Un año más, la sociedad ha superado un viejo-nuevo 8 de marzo, y como siempre, ha dejado su estela de violencia y la presencia histriónica que les caracteriza. Y también, un año más, ha demostrado que el globo feminista radical se desinfla. Cada vez son menos los participantes, y los disfraces, pancartas, bailes, eslóganes e insultos han reducido su intensidad.

En un día tan señalado, cómo no, Pedro Sánchez, el presidente más feminista de la historia con el gobierno más feminista de la historia, ha dejado su huella de impostura cuando declaró: «No podemos dar ni un paso atrás». Estas papanatadas facilonas, frases hechas sin contenido ni argumentación, lo traicionan y lo delatan por sí solas. Quien defiende la independencia e igualitarismo de la mujer, es el mismo que luego se convierte en un ardoroso proteccionista heteropatriarcal con su cónyuge ante la ley. El mismo que se retiró unos días fake poniéndola de pantalla ante la opinión pública e incluso pone a disposición de su defensa jurídica el poder que le otorga su cargo de presidente, proporcionando privilegios que ninguna otra mujer en España podrá tener. Es Pedro Sánchez quien ordena que la Abogacía del Estado se querelle contra Juan Carlos Peinado, el juez que instruye el caso de Begoña Gómez. Es Pedro Sánchez quien provee una guardia pretoriana para que el coche oficial de su mujer esté protegido de la prensa al llegar a los juzgados y quien ordena que entre por las puertas del garaje, algo que no ha sucedido jamás con ningún otro cargo de mayor relevancia social y política.

No seguiremos con el salseo político, aunque sea bochornoso y muchos se relaman ante comportamientos tan aceitosos y pringosos como este. Lo importante es qué sucede de fondo con el feminismo: por qué se hunde y qué sucede en las sociedades progresistas ante este fenómeno que ha causado tanto daño físico y moral, además de ruinas personales e incalculables costes a las arcas del Estado.

No hay duda de que el movimiento feminista radical está perdiendo fuerza en algunos sectores. Sin embargo, no nos engañemos, sigue siendo influyente en ciertos ámbitos académicos, los medios de comunicación y muchas instituciones públicas. Pero, si todavía se mantienen en pie de guerra, es porque cuentan con un apoyo financiero desmesurado y globalizado que los sostiene.

Las razones que explican esta tendencia no son solo políticas. Sus principales representantes, como en España, Irene Montero, son una de las causas del desgaste. Muchas de sus reivindicaciones han sido incorporadas en la legislación y en el debate público, lo que hace que sectores de la sociedad consideren que su lucha ya ha cumplido sus objetivos y que ahora se repiten una y otra vez con los mismos discursos desgastados para mantener su privilegiada posición política y social.

Otra razón es la fragmentación interna entre las diferentes corrientes feministas. Esto quedó en evidencia hace pocos años cuando se introdujeron en la agenda feminista de cuarta ola a hombres transexualizados o autopercibidos como mujeres, con todos los derechos que la ley otorga a cualquier mujer. Esto ha generado abusos, en muchos casos hilarantes, de hombres burlándose del sistema, mientras que el propio sistema no puede hacer nada sin contradecirse así mismo. Y es que cuando se legisla desde el odio, el sectarismo y el empoderamiento, ¡qué puede salir mal!

Los tiempos están cambiando y el progresismo atraviesa una evidente crisis existencial. Se hunde bajo el peso de sus propias políticas y está sufriendo en muchos países el descalabro de su esencia. En muchos lugares, ha surgido una reacción contraria al feminismo radical, tanto desde sectores conservadores como desde personas que antes se consideraban feministas pero que ahora critican ciertos excesos e imposiciones ideológicas.

Como consecuencia, el feminismo radical está perdiendo apoyo popular a marchas forzadas. Encuestas y estudios lo muestran de hecho, España sigue siendo el país de Europa donde más personas se identifican como feministas (51 %), aunque esta tendencia muestra un retroceso, ya que ha disminuido cuatro puntos en comparación con el año anterior. Este movimiento está en caída libre entre la población general, especialmente entre los hombres jóvenes y, cada día más, entre mujeres de todas las edades que no se identifican con sus postulados extremos. La hostilidad contra los hombres como un enemigo común, su agresividad y, sobre todo, las leyes que generan injusticias evidentes, están minando su respaldo.

Pero no solo el feminismo está cayendo en popularidad. Otros movimientos sociales, como la dictadura ecologista, el alarmismo climático o la agenda globalista, también están en pleno retroceso. Solo se sostienen gracias a leyes coercitivas y dotaciones milmillonarias que buscan imponer sus planes, cada vez más rechazados por la opinión pública. Hoy, la lucha por la libertad de expresión frente a la censura progresista está ganando protagonismo y desplazando al feminismo radical en la agenda pública. ¿Sabes por qué sucede esto con el feminismo? Porque el feminismo no son mujeres, ni hombres, ni persones. El feminismo es una ideología que nace, hace daño y muere, como todas las ideologías.

Cómo ser una mujer del Renacimiento (Crítica) Jill Burke. Este libro desmitifica, con ejemplos prácticos, la supuesta opresión histórica de la mujer. Nos transporta desde las plazas del mercado italiano hasta la alta sociedad renacentista, explorando la vida de cortesanas, artistas, actrices y escritoras que se forjaron su propio espacio. También muestra a mujeres que alcanzaron poder en la corte o desafiaron las restricciones de su época, en un momento en que los cuerpos y el color de piel eran objeto de debate en el contexto colonial.

La mafia feminista (Ed. Ivat) Cristina Seguí. La autora, con su particular lengua acerada, denuncia las actuaciones que, bajo el paraguas de la búsqueda de la igualdad de género, han llevado a crear un auténtico aparato financiero y malversador. Con guerrillas civiles feministas apostadas en los juzgados, maltrato a las mujeres que, si quieren escapar del yugo, deberán declararse feministas y trabajar para enriquecer a sus “hermanas”. Un libro demoledor cuyos datos desmontan las consignas del Ministerio de Igualdad y sus actuales dirigentes.

La mujer (Ed. Palabra) Edith Stein. Ensayos y artículos inéditos en español donde la autora reflexiona sobre la identidad y situación de la mujer en la sociedad. Aborda su vida profesional, educación, misión en la Iglesia y papel en la universidad. También analiza su lugar en la vida de un pueblo. La actualidad de estas reflexiones hace de esta obra un texto clave para comprender la evolución del papel femenino hoy.