La mayoría de fiscales y de jueces criticaron ayer la propuesta de Dolores Delgado, exministra de Justicia, como fiscal general del Estado.
Y ayer tomaron posesión de sus cargos los ministros de Pedro Sánchez.
Radio y tele
La mayoría de fiscales y de jueces criticaron ayer la propuesta de Dolores Delgado, exministra de Justicia, como fiscal general del Estado.
Y ayer tomaron posesión de sus cargos los ministros de Pedro Sánchez.
En la SER, José María Izquierdo decía: “Pues no, es una mala noticia, muy mala, este Ojo diría que incluso horrible, la designación de Dolores Delgado como candidata a Fiscal General del Estado.
Parece que le gusta provocar al presidente Pedro Sánchez, pero este nombramiento juega con fuego. Es incluso insultante que al día siguiente de proclamarse campeón del diálogo, decida un cargo como éste sin consultar con la oposición.
Y es malo que haya actuado así por varias razones, pero bastará con las más obvias. Primero, porque desprecia uno de los valores sagrados de la política: no solo hay que ser honrado, sino parecerlo. Y Delgado será una señora de una honradez personal acrisolada, pero no haga usted que me trague el sapo de su neutralidad. Y la segunda, para no extendernos, es que es usted, señor Sánchez, quien debiera dar ejemplo a la oposición, que ya sabemos todos cómo es y sobre todo cómo será, de los beneficios de pactar las grandes cuestiones de Estado, y la persona que ocupe la Fiscalía del Estado lo es. Quien pretende recibir, debe dar. Mal empezamos”.
En la SER, José Luis Ayllón subrayaba: “Es malo para el país y acabará siendo malo para el Gobierno porque hay muchas decisiones que se tienen que tomar en los gobiernos en las que necesitas un poquito de complicidad. Cuando no complicidad o el voto positivo, al menos la abstención o el silencio de la oposición, para poder reforzar determinadas decisiones. Cosas que a lo mejor hoy no sabemos que van a pasar pero que acabarán pasando durante los próximos años”. “Salidas honrosas para la exministra de Justicia, Sánchez tenía cien y ha decidido una que seguramente a ella le pueda hacer ilusión pero creo que no era necesario por parte del Gobierno de Pedro Sánchez”. “Empezar el primer día perdiendo crédito y empezando a generar dudas en el entorno de la Fiscalía, de la justicia en general…”.
Eduardo Madina explicaba: “Hubiera sido más ajustado a la situación política que vive el país un nombramiento de Fiscalía general del Estado que no le permitiera al de enfrente ni un solo argumento, en caso de que el posicionamiento de la Fiscalía ante un determinado instante judicial sea algo controvertido. Y ahora, a la mínima controversia, el ruido va a ser en mayúsculas”. “Se lo van a recordar constantemente”.
En Onda Cero, Fernando Ónega comentaba: “No sé si es demasiada pregunta para un cambio por ahora limitado a la Fiscalía General, pero nada menos que a la Fiscalía General. En todo caso, la respuesta es afirmativa.
Todo partido, coalición, o mayoría aunque sea artificial, quiere ocupar poder; todo el poder que encuentra a tiro. Empieza por el gobierno y sigue por los organismos e instituciones que existen en el país. Las requiere para hacer más cómoda su gobernación y evitar los contrapesos que la dificulten.
Podemos citar unas cuantas. El Poder Judicial está dominado por el partido que gobierna de izquierdas o derechas. Al Tribunal Constitucional o al Defensor del Pueblo le ocurre lo mismo. Después se llegará a los órganos de regulación o a Radiotelevisión Española. Todo el poder para uno. Tonto o insuficiente el que no lo haga. Está en la lógica de la política y hay que contar con ello. Los que importan son los fines y los métodos.
Si se quiere dominar el Consejo del Poder Judicial para cambiar el sentido de la Justicia es una aberración. Si se quiere cambiar el Tribunal Constitucional para favorecer al independentismo, se atenta contra el Estado. Si se quiere conquistar TVE, es para condicionar la información.
Y si se quiere asaltar la Fiscalía para que no se persigan determinados delitos, podemos estar al principio de una prevaricación. Aceptemos, pues, la lógica política de los asaltos y pongámonos a pensar en cómo se corrigen y controlan los efectos y, antes de nada, la intención”.
En Onda Cero, Carlos Alsina comentaba: “Pero se le ocurre a Sánchez hacer jefa de los fiscales a la ministra Delgado y no se engañen: esta tormenta no durará más de tres días. El presidente le tiene cogida la medida (o nos tiene cogida la medida) a la opinión pública de la España de 2020. Consumimos información acelerada, opinada, con mucha puesta en escena y poca hondura, y de lo que está ocurriendo hoy nadie se acordará pasado mañana. Lo relevante no es que durante unos días al presidente se le afee su desahogo (es un rasgo de identidad). Lo relevante es que, pasado el chubasco, tendrá de fiscal general a quien él calcula que le conviene tener para permanecer en el cargo.
Incluso los partidarios de la ministra admiten que es, como poco, un nombramiento impudoroso. En efecto, lo es. Letal para la apariencia de autonomía e independencia de la fiscalía general y bastante más que una declaración de intenciones. Es el cálculo de un presidente al que le compensa ponerse colorado un ratito (o que creamos que se pone colorado, porque es un color de piel desconocido en la gama cromática de la Moncloa) porque pasado el sofoco tendrá para cuatro años lo que buscaba: una delegada del gobierno dando instrucciones a los fiscales. Una delegada del gobierno embridando a los fiscales del Supremo. Desjudicializando, que se dice ahora. Convirtiendo a la fiscalía del Estado en la filial de la Abogacía. Y con similar vínculo de disciplina a las directrices del gobierno”.
En Onda Cero, Rubén Amón lanzaba sus preguntas: “¿Cumplirá ahora la fiscal Dolores Delgado las instrucciones de la ex ministra Dolores Delgado?
¿Y no sería llamarla, mejor que Fiscal general del Estado, fiscal del Gobierno en general?
¿No os parece poético y hermoso que Dolores Delgado oficiara la exhumación de Franco y ahora oficie el entierro de Montesquieu?
¿Tiene autoridad ética y política el PP para reprocharle al PSOE el dedazo que ha ungido a Dolores Delgado? Ya os digo yo que no. Se amontonan los episodios. Incluido aquel momento en que el ex ministro Fernández Díaz proclama: "Esto te lo afina la Fiscalía, hacemos una gestión".
Puigdemont se pavoneaba como eurodiputado, ¿pero es consciente de que su nuevo estatus le acerca más que nunca a su detención y procesamiento?
¿No os pareció entrañable la mansedumbre con que Alberto Garzón prometió su cargo de ministro? Garzón iba a cambiar el sistema... y el sistema lo ha cambiado a él”.
En la COPE, Antonio San José señalaba: “Con esta decisión, Pedro Sánchez ha realizado un gesto de coherencia, él dijo en RNE ‘quién nombra el fiscal, pues eso’. Está muy claro, se ha puesto el mundo judicial por montera y ha hecho algo que nadie podía pensar que pudiera llegar a hacer. Se anuncia el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general cuando todavía es ministra de Justicia, cuando no ha tomado posesión todavía su sucesor. O sea, es pasar de la Moncloa a la Fiscalía sin solución de continuidad. Yo creo que es algo que ha alarmado mucho a la Fiscalía, a los fiscales, y que denota el concepto de Sánchez con respecto a la independencia judicial, es escandaloso”.
Inocencio Arias afirmaba: “Sánchez es coherente, no tiene escrúpulos, es capaz de hacer cualquier cosa, pero es que nos deja en muy mal lugar fuera”. “La opinión pública aquí está aletargada, no se mueve. Pero en el extranjero, si saben que la fiscal general es una funcionaria que obedece al presidente del Gobierno, pues entonces dicen que la independencia judicial en España no es lo que hedería ser. Por lo tanto, fuera es una mala noticia y dentro también, pero la opinión pública española no se mueve”.
Francisco Robles apuntaba: “Pablo Iglesias ya ha dicho que esta señora no puede ser fiscal general del Estado porque estaba por ahí con un tipejo como Villarejo”. “Y Sánchez se la tuvo que envainar después de lo que ha dicho Antonio de lo de ‘quién nombra al fiscal general, pues ya está’”. “Y ha dicho, ahora lo voy a nombrar yo. Es Sánchez en estado puro, el Sánchez que lo desafía todo con tal de demostrar que quien manda es él”.