Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en la ciudad de Belén, en Tierra Santa, que ha cancelado las tradicionales celebraciones navideñas en honor al nacimiento de Jesús por la guerra entre Israel y Hamás, que ha causado miles de muertos, la mayoría en la Franja de Gaza.
El alcalde saliente, Hanna Hanania, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN— que “Belén, como cualquier otra ciudad palestina, está de luto y triste”. “No podemos celebrar mientras estemos en esta situación”, recoge Aciprensa.
En ese sentido, siguiendo lo manifestado por las Iglesias en Tierra Santa, Hanania afirmó que se centrarán en la oración a Dios para “tener paz en la tierra de la paz”.
En una declaración con fecha 10 de noviembre, los patriarcas y líderes de las Iglesias de Jerusalén instaron a los fieles a “para permanecer firmes con aquellos que enfrentan tales aflicciones este año, renunciando a cualquier actividad innecesariamente festiva” y “centrándonos más en el significado espiritual de la Navidad, teniendo en nuestros pensamientos a nuestros hermanos y hermanas afectados por esta guerra y sus consecuencias, y con fervientes oraciones por una paz justa y duradera para nuestra amada Tierra Santa”.
Sin embargo, se seguirá respetando el 'status quo', un conjunto de normas que han regulado el acceso y el uso de los principales lugares sagrados desde la época del Imperio otomano. Según estas disposiciones, en vísperas de Adviento, el Custodio de Tierra Santa, P. Francesco Patton, hará su entrada solemne en Belén. De igual manera lo hará el 24 de diciembre, en Nochebuena, por el Patriarca Latino de Jerusalén, Cardenal Pierbattista Pizzaballa.
Pero la procesión por la Calle de las Estrellas, el recorrido que según la tradición hicieron los Reyes Magos, se llevará a cabo sin música y con una presencia reducida de los scouts de Tierra Santa, quienes suelen participar en la procesión.
El ejército birmano ha intentado tres veces tomar el control del complejo de la catedral de Cristo Rey
Nos vamos a Myanmar (antigua Birmania), donde el ejército gubernamental birmano disparó contra un centro pastoral católico adjunto a la catedral de Loikaw que es desde hace meses refugio de los desplazados internos que huyen de los enfrentamientos por el conflicto civil en curso entre el ejército y las milicias étnicas rebeldes, en colaboración con las recién formadas Fuerzas Populares de Defensa surgidas tras el golpe de febrero de 2021, informa Fides.
Así lo denunció Celso Ba Shwe, obispo de Loikaw, capital del estado de Kayah, en el este del país: “El ejército birmano ha intentado tres veces tomar el control del complejo de la catedral de Cristo Rey. Como obispo y sacerdotes residentes, intentamos persuadir a los generales militares sobre la importancia de preservar los lugares religiosos, que también sirven como refugio para personas desplazadas. No obstante, en la noche del 26 de noviembre, los militares dispararon proyectiles de artillería contra el Centro Pastoral de manera intencionada, impactando repetidamente el tejado de la capilla. El techo quedó destruido por los proyectiles de artillería. Por razones de seguridad y en consulta con los sacerdotes, decidimos abandonar el Centro Pastoral. Poco antes de nuestra partida, el 27 de noviembre, aproximadamente 50 soldados llegaron y ocuparon el edificio, utilizándolo como base y lugar de protección”.
El relato del obispo sobre la situación en la zona es desgarrador: “El ejército birmano ha desplegado armamento pesado, aviones de combate, vehículos blindados y sistemas móviles de defensa. Como consecuencia, la población en áreas urbanas y rurales está abandonando sus hogares y buscando refugio en diversas direcciones. Algunos han huido hacia el norte del estado o a otras localidades en el estado de Shan. Entre los refugiados se encuentran ancianos, enfermos, discapacitados, mujeres y algunos jóvenes que, hasta hace poco, se refugiaban en el Centro Pastoral de Loikaw. En los últimos meses, este centro había acogido a aproximadamente 80 personas, incluyendo 10 sacerdotes y 16 religiosos. Este número no ha dejado de aumentar”.
