confirmará como un no-lugar, lo mismo que una sala de espera. Con la diferencia de que aquí no sabemos a qué esperamos. Ni a quién. Ni si esperamos.
Ha sido una legislatura muerta, pero no inútil. Cuando empezó, la derecha estaba fragmentada, se robaban votos de unos a otros, y Aznar era invocado como el gran patrón. Ahora que se acaba, la derecha es una piña, unida de Andalucía a Madrid, y en la izquierda hay más partidos. Con un cainismo, además, lozano y vivo.
Tanto hablar de los amores de verano y se nos olvidan estos odios de otoño, que anticipan un invierno de hielo entre los actores de la izquierda. Hielo de Sánchez a Iglesias, de Iglesias a Errejon. Incompatibilidad política y animadversión personal: la derecha está acariciando a un gato.
La gente se vuelve a los encuestadores para preguntarles qué pasa ahora con los sondeos que había. Hay que volver a empezar porque, en realidad, esta legislatura ha sido un no-lugar, el tiempo muerto que ha aprovechado la izquierda para matarse un poco. De ahí el empeño de Casado por la marca España Suma.
Algunos se han puesto a mirar al centro, que podría ser un no-lugar, pero es otra cosa: una una superstición por donde vuelven a creer que se ganan las elecciones. Abundan ahora los centristas aunque, para que fueran creíbles, tendríamos que olvidar todo lo que nos dijeron en esta legislatura que ellos ya sabían que no iría a ningún sitio. Todo empezará esta medianoche, final del cuento, cuando esta legislatura que estaba muerta, de repente, morirá".