Un lector y, sin embargo, amigo, me acusa de 'decir poco o nada' sobre la Santísima Trinidad en mi artículo del pasado fin de semana, festividad de la Santísima Trinidad. Podría responder que hablo de un misterio pero me temo que incurriría, aún más, en lo mismo que me critica mi avieso corresponsal. Y no es que yo no sepa aceptar las críticas (¡Nooooooooooo!) pero me he picado un pelín. Intentemos algo más, llamando en nuestra ayuda a Benedicto XVI, que no es mal báculo en el que apoyarse. "Él nos reveló que Dios es amor, no en la unidad de una sola persona sino en la eternidad de una sola sustancia... Es creador y padre misericordioso, es Hijo unigénito, eterna sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final".
Es decir, el misterio consiste, en efecto, en que una sola naturaleza (¿qué es?) puede albergar a tres personas distintas (persona es lo que responde a la pregunta ¿quién es?). En la especie humana, una persona ocupa al 100 por 100 una naturaleza humana y ninguna naturaleza está 'ocupada' por dos ni por tres personas, por tanto no podemos comprender cómo una naturaleza está participada, al 100 por 100 cada una, por tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por cierto, este último será que recapitulará, al final de la película, que a lo mejor, no quiero asustar, resulta que está tocando a su fin.
Ahora bien, si no podemos explicar la unidad de naturaleza y la trinidad de personas sí podemos atisbar el por qué. Y sólo puede ser el amor. Como decían los clásicos: ¿Por qué nos dio a conocer o sencillamente, por qué existe la Santísima Trinidad, esas tres personas en un solo Dios verdadero? Porque Dios es amor y el amor es donación de uno a otro y, por tanto, para amar, al menos, se necesitan dos.
Ergo, ¿por qué existe la Santísima Trinidad? Porque Dios es amor, que dijo Juan, el discípulo amado.
Espero que esto enmiende las críticas lamentables de ciertos malintencionados... aunque mucho me temo que no. Hay muy mala gente corriendo por el mundo.
Ahora añadan esta otra del mismo Papa Ratzinger: sólo el amor nos hace felices, y resulta que Dios es amor y por eso existe la Santísima Trinidad: tres personas distintas que forman una sola naturaleza pero necesitan ser tres porque Dios es amor.
Luego está lo de Jorge Fernández, exministro el PP, quien, en otro genial artículo en La Razón, domingo 26 de mayo, festividad de la Santísima Trinidad, convierte el dogma en actualidad, al recordar la relación del misterio trinitario con las apariciones de Fátima, y la oración que el Ángel enseña a los pastorcillos: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Os adoro profundamente, y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra". Pero ya no estamos en la Trinidad, claro, sino en el Corpus Christi, la fiesta litúrgica del jueves 30 de mayo o la del domingo 2 de junio, como ustedes prefieran.