Cuando el cristianismo era la religión, por tanto la cosmovisión, universal, los sabios decían que “los ángeles mueven los mundos. Y es que los sabios de antes tenían más claro que los sabios de hoy que el hombre se compone de espíritu y materia y que negar la existencia de Dios es condenarse a la melancolía, pero negar la existencia de lo inmaterial es condenarse a la ceguera.
Ese materialismo práctico en el que vivimos, más bien materialismo vulgar y primario no niega a Dios, niega la evidencia. Niega la existencia del primer espíritu con el que se topa cada día: él mismo. Un espíritu, a lo mejor poco puro, pero espíritu con todas las de la ley y que, en su caso, en el caso del materialista, utiliza su parte espiritual para negar su propio espíritu. ¡Y olé!
Tanta estupidez ya indica, de forma fehaciente, que la Segunda Venida de Cristo está próxima. Recuerden: cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?
En efecto, estoy hablando de la Segunda Venida de Cristo y, para no traer a cuentas al Apocalipsis, profeta Daniel y demás clásicos ni profetas actuales, que los hay, me ceñiré al más corto de los pasajes evangélicos sobre la Parusía, el de Lucas 21, 25-28: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.
Yo, como buen progresista, afirmo todo y no concluyo nada. Así siempre podré decir que no lo he dicho... pero me temo que estamos cerca de la Segunda Venida de Cristo, la profetizada en el Credo
Todo ello, en eso coinciden todos los textos bíblicos, ocurrirá en tiempos de maldad creciente. Recuerden, el universo físico y el espiritual corren paralelos y la materia obedece al espíritu, no al revés.
Pasemos de la filosofía a la historia. Lucio Lactancio, con perdón por lo de Lactancio, predecesor de San Agustín, norteafricano del siglo III, vuelve a unir, tal y como hace Jesús en el Evangelio, la ruina de Jerusalén, acaecida en el año 70 después de Cristo, por mor del Tito César, con la Segunda Venida o Parusía -no fin del mundo- y aporta algunos elementos identificativos... que le vienen a nuestra actual sociedad como anillo al dedo. A saber:
-La precitada maldad creciente.
-Que en aquellos tiempos -¿en éstos?- habrá escasez de justicia y crecerán de tal modo la codicia y la lascivia que los buenos serán presa de los malévolos y atropellados por los injustos.
-Se ‘confusionará’ todo el derecho y perecerán las leyes (a lo peor es este el Estado de Derecho del que nos habla Pedro Sánchez), no habrá confianza en los hombres, ni paz, ni humanidad, ni pudor, ni verdad. Así tampoco habrá seguridad, ni gobierno derecho, ni refugio contra los males.
-Toda la tierra se alborotará y surgirán guerras por doquiera. Las naciones fronterizas pelearán entre sí, la espada recorrerá toda la tierra secándola toda y postrando las cosas como mies madura.
-De esta confusión y devastación la causa será que el nombre Romano, por el cual se rige el orbe, será quitado de la tierra y el dominio volverá al Asia y de nuevo mandará el Oriente y el Occidente servirá.
De derrota en derrota hasta la victoria final, sin pesimismos pero sin ensoñaciones: autoengañarse no sirve
Por tanto, ¿estamos en etapa fin de ciclo y la Segunda Venida de Cristo -no confundir con el fin del mundo- está próxima? Desde luego los síntomas anunciados por Lactancio, con perdón, así parecen indicarlo. Reconozco que cuando he oído hablar de que el poder vuelve al Asia me he acordado de dos de nuestros peores ciudadanos: Xi Jinping y Narendra Modi, así como también me ha evocado la mente ágil de ‘Yayoyou’ Biden, líder de Occidente con permiso del precitado Peter Sánchez.
Yo, como buen progresista, afirmo todo y no concluyo nada. Así siempre podré decir que no lo he dicho y nunca jamás me equivoco... pero me temo que estamos cerca de la Segunda Venida.
¿Y todo esto es para ponerse triste? ¡Qué va! Nuestro Jesús cuando predice la “mayor tribulación” de la historia, concluye: “Cuando veáis todo esto, levantad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Ya conocen mi lema: De derrota en derrota hasta la victoria final.