El 15 de noviembre la policía y los funcionarios intentaron interrumpir y registrar lo que consideraban "actividades religiosas ilegales" en una casa en el distrito de Buon Don donde se habían reunido decenas de fieles
Nuestro siguiente destino es Vietnam, donde, en la provincia de Dak Lak, la Iglesia Evangélica de Cristo de las Tierras Altas Centrales denuncia persecuciones cada vez más duras por parte de las autoridades. El pastor Aga, que vive exiliado en Estados Unidos, dijo que la hostilidad comenzó a aumentar en junio, cuando las oficinas del Comité Popular de dos comunas de la provincia fueron atacadas por bandas armadas que provocaron nueve muertes, informa Asia News.
El 15 de noviembre la policía y los funcionarios intentaron interrumpir y registrar lo que consideraban "actividades religiosas ilegales" en una casa en el distrito de Buon Don donde se habían reunido decenas de fieles. Dos días después, la policía convocó a muchas personas que habían asistido al encuentro para interrogarlas y trataron de obligarlas a firmar un compromiso de no volver a reunirse, pero la gente se negó a hacerlo. El domingo pasado los agentes volvieron a presentarse durante la celebración dominical.
“Los obligaron a abandonar la Iglesia Evangélica de Cristo de las Tierras Altas Centrales –cuenta el pastor Aga-. Incluso los amenazaron con que, si continuaban, serían multados o encarcelados, como Y Kreč Byă y Nay Y Blang”, dos miembros de la comunidad que fueron detenidos la primavera pasada y acusados de "atentar contra la política de unidad nacional" y "abuso de las libertades democráticas".
Según un informe de Montagnards for Justice del 19 de noviembre, la policía y funcionarios locales se presentaron en los lugares de reunión de estas comunidades cristianas en la aldea de Kdun, en la ciudad de Buon Ma Thuot y en la aldea de Kŏ Dung B, tratando de obligar a los fieles a dispersarse y amenazando con castigarlos si seguían reuniéndose "ilegalmente".
Mali: liberado el padre Hans-Joachim Lohre, misionero alemán secuestrado por una milicia musulmana
Por último, el P. Hans Joachim Lohre, miembro de los Padres Blancos (Misioneros de África) de nacionalidad alemana, quien fue secuestrado en Malí el domingo 20 de noviembre de 2022, fue liberado esta semana, informa Fides.
Un año después de su secuestro, el misionero fue liberado el domingo 26 de noviembre. Las circunstancias de su liberación no están claras. Un representante del gobierno maliense y dos representantes de la archidiócesis de Bamako, que han preferido permanecer en el anonimato anunciaron la liberación del padre este domingo.
Al parecer, la liberación fue negociada directamente por el gobierno alemán, y el misionero, una vez liberado por sus captores y entregado a las autoridades malienses, fue inmediatamente tomado bajo custodia por representantes de las autoridades de Berlín y trasladado durante la noche a Alemania en un vuelo especial. Alemania aún tiene su propio contingente de soldados en Malí como parte de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU Minusma, que debe cesar sus operaciones a finales de año, tal y como exigen las autoridades militares golpistas que tomaron el poder en un golpe de Estado en 2020.
🔴 Liberado el Padre Lohre, misionero alemán de los Padres Blancos
— Ayuda a la Iglesia Necesitada (@AyudaIglesNeces) November 30, 2023
📢 El sacerdote de 66 años, que fue capturado el 20 de noviembre de 2022, llevaba más de treinta viviendo en Malí ➡️ https://t.co/1RHPY5Y2PV pic.twitter.com/szGAlWSSRz
Conocido localmente por el apodo de "Ha-Jo", el padre Hans-Joachim Lohre, de 66 años, llevaba más de 30 viviendo en Malí, donde, entre otras cosas, enseñaba en el Instituto de Formación Islámico-Cristiano (Ific) y era responsable del Centro de Fe y Encuentro de Hamdallaye.
El día del secuestro, el misionero tenía previsto celebrar misa en la comunidad de Kalaban Coura. Su coche estaba aparcado delante de su casa y los investigadores encontraron más tarde la cadena con la cruz rota del sacerdote junto a su vehículo.
El secuestro no fue reivindicado, pero fuentes diplomáticas y de seguridad lo atribuyeron al JNIM, el Grupo de Apoyo al Islam y a los musulmanes, vinculado a Al Qaeda.