A finales del siglo XIX, una procesión del Corpus salía de la Iglesia de Santa María del Mar, en Barcelona, cuando los anarquistas hicieron estallar una bomba, lo que provocó la muerte de una docena de personas. El pintor Ramón Casas inmortalizó el suceso en el cuadro adjunto.
Hasta ahí todo correcto. Lo incorrecto llega cuando comento el atentado con una profesora universitaria. Créanme, no les hablo de una lenguaraz ignorantona. Les hablo de una mujer inteligente, culta y dotada de una exquisita sensibilidad artística. Pues bien, que dice la susodicha que sí, que se echó la culpa a los anarquistas pero que ella no se lo cree porque resulta un poco raro que el pueblo atente contra el pueblo.
Curioso, no tenía claro que los anarquistas fueran unos buenos chicos preocupados por el pueblo. Pero aún más curioso es cuando le digo que, hombre, los anarquistas podrían no tener demasiados agravios pendientes con el pueblo pero tenían muchos, muchísimos, contra los católicos, los que acuden a adorar a Cristo eucaristizado. Mismamente, en una procesión del Corpus.
Y entonces viene lo mejor. Mi interlocutora insiste en que no, en que a los anarquistas, que a lo mejor les echaron la culpa sin tenerla, oiga usted, que no iban a atentar contra una procesión porque el Corpus había dejado de ser una fiesta religiosa para pasar a ser una fiesta popular.
Hombre, el hecho de que se llama fiesta del Cuerpo de Cristo, nos proporciona alguna pista de que posee algún tipo de conexión religiosa. Y el hecho de que la procesión consistiera en niños con su vestimenta de primera comunión, -aún hoy sigue existiendo dicha costumbre- podría hacernos sospechar que los anarquistas españoles, los más crueles y homicidas de la historia, pudieron ser los que perpetraron el atentado.
Pero todo esto importa poco o nada, lo que importa es que una mujer inteligente esté dispuesta a admitir cualquier disparate para negar lo lógico y casi evidente: que si se atenta contra una procesión del Corpus lo más probable es que sea por odio a la fe, y que quienes acuden a la procesión no pretenden participar en un fiesta popular sino en una acto de adoración al Santísimo. Vamos, que son poco amigos de los anarquistas.
Pues eso, que a Cristo o se le ama o se lo odia, sin término medio y que, como diría Pedro Sánchez: ¿es insolvencia o mala fe?