Tempus fugit. Sí, lo que quieras, pero 40 años de margen, sea fugit o no, han traído un balance poco animante. Desde luego, no voy a entrar al trapo de calificar o comparar si Franco sí o democracia sí, porque no es justo comparar cosas que no son iguales, con lo cual me limitaré a plasmar una radiografía de lo que, a fecha de hoy, viven los españoles después de un Constitución aprobada por más del ochenta por ciento de la población española. Tampoco haré una valoración de la Constitución en sí misma, porque en líneas generales me parecen unas reglas de juego suficientes como para que hoy hubiese sido distinto; sin embargo sí recriminaré a los políticos su poca calidad humana, su insuficiencia intelectual, su calculismo político y su falta de entrega y servicio para crear la armonía necesaria para que un país crea en sí mismo.
Hay una buena publicación, El sueño de la transición, que cuenta con bastante detalle, y cierto olor a cloaca, cómo se forjó todo aquello, por quién y cuándo, que recomiendo. A primera vista diré, que lo que los políticos y medios de comunicación que se vanaglorian de que han sido los mejores años de la historia de España, pues no, mire usted, han sido años bastante desalentadores e in crescendo. Hemos sufrido tres crisis económicas la de los '80, otra en los '90 y la última, todavía renqueante, en los '00. Crisis que han desarbolado el tejido industrial, ha destruido la clase media y arruinado a decenas de miles de familias. ¿Que tenemos avances muy importantes en la ciencia, la medicina, las tecnologías, etcétera? Claro, pero eso no ha sido gracias a la Constitución ni a la democracia, se trata de un avance mundial y de una acción global.
El único derecho específico, y que la Constitución lo dice con rotunda claridad, es el derecho a la vida
En cuanto a las libertades sociales y derechos humanos... Hummm... Bien, ¿qué derechos humanos nos proporciona Constitución? El único derecho específico, y que la Constitución lo dice con rotunda claridad, es el derecho a la vida y es pisoteado por una ley del aborto cada vez más sangrienta y salvaje, porque los derechos personales como el "derecho a decidir" de las mujeres prevalece sobre el derecho universal a la vida del no nacido. Otro derecho es el de acceder a una vivienda digna... Pero nos encontramos ante un valor subjetivo, ¿qué es digna? ¿Cómo calificamos digna a una vivienda para que sea digna? Naturalmente es un concepto que evoluciona y va por barrios, nunca mejor dicho, porque, fíjense ustedes, que Pablo Iglesias estaba tan contento con su casa en Vallecas, que incluso declaró que si fuese presidente no le gustaría irse de allí; sin embargo la paternidad le ha obligado a ir en contra de su voluntad primaria y a comprarse lo que algunos han calificado de casoplón a las afueras de Madrid, lejos, muy lejos de su amada Vallekas para que sus hijos puedan crecer en una vivienda digna en un ambiente sano y natural... O sea, que los demás niños de Vallecas se conforman con digno, con lo que ya tienen. Bien.
Y de las libertades sociales, qué decir, si lo que han mal llamado matrimonio homosexual es una libertad social, pues vale. Se de gente que tiene alacranes como animales de compañía. Si libertad social y solidaria es que unas personas que, con el consentimiento de determinados municipios, pueden vender productos vía top manta, sin pagar impuestos, ni licencias, y con productos de imitación de muy dudosa procedencia; mientras que los comerciantes de la zona, o los mercadillos de fin de semana, pagan impuestos, licencias y además tienen obligación de presentar las facturas de adquisición de los productos si lo requieren los agentes del orden, pues bien... Si la sociedad y algunos políticos de bien admiten que determinados colectivos puedan okupar la vivienda de un propietario que paga sus tributos y la ley es tan vaga que están totalmente indefendidos, pues bien... Tenemos derecho a manifestarnos pero determinadas plataformas y partidos políticos lo utilizan para amenazar, insultar, destrozar el mobiliario urbano que pagamos todos, tomar las calles en propiedad y saltarse la ley por acción u omisión con la complacencia del sistema, porque sería muy de fachas prohibir tales expresiones, pues vale... Total, que sí, que tenemos libertades sociales pero muy mal sostenidas, porque en pro de la libertad la democracia nos permite tomarnos el rábano por las hojas.
Otro de los paradigmas de nuestros tiempos: la libertad de expresión
Otra de esas aportaciones que nos ha traído la Constitución es el vaciado moral del pensamiento y los hechos, porque la democracia en sí tiende a relativizar y a consensuar la verdad. No pretendo ni añoro un estado confesional para proteger precisamente esto. Con ser aconfesional es suficiente. Lo que sí deseo sobre todo es tener unos dirigentes que sepan qué es aconfesional, que casi todos traducen como laicista, que es ese precisamente un terreno escurridizo y en pendiente para que se pueda redactar una ley de libertades religiosas -ya saben, otro eufemismo más aportado por el NOM y que significa exactamente lo contrario- para imponer a mazazos un pensamiento único que haga desfilar a todos en una misma dirección señalando públicamente a quien ose pensar por sí mismo o diferente.
Y esto de pensar por sí mismo nos lleva a otro de los paradigmas de nuestros tiempos: la libertad de expresión. Una paradoja, sí, porque cuando una sociedad tiene maniatados, comprados y abducidos como parte del sistema a los medios de comunicación, se produce exactamente lo contrario. Dirigen la opinión del pueblo hacia lo que ellos quieren, callan lo que desean e influyen con las noticias, series y debates en la sociedad. Esa estrategia lleva a dictar qué es y qué no es una opiniones de odio, por ejemplo, haciendo uso de la doble vara de medir con los mantras de lo políticamente correcto.
¿Hemos llegado al fin de ciclo de la democacia occidental?
¡Habría para seguir y no parar...! Pero considero que con esto es suficiente para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Políticos españoles, liderazgo y personalidad (Primera Línea) Víctor M. Pérez Velasco. Interesante libro. Sí, lo es, porque hacer análisis de los que han sido capaces de llevarnos hasta hoy, con los supuestos mismos mimbres de la Constitución, que es la de todos y para todos, aunque a veces no lo parezca, nos mostrará quizá las claves de algunos de los motivos que sin ellos no podríamos explicarnos que hoy suceden. Desde Franco hasta Rajoy, pasando por el rey Juan Carlos... Pedro Sánchez no llegó a la edición, pero no hace falta ser un lince para saber qué será de él -y de nosotros- cuando un presidente llega a serlo con el apoyo de independentistas y la ultra izquierda.
Democracia para idiotas (Sekotia) Pedro Ramos Josa. El autor presenta un ensayo de lo que ya muchos se preguntan y el resto lo barrunta: ¿hemos llegado al fin de ciclo de la democracia occidental tal y como la conocemos? Un ensayo muy bien hecho, mesurado, razonado y sin la intención de ofender a pesar del título. El prólogo, firmado por José María Marco, es imperdible y apuntala correctamente la obra.
Política y sociedad (Encuentro) Papa Francisco y Dominique Wolto. Durante varias jornadas Wolto se reunió con el Papa y trataron de asuntos tremendamente transversales en la vida de todos: paz, solidaridad, impuestos, poder.... Desde los países más ricos hasta los emergentes, son aspectos que a todos nos afectan como personas. El Papa tiene mucho qué decir, no solo a los católicos, también al mundo entero, porque si algo tiene Francisco, es su capacidad para tocar aquellos elementos esenciales que implican a la política y a la sociedad en todo el mundo.