En Hispanidad definimos a David Broncano como un adolescente grosero, cuyas gracias son de sal gorda y que, con La Revuelta, ha añadido el efecto artístico de comer con los dedos y enorgullecerse de ello. No llega al veneno del blasfemo Gran Wyoming, que está en la privada -y conservadora- Atresmedia/La Sexta, pero estamos en ello. De hecho, uno de los fichajes estrella actuales de la televisión de José Pablo López tiene un humor muy particular: recuerden cuando 'promocionó' su programa en Movistar+ con el atropello mortal de una niña en el madrileño colegio Montealto.
Ahora, Broncano ha sido condenado por haber vulnerado el derecho al honor de los profesionales que ejercen el coaching al decir que éstos son «charlatanes, sinvergüenzas y vendehúmos». El Terrat, productora del programa LocoMundo, donde se produjeron los hechos, y también productora del espacio del access prime time de RTVE, tendrá que indemnizar con 5.000 euros a la International Coaching Federation España (ICF España).
La sentencia del Juzgado de Primera Instancia Número 15 de Madrid se refiere a unas palabras que dijo Broncano el pasado 3 de marzo de 2017 en un espacio que entonces se emitía en la televisión de pago. El ahora presentador de La Revuelta aseguró que la «actitud posibilista» de los trabajadores del coaching era un «problema grave» y llegó a catalogarlo como una «mierda». Por último, la sentencia recoge que Broncano incidió en que «mandaría a toda esa gente (refiriéndose a los coaches) a una imagen en la que, sin lugar a dudas, aparece un pene».
La jueza subraya que las palabras que Broncano profirió en su programa en 2017 son «una intromisión ilegítima en el derecho al honor de ICF España». En su resolución, justifica que «las expresiones charlatán, sinvergüenza y vendehúmos así como el titular que aparece en Youtube LocoMundo: la estafa del coaching exceden los límites de la libertad de expresión al entrar dentro del ámbito del desmerecimiento en la consideración ajena».
Por cierto, el presentador de La Revuelta debería saber cómo se siente alguien a quien califican como vendehumos: eso fue lo que le gritó el público durante un concierto del grupo mejicano Maná, cuando subió al escenario: "¡Pesetero!", "¡vendehumos!